Escritos entre 1963 y 1974, cuando comenzaba su itinerario profesional, cada cuento va acompañado de un comentario de la autora, además de un prólogo en los que explica estos primeros escarceos con la escritura a lo largo de una década.
Así es como la propia Le Guin nos revela la poca distancia que puede existir entre un cuento y una novela, cuando un personaje secundario "no se hundió obedientemente en la oscuridad cuando el relato hubo terminado, continuó existiendo: 'Escribe mi historia'. decía, 'soy Rocannon. Quiero explorar mi mundo...'. Así que le obedecí. Es realmente imposible discutir con esta gente".
Para Montero, el rasgo más distintivo de la obra de Le Guin es su grandeza: "le cabe el Universo en la cabeza. Posee una visión panorámica, una mirada totalizadora, serena y compasiva, y al mismo tiempo tiene un don para penetrar en los entresijos de lo pequeño, del oscuro corazón de las personas, de las pasiones fragorosas y efímeras".
Fuente: Télam