Catamarca
Viernes 19 de Abril de 2024
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Rey Rosa y un retrato en crudo de la violencia guatemalteca

El escritor guatemalteco Rodrigo Rey Rosa visita estos días Buenos Aires para presentar su última novela, "Los sordos", que bajo la apariencia de un thriller deja al descubierto la cruda realidad de Guatemala, dividida entre la ancestral comunidad maya y el mundo de los blancos, en el marco de una violencia extrema.
A partir de la desaparición de un niño sordo y de la joven hija de un banquero rico, que al principio no parecen vinculados, se desarrolla esta novela -publicada por Alfaguara- que en su trama expone la realidad de un país en el que la violencia cotidiana obliga a la clase dirigente a depender de guardaespaldas, mientras los campesinos sobreviven como pueden.

Sin embargo, esa realidad lacerante transcurre en un universo ambiguo donde nada es lo que parece: un hospital puede ser un lugar para sacarle órganos a niños indígenas o para curar la sordera de uno de ellos. Un lugar para atontar con drogas a una paciente o ayudarla a liberarse de un padre tirano.

Rey Rosa nace en Guatemala en 1958 y luego de finalizar sus estudios reside en Nueva York, donde se matricula en una escuela de cine. Conoce a Paul Bowles (1910-1999) en su taller de Marruecos; el escritor le traduce sus tres primeras obras al inglés y enseguida fue conocido en el mundo anglosajón.

Entre sus libros figuran las novelas "El cojo bueno", "Que me maten si...", "La orilla africana", "Caballeriza", "El material humano" y "Severina"; los relatos "Ningún lugar sagrado", "Otro zoo" y "Siempre juntos y otros cuentos".

En una entrevista con Télam, Rey Rosa contó que su regreso a Guatemala, luego de 15 de años de ausencia, le permitió ver de una manera evidente la vida en un país con dos realidades.

- Télam: Esas realidades, la comunidad maya y el mundo de los blancos, parecen irreconciliables en la novela...
- Rey Rosa: Sí, el regreso me permitió ver con más crudeza el cisma de esos mundos y de dos grupos de lenguas que no tienen nada en común y que han vivido paralelamente por siglos; yo no sabía al escribir que iba a terminar en el Occidente del territorio, donde se asienta la mayoría de la población maya.

De hecho, habían ocurrido dos o tres cosas muy inverosímiles en la ciudad: Yo no quería escribir sobre eso, pero quería escribir ese mundo de blancos, donde lo inverosímil es lo cierto.

Hubo un crimen muy sonado de un abogado, que pasó por Harvard y Oxford. Se llamaba Rodrigo Rosenberg y él hizo publicar un video, que se repartió el día de su muerte (mayo de 2009): ´Si usted está viendo ese video, yo estoy muerto y los responsables son el presidente de Guatemala, su secretario privado y la primera dama´. Después se descubrió que él planeó su propio asesinato.

Yo quería una historia que tocara esos límites de verosimilitud, pero no esa psicosis burguesa de un tipo que reacciona así frente a su quiebra. Quería contar un entramado que estuviera en esa dimensión, ese era mi ambiente, y una cosa me llevo a otra hasta llegar a la tierra de los mayas.

- T: El título "Los sordos" remite a una característica de los personajes, cada uno ensimismado en su mundo sin ver a los otros que los rodean, como un diálogo de sordos...
- R.R.: Cuando escribí esa palabrita en la introducción la última semana de escritura, dije éste es el título de la novela. Todos son sordos a los demás.

La lengua es lo único que queda como emblema, cohesión y resistencia de esas culturas. Eso resalta. Son 22 etnias mayas con distintas lenguas que no son armónicas entre sí. Tienen conflictos históricos. Los españoles en su rol de conquistadores se aliaron con unos para ponerlos contra los otros. Eso queda en la memoria.

- T: Siempre los datos de la realidad local se entreveran con la ficción ¿Es una búsqueda deliberada?
- R.R: La considero una novela realista aunque en un país con tan diferentes estratos nada se puede abarcar con una sola mirada. A veces lo que se cuenta parece, no hechos, sino alucinaciones. Siempre me ha gustado ese límite de no saber si estás en este mundo o en otro.

- T: ¿Qué garantiza la supervivencia de esas culturas?
- R.R: Lo mismo que a los demás, estamos en el mismo barco y ellos han resistido con sus lenguas, tradiciones, memoria y leyes como el tema de la justicia de los mayas, que no se ha roto todavía y que se remonta a la época precolombina.

Una justicia que ahora es legal, aunque muchos congresistas que estuvieron de acuerdo para que así afuera, hoy se arrepienten, es una nueva constitución declarada poco antes de que se firmara la paz. Creo que es el tratado 189 de la OIT que permite la autonomía de decisión de los pueblos indígenas. Y la firmaron.

No es fácil, la gente indígena es por lo menos el 50 por ciento de la población, para algunos es inconstitucional, pero figura en la constitución. Claro que hay problemas, el Estado no garantiza un intérprete para quien está siendo juzgado. Y en las cárceles y en los psiquiátricos mucha gente no sabe por qué está ahí. Y eso pasa por no hablar el español.

Guatemala tiene el índice de analfabetismo más alto después de Haití y corresponde a personas que no saben leer ni escribir en español. Hay una resistencia voluntaria a no aprender.

- T: ¿Qué pasa con los mayas que fueron incorporados al ejército durante la guerra civil (1980-1996)?
- R.R.: Los que pasaron por los PAC (Patrullas de autodefensa civil creadas por el Ejército de Guatemala como parte de la política contrainsurgente) ejercen su derecho de manera antimaya, propugnan el linchamiento. En Occidente hay uno por semana si no hay más. Generalmente linchan criminales, ladrones o violadores.

Hace cinco años un relator de la ONU dijo: "Si yo fuera criminal elegiría Guatemala para hacer carrera", debido a la impunidad altísima. Hoy en día muere más gente por arma de guerra que durante la guerra que sufrió el país.

La gente está consciente que no da para más. El general José Efraín Ríos Montt que gobernó de facto el país entre 1981 y 1982 fue condenado por genocida recién el año pasado y el 20 de mayo pasado la Corte Suprema anuló la sentencia. El fue el responsable de la masacre o desaparición del 30 por ciento de la población maya. Los números son apabullantes.

- T: Con este escenario de fondo ¿Qué permite la literatura?
R.R. La ficción hecha con seriedad te impide la falsedad interior. Hay que ser muy escrupuloso en no falsear la realidad.

Fuente: Télam

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