Ayer, día de San Francisco Solano, los fieles lo honraron como a él le hubiera gustado: cantando alegremente, caminando por el campo en comunidad, hacia el pozo del Santo para beber el agua de la fuente, bendecirla y renovar las promesas bautismales. Unas 200 personas se congregaron, algunas de Trancas y la mayoría de la ciudad. Viajaron en dos colectivos contratados por los frailes franciscanos.
Los recibió un día soleado y primaveral. Fue el segundo año que los franciscanos, con el guardián del templo, Fray Marcos Porta a la cabeza, se embarcaron en la empresa de rescatar una vieja tradición ya olvidada; la de honrar al Santo en su día, y no sólo el segundo domingo de Pascua, como acostumbran los tranqueños. La propuesta franciscana es disfrutar un día como hermanos, aunque nadie se conozca de antemano, rezar juntos, disfrutar de la naturaleza, con el canto de los pájaros como cortina musical, y completar la jornada con un almuerzo a la canasta.
"Hace 70 años que no venía a este lugar. Me siento muy feliz", confiesa Salomé de Leal, al tiempo que se llena los pulmones de oxígeno. "Todo está cambiado. Cuando yo era chica mi mamá nos traía a mis hermanos y a mí y nos bañaba en esta agua para que nunca nos enfermemos", recuerda la mujer de 77 años.
María Rosa Figueroa y Carlos Iván Ovejero, de Banda del Río Salí, también visitan el lugar por segunda vez. "El año pasado vinimos en el colectivo del padre, pero ahora no había lugar. Tuvimos que ir hasta la ciudad de Trancas y de ahí tomar un taxi hasta el Pozo del Pescado (son seis kilómetros de distancia) porque no hay otra forma de llegar", explican.
Frente a la capilla del Santo hay una larga fila de fieles. No sólo quieren santiguarse frente a la imagen sino también tirar de la soga de la campana y pedirle una gracia del Santo, como manda la tradición. Otros beben agua de la fuente. Se mojan la cabeza porque al mediodía ya hace calor. Aunque no tanto como aquel tórrido verano de 1597 cuando San Francisco Solano vino a estas tierras para evangelizar y se encontró con que los choromoros se estaban yendo porque había una gran sequía. Cuentan que el Santo hundió su báculo en la tierra y que de inmediato brotó agua limpia y fresca. Desde entonces no se secó jamás y refresca las cabezas de los peregrinos que se animan a llegar hasta el lugar.
Cómo y dónde
Cómo se llega.- Desde la ciudad de Trancas hay que seguir seis kilómetros por el camino viejo de la ex ruta 9. A la izquierda se encuentra el lugar.
Jóvenes.- Misionar es el fuerte de los jóvenes franciscanos que se reúnen sábado de por medio en el convento de 25 de Mayo y San Martín. También sábado de por medio van a misionar en el asentamiento "El buen vivir", de zona sur, cuentan Joaquín García Caínzo y Jessica Esquive, presentes en la celebración de ayer.
Sorpresa en Río Hondo.- Cuenta la tradición que San Francisco iba de Tucumán a Santiago de Estero llevando carretas con maderas para construir una iglesia. El río Dulce estaba muy crecido. "No podemos pasar, el río es hondo", le dijeron. Él se apartó, oró un rato y luego volvió. "Sigamos", dijo. Las aguas se abrieron. "Ahí tienen su río hondo", bromeó. Desde entonces le quedó ese nombre a esa parte del río Dulce.
Milagros con agua.- No sólo en Tucumán hizo brotar agua San Francisco Solano. También lo hizo en La Rioja, en Salta (Metán) y en el trayecto de Santa Fe a Córdoba.
Los idiomas y la música.- San Francisco Solano tenía dos grandes recursos para comunicarse con los indígenas: les hablaba en su misma lengua y tocaba el violín, recurriendo al lenguaje más universal de todos, la música. Así conquistaba sus corazones.
Fuente: lagaceta.com.ar
