Catamarca
Sabado 20 de Abril de 2024
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Recuerdos de Córdoba

En Recuerdos de Córdoba, el escritor Flavio Lo Presti consigue dar forma a una ficción de colores autobiográficos que se anuda en dos partes, la primera, como una serie de vidas imaginarias de escritores argentinos en gira, la segunda, más personal e íntima, que no elude la autorreferencia pero dónde despliega con agilidad su potencia narrativa.
El libro, publicado por China Editora, se ahorra los lugares comunes pero es imposible no reírse conociendo a alguno de los personajes. Sin embargo, Lo Presti es un tipo que parece sobrellevar bien cierta melancolía.

Lo Presti es crítico literario y Recuerdos…es su primer libro. Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T : En el libro decís que siempre quisiste escribir una novela o escribir ficción. ¿Pensás que lograste ese objetivo con Recuerdos...?
R : El libro está armado con textos que fueron escritos, en su mayoría, para una columna (es una forma de decir, porque tienen un poco el aire anecdótico y ligeramente especulativo y las dimensiones de las aguafuertes artlianas) que escribo desde hace tres años en el suplemento Ciudad X de La voz del Interior, de Córdoba. A la hora de editarlo lo organicé procurando que tuviera un orden temático y al mismo tiempo una progresión que hiciera sentir transformaciones en el personaje (de hecho la parte final, Hospital Córdoba, es un epílogo escrito a propósito para el libro), como en una novela. Pero no es lo mismo que sentarse y escribir una novela, creo que es un desafío pendiente o en todo caso una tarea de otra naturaleza.

T : Si uno es un lector ingenuo y no supiera quiénes son algunos de los protagonistas, lo que contás podría haber ocurrido o no y ser perfectamente genuino (y no importa ser o no un lector ingenuo) pero entonces ¿cómo romper ese molde de acá para adelante?
R: Es difícil romper ese molde: lo que escribís te setea. Hace poco me pidieron un cuento para la revista cultural de la Universidad Nacional de Córdoba y, si bien coincidía con el formato actual de la columna (1200 palabras aproximadamente), terminó pareciéndose demasiado a los textos que escribo para Ciudad X. Quizá mis posibilidades por el momento estén en explotar esa forma, jugando con la extensión, según lo que quiero contar: estoy escribiendo un libro de cuentos ahora, todos con esa base un poco autobiográfica pero tratando de alejarme, de inventar, hasta llegar a tocar los géneros (un poco el terror, un poco el fantástico). No es una decisión del todo consciente, tengo una serie de historias que quería escribir y estoy resolviéndolo lo mejor que me sale.

T : Recuerdos de Córdoba envía, creo, a Recuerdos de provincia. Si fuera así, ¿cuál sería el nexo entre una novela y la otra?
R :El nexo con Recuerdos de provincia: sujeto del interior, con mínimos recursos, un poco autodidacta (en mi caso a pesar de la universidad), y hasta ahí nomás. Yo no soy políglota ni voy a ser presidente de la nación (al menos tengo esa impresión y ningún horóscopo la contradice).

T : ¿Cómo pensar la literatura argentina -incluso, o sobre todo la que no se produce en Buenos Aires y adyacencias- después del 2001? Dos plazas fuertes parecen ser Córdoba y Rosario; una tercera: Bahía Blanca.
R : Me cuesta bastante pensar las cosas en esos términos, he ido leyendo a los autores como individualidades y no como elementos de pequeños sistemas locales. Tengo la impresión de que cuando se hacen lecturas desde esa matriz, se piensa como una aplanadora de diferencias. Te doy un ejemplo: yo reseñé mal (negativamente) un libro de Luciano Lamberti, una reseña que está bien pero que lee mal El asesino de chanchos; después elogié algún libro de Federico Falco, y en una reunión alguien de Buenos Aires me dijo: pero cómo, ¿te gusta Falco y no te gusta Lamberti? Si los dos son cordobeses... Me pareció siempre una muestra del tipo de error que se comete cuando se piensa así. Pero además, estoy incapacitado, porque si bien a los narradores cordobeses (que son muchísimos) los conozco a todos, no tengo el mismo conocimiento sobre la poesía porque me cuesta muchísimo leer el género, ni tampoco sobre el ensayo, que circula de una manera más complicada, filtrado entre la prensa y la academia. Escucho cosas sobre gente de Bahía Blanca y Rosario que está más relacionada con la poesía, pero no los he leído por esa especie de sordera, de la que en algún momento me sentí culpable (porque es un desinterés y porque se dice que la falta de lectura de poesía se paga en lo que escribís como narrador) pero que ya no me afecta porque no puedo hacer nada con eso. Por otra parte, algo pasó con las prácticas relacionadas con la producción y circulación de literatura después del 2001, pero no me interesa pensarlo (no porque no valga la pena, a mí no me interesa). Esos doce años son para mí autores y libros que me gustaron, leídos como fuera de contexto. La lista no es larga, es injusta y odiosa, por eso no conviene hacerla, pero hay ineludibles: El pasado, de Alan Pauls, Rabia, Un amor para toda la vida y Era el cielo, de Sergio Bizzio; el libro de (Carlos) Busqued (Bajo este sol tremendo), que es buenísimo. La reedición y rescate de los libros de (Salvador) Benesdra y (Jorge) Barón Biza.

T : Recuerdos.. está muy bien escrita, el personaje no condesciende consigo, no se perdona y algo que llama la atención: no hay jerga, palabras de provincia. ¿Qué opinás al respecto?
R : Contra lo que parece ser la opinión general, en Córdoba los escritores suelen evitar los recursos de los humoristas y por lo tanto evitan el jerguismo (que por otra parte ha producido literaturas muy interesantes, ahora se me viene a la cabeza Zazie en el metro o el monólogo del Ulises que se chorea (Ricardo) Piglia en Respiración artitificial, o Puig, digamos). En mi caso, hago casi siempre lo que me sale, y lo que me sale es ese estilo lleno de comas y subordinadas que intenta evitar el aburrimiento (el mío cuando escribo y el del lector cuando lee- eso es más dificil), pero caer en una suerte de costumbrismo dialectal nunca fue un peligro.

T : En la vertiente de reseñista o periodista cultural, no escondés la mano. Eso está bueno, creo: opinás, argumentás, decís. ¿Cómo sobrevivir en un medio literario como el argentino, donde hay un mercado de libros para escritores que con suerte son 2 mil tipos?
R : El tema es qué justicia hay en eso. Leo frecuentemente rechazos al ejercicio de una crítica negativa, como si ese tipo de lectura no pudiera ser productiva, y además pasa esto: cuando escribís reseñas, a veces el libro no te gusta y tenés que hacer un esfuerzo por justificar ese disgusto, pero muchas veces te encontrás usando para el rechazo argumentos que usás para defender otro libro. Y a veces cometés injusticias cuando hacés una reseña negativa, y eso te persigue como una culpa. Entonces últimamente me pregunto si tiene sentido, aunque hay algo en mí que me indica que una reseña tiene que dar cuenta si el libro está a la altura de las tradiciones con las que dialoga, al menos. Y a veces eso no pasa. Con respecto a sobrevivir, la pregunta puede querer decir dos cosas. Si me preguntás por qué reseñar negativamente un libro en un medio tan pobre, la respuesta está en el párrafo anterior. Si me preguntás cómo sobreviví yo, dos cosas: es mínima la consciencia que tienen los lectores de suplementos sobre las firmas que están al pie de los artículos, y entre aquellos que se lo toman más en serio creo que es más fácil sobrevivir oexistir si uno escribe el reporte minoritario, la nota disidente entre una catarata uniforme de loas y palmadas en la espalda, aunque nunca especulé con eso. En general, escribo (con la mayor honestidad que puedo) lo que me parece.

Fuente: Télam

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