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SANTIAGO DEL ESTERO

Perpetua para Amín

“Se hizo justicia, nuestra vida nunca será igual sin María Marta, pero este fallo es lo menos que podíamos esperar”, dijeron los familiares de la víctima tras escuchar la sentencia. Hubo insultos para Amín, quien ni se inmutó por la condena. Las imágenes de una tensa jornada.
(DIARIOC, 23/09/2009) El Salón de los Pasos Perdidos, como se conoce a hall de Palacio de Justicia tucumano, fue el mudo testigo de las últimas huellas de libertad del bandeño Pablo Amín, el asesino de María Marta Arias.
Luego de dos semanas de tensión se escuchó la sentencia: “Se resuelve: condenar a Pablo Amín a la pena de prisión perpetua”. La resolución desató el llanto y la bronca de la familia de María Marta. Uno de los hermanos de la víctima, Claudio, intentó en vano llegar hasta el condenado. Una muralla de policía y familiares lo contuvo. Y estalló en llanto.
Todo empezó a las 8.30 cuando llegó Pablo Amín, custodiado por tres policías. Con sweater banco, sin cordones en los zapatos y desaliñado, como en todas las audiencias. En la sala esperaban los cuatro hermanos de su ex esposa.
El tribunal ingresó en la sala de audiencias para escuchar los alegatos alrededor de las 8.45, pidieron mesura a la prensa y el capítulo final del juicio comenzó.
La fiscalía encabezada por Marta Gerez de Rivadeneira comenzó con los alegatos. No hizo falta exponer las pruebas de culpabilidad de Pablo. No había dudas de que Amín era el responsable de la muerte de María Marta. Su confesión ante los policías, los psiquiatras y la fiscala de instrucción eran pruebas más que contundentes.
Los argumentos de la querella no variaron mucho de lo expuesto por la fiscalía, intentaron probar “más allá de toda duda” que Amín estaba consciente de sus actos, “comprendía la criminalidad del hecho” y que, aún así, “decidió matar cobardemente a su esposa”.
Amín, inmutable, escuchaba los alegatos y la descripción del crimen de su esposa, bostezaba y miraba el techo del salón de audiencias, como quien desconoce el destino de prisión que le esperaba.
El alegato de los abogados defensores, intentó en vano conseguir al menos un voto en disidencia de los tres magistrados. Los letrados procuraron impugnar los dictámenes de la junta médica alegando que los profesionales tenían “prejuicios” contra el acusado.
Luego de la exposición de las partes, los jueces Emilio Herrera Molina, Alberto Piedrabuena y Emilio Páez de la Torre, se retiraron a deliberar. “En una hora estará la sentencia”, anticipó el secretario judicial Luis Lezana Flores.
Dos horas después del anuncio, aún se esperaba la decisión. Los abogados defensores presagiaron un fallo favorable. “Se están demorando eso es una buena señal”, disparó uno de los letrados que representa a Pablo.
Decenas de personas esperaban en la puerta de la sala de audiencias. La custodia policial avisó que el tribunal había llegado a una resolución y la sala se llenó casi inmediatamente, esperando la salida de los jueces.
El tribunal ingresó, y junto con los tres magistrados que llevaron adelante el histórico proceso, llegó el secretario Lezana Flores con el veredicto.
“El tribunal de la Cámara Segunda resuelve: Condenar a Pablo Amín por homicidio agravado por ensañamiento a la pena de prisión perpetua”, leyó el funcionario.

En ese momento, Claudio y Ricardo Arias se levantaron de los lugares donde estoicamente había escuchado los testimonios de cada uno de los testigos. “Ahora vas a ver lo que es estar muerto hijo de p…”, dijo Claudio enardecido, mientras Juan Manuel, su hermano, intentaba sujetarlo.
“Te voy a matar, estuvimos dos semanas conteniéndonos mientras contaban cómo mataron a mi hermana”, se descargó el hermano de María Marta.
La madre y la hermana de Amín, Graciela Rodríguez y Andrea Vanina Oronel, respectivamente, también rompieron en llanto, mientras la policía las custodió del acoso periodístico. Ellas habían pedido que Amín sea alojado en una unidad psiquiátrica, pero la sentencia les negó esa posibilidad.
Mientras leían el veredicto, Amín miraba el piso, como ausente. Su acto histriónico de locura se mantuvo incólume hasta el último momento.
Para evitar cualquier conflicto los jueces decidieron desalojar la sala y los hermanos de María Marta fueron llevados hasta la puerta de los tribunales tucumanos. “¿A mí me agarras?, andá a sostener a ese asesino”, reclamó Ricardo Arias mientras salían de la sala.
Pablo se fue cabizbajo por el mismo pasillo, por donde ayer se lo vio entrar por última vez. Dos años después de haber matado a su mujer, un tribunal lo condenó a una de las penas más severas que establece el Código Penal Argentino.
De nada sirvió el silencio de Amín sobre cómo y por qué mató a María Marta, o su actuación ante los jueces. Pablo perdió, en el Salón de los Pasos Perdidos, su esperanza de pasar sus próximos años en un hospital psiquiátrico.

Por Diego Nofal, enviado especial a San Miguel de Tucumán
Fuente/ elliberal.com.ar

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