El informe analiza que “en relación al año 2010 esto representa una reducción en esta franja etárea del cuarenta y cinco por ciento, lo cual es bienvenido, pero mucho es aún el trabajo que debemos desarrollar para evitar las consecuencias de esta ‘enfermedad social’ que nos afecta y, particularmente, en este sector tan delicado”.
“Para ello son fundamentales dos herramientas: la Educación Vial como formación en valores de nuestros niños y jóvenes, y el conocimiento por parte de los adultos de las ‘limitaciones naturales’ del niño. El niño no es un adulto pequeño”, acentúan los expertos.
Aseguran que el niño no puede ser “adaptado” al tránsito, y que por ello, el tránsito debe adaptarse al niño.
“Los adultos responsables debemos informarnos y tomar conciencia de las limitaciones físicas y psíquicas de nuestros niños”, aconsejan.
Citan como ejemplo de los errores que se cometen al conducir en la vía pública, que muchos suelen tener por costumbre “tocarles bocina” o “hacerles luces”, a niños que se encuentran en la vía pública, creyendo que con ello su paso se encuentra asegurado.
Y mencionan entre las limitaciones físicas de los niños que se deben tener en cuenta:
Altura: su menor altura, le dificulta el tener un panorama amplio de lo que sucede.
Velocidad: si bien son ágiles físicamente, las limitaciones psíquicas, los llevan a cometer errores en forma frecuente.
Coordinación: grandes dificultades para articular lo que perciben, con sus movimientos. En casos de peligro, tienden a quedarse inmóviles o ir en sentido equivocado a la situación.
Visión: menor campo visual que un adulto.
Fuente: elliberal.com.ar