Catamarca
Jueves 28 de Marzo de 2024
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¿Qué quedó de la vanguardia?

Los escritores y periodistas culturales Javier Cófreces, Pablo Farrés, Laura Estrin, Nicolás Mavrakis y Nicolás Cerruti respondieron a esta agencia sobre tres cuestiones en discusión permanente en la práctica literaria pero cuya velocidad pareciera haber cambiado después de diciembre del 2001 y de la explosión de las redes sociales.
Las preguntas
1.- ¿A quién considerás el autor argentino capaz de abrir un campo de discurso en la narrativa?
2.- ¿Puede pensarse la literatura como una teoría de la evolución (de los géneros o de lo que sea?
3.- En el supuesto que no se pueda, ¿qué querría decir la palabra vanguardia?

Las respuestas

Nicolás Cerruti (psicoanalista; escritor; editor)
1.- Creo que más que un autor, habría que dar lugar a una lógica editorial que congregue distintos autores, que abrirán la lógica de un discurso, fracasando cada uno a la vez, con un nuevo libro, y uno nuevo, pero que en conjunto realicen aquello que introduce un campo. En este momento, uno capaz de hacerlo sería Luciano Lutereau.

2.- Ojalá algo en la literatura evolucionara. Pienso más bien en esa parte de la teoría de la evolución bastante cercana a definir lo extraño, circunstancial y contingente: la mutación. Creo en la mutación de la literatura, con todo y sus engendros.

3.- Vanguardia, una bella palabra de entonces. Ahora, parte de un discurso que no sabe nombrar todo aquello que queda por fuera del espíritu de una renovación, de la actualidad de una época, o simplemente, de leer aquello que no responde a los cánones de una lógica política. Creo en una vanguardia como un discurso fuertemente politizado.


Laura Estrin (escritora; editora)
1.- A veces sostengo la idea de originalidad... Pareciera que nadie salió del capote de Borges aún o nadie caminó a partir de algunos extremos de ciertas obras todavía. Aunque me gustaría discutir algunos nombres concretos, la literatura no es cosa generalizable.

2.- En la literatura hay irrupción, magia, dioses, infierno, nada de progreso, evolución y otras formas teóricas que tuvieron su origen en lecturas concretas para luego abandonarlas. La idea de evolución formalista, de tío a sobrino, está en la obra del ruso Pilniak, en su relato Caoba, de donde seguramente Tinianov la valoró.

3.- Lo que la crítica puede leer y entender: lo institucionalizado, lo permitido o masticado de un momento histórico determinado y que coagulado como nuevo se pide de rodillas que se repita, que se repita.


Nicolás Mavrakis (escritor; periodista cultural)
1.- Si por campo de discurso entendemos una zona de la imaginación que resulte disruptiva en relación a los antecedentes inmediatos, creo que la forma en que Martín Felipe Castagnet escribió sobre qué es internet en su novela Los cuerpos del verano, la forma en que Sebastián Robles y Violeta Gorodischer sondearon el imaginario de los 90 en Los años felices y Los años que vive un gato, y la forma en que Luciano Lamberti y Hernán Vanoli trabajaron el tono y la densidad de la ciencia ficción y lo fantástico en sus últimos libros, marcan un horizonte de expectativas estéticas interesantes.

2-3. Los formalistas dirían que las formas literarias más bien involucionan y se agotan. En ese sentido, la vanguardia es un paso experimental necesario. A veces algo puede también ser interesante, además de vanguardista. A veces es solo vanguardista. Pero al final, creo que pasa algo parecido entre las vanguardias literarias y las vanguardias de combate: ninguna suele sobrevivir la guerra; ninguna sirve para mucho más que vislumbrar un asunto más complejo y general del cual tendrán que ocuparse en serio los que vienen atrás.


Javier Cófreces (escritor; editor)
1.- No sé muy bien lo que es un campo de discurso. Sé lo que es un campo de disfrute. Imagino que la pregunta apunta a autores contemporáneos. Los clásicos argentinos, seguro que ya no se discuten; me refiero a Sarmiento, Mansilla, Hudson, Mujica Láinez o Borges, ¿verdad? En cuanto a los vivos, mis fichas van a Hebe Uhart, César Aira y al más joven Federico Jeanmarie. Espero con fervor sus nuevas obras. Mi campo de discurso consiste en recomendarlas cuando me gustan (no suelen defraudarme).

2.- Siempre habrá teorías de la evolución... Está claro. Los académicos sabrán formularlas y encontrarle la vuelta para tener material en tesis y ponencias. Y mientras ellos las desarrollan, nosotros, los lectores, nos entretendremos disfrutando los libros que nos dan placer leer. Cuando nos zambullimos en esos textos encontramos recursos que siempre nos sorprenden. Alternativas de expresión que nos sacuden y que nos permiten decir: este autor/a la rompe. ¡Salud!

3.- Todos sabemos lo que significa la palabra vanguardia. Tengo para mí que se trata de una concepción que se valora de joven. En la madurez ya no interesa tanto esa categoría. Sólo interesa la nobleza de la obra. Esa trascendencia en nuestro juicio ya pasa por conceptos más modernos y superadores que el de vanguardia.

Pablo Farrés (escritor)
1.- No sé, no tengo idea. Quizás no se trate tanto de un autor sino de alguna nueva perspectiva de lectura sobre algunos textos del pasado. El ángel de la historia avanza de espaldas al tiempo, ¿no?

2.- La noción de un tiempo evolutivo en la literatura es ajena a la simultaneidad que constituye a la literatura. No me parece que El proceso sea anterior ni anterior ni posterior que El Quijote, ni que sean libros que se hayan acabado de escribir. Sí, seguramente, existirá la evolución de los géneros, pero ahí lo importante no es la noción de evolución sino que ésta es índice de que los géneros no son más que forceps de la literatura -más bien una literatura ortopédica. Los géneros sólo sirven cuando se los deja bien atrás, y ahí es cuando ya no hay evolución del género, sino simple literatura. Y al revés también: el facilismo generacional relativo a determinados cliché temáticos termina reduciéndose a mero género.

3.- Institucionalización de la desintitucionalización del arte. Pretenderse hoy vanguardista es convencer a la hormiga de que es un elefante. La exigencia de lo nuevo con su temporalidad evolutiva, la utopía de hacer de una vida un arte y del arte una vida, postulan la misma lógica de la mercantilziación de la existencia. No hay mayor legado de las vanguardias que las publicidades de televisión y facebook. En el fondo de la vanguardia sólo hay tristeza. Para nosotros, la vanguardia sigue siendo la gauchesca.

Fuente: Télam

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