Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
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Philip Marlowe cabalga de nuevo

La soledad, parece ser, es un constante entre los investigadores privados de ficción, tanto los que se inscriben en la novela enigma como los que transitan la novela negra. Sherlock Holmes, Hercule Poirot, Sam Spade, Philip Marlowe y Lew Archer son criaturas solitarias.
Sin embargo, es preciso establecer algunas diferencias que se fundan, precisamente, en el modo en que cada uno de ellos es contado. El inefable doctor Watson y el fiel mayor Hastings se ocupan de describir las incidencias de Holmes y de Poirot. Sam Spade, por su parte, es contado por Dashiell Hammett. Esta tercera persona narrativa hace que Holmes, Poirot y Spade no padezcan una soledad total, como sí la padecen Marlowe y Archer: ambos relatan sus propias historias. Esa primera persona los condena y aísla sin remedio. No obstante, aquí es necesario señalar una sutil diferencia entre uno y otro: Lew Archer alguna vez fue fiel al mandato bíblico ("no es bueno que el hombre esté solo", Génesis 2:18/23) y supo formar un matrimonio, posteriormente disuelto, Philip Marlowe, en cambio, hasta su última novela vivió dignamente su condición de soltero y solitario.

En las páginas finales de Playback leemos que la bella e irresistible Linda Loring llama a Marlowe desde París y le propone matrimonio. "El aire estaba lleno de música", es la frase que cierra Playback. Todo hace suponer que Philip Marlowe abandonará su condición de soltero. Raymond Chandler murió antes de que su detective privado llegara al registro civil, circunstancia que no impidió el anunciado casamiento: entre el material inédito de Chandler habían quedado tres capítulos de una nueva novela, Poodle Springs, en donde Marlowe se casaba con Linda Loring. Treinta años más tarde la boda se llevó a cabo: Robert Parker, un avezado autor de novelas policiales, completó la novela inconclusa de Chandler. Poodle Springs apareció con la firma de ambos autores y un subtítulo que anunciaba: "La última aventura de Marlowe". Ahora, veinticuatro años después, advertimos que esa había sido su penúltima aventura.

La rubia de ojos negros se titula la novela y en ella nos reencontramos con Philip Marlowe, soltero, solitario, tal como lo había dejado Chandler en Playback. Diversos imponderables, que algunos prefieren denominar "casualidad" y otros "destino manifiesto", hicieron posible ese reencuentro. Casualmente, Ed Victor, el agente literario de los herederos de Raymond Chandler, es también agente de John Banville. Ed Victor, por sugerencia de los herederos de Chandler, le preguntó al escritor irlandés si se atrevería a poner a Philip Marlowe nuevamente en escena. "Parecía interesante -confesó Banville-, de modo que me lancé a la aventura de escribirla". Aunque, tal vez había un destino manifiesto, porque de inmediato agregó que "la idea había estado germinando en mí desde mucho antes". Si se tiene en cuenta que John Banville es uno de los más grandes escritores vivos en lengua inglesa, que acaba de obtener el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y que es uno de los candidatos al Nobel, no quedaban dudas de que el resultado de esa aventura iba a ser altamente positivo.


Fuente: Télam

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