Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
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Richard Ford, los libros y las cosas

"Mis libros no son reflexiones culturales ni sociológicas, son cosas con personajes y hechos que no interesa cómo encajan en el sueño americano", dice el escritor sobre "Canadá", novela a la manera de clásicos de Dickens o Twain protagonizada por un niño que recorre el camino hacia la adultez abandonado a su suerte.
"No sé qué decir del sueño americano excepto que debe ser igual al argentino: autosuficiencia, prosperidad y liberación del pasado hacia un horizonte esperanzador", dice a Télam Ford, considerado unos de los mejores escritores norteamericanos vivos, sobre la novela publicada por Anagrama en el país, una historia amorosa y despojada de gente común capaz de actos extraordinarios, pero en el más triste de los sentidos.

Al abrir el libro -más de 500 páginas que corren deprisa para el lector- el narrador dice: "Primero contaré lo del atraco que cometieron nuestros padres. Y luego lo de los asesinatos, que vinieron después. El atraco es la parte más importante, ya que nos puso a mi hermana y a mí­ en la senda que acabarí­an tomando nuestras vidas. Nada tendrí­a sentido si no contase esto antes".

El protagonista es Dell Parssons, un niño de 14 años que vive en en la rocosa Montana, en el seno de una familia clase media tipo -su gemela Berner, un padre militar y una madre docente-, pero emprende un desahuciado derrotero que lo lleva por la frontera hasta Canadá, luego de que la pareja caiga presa por intentar robar un banco.

"El ejercicio breve de cruzar fronteras de todo tipo: infancia y madurez, inocencia y culpabilidad, Estado y Nación, acción e inacción", fueron motor de "Canadá" para el prolífico escritor nacido en Jackson, Mississippi, en 1948.

"Canadá" mismo es una frontera, un puente entre los bordes del policial, el retrato de familia, el relato costumbrista, la novela de iniciación y la road movie; y es el propio protagonista quien cruza, a sabiendas o contra voluntad, las líneas que separan al niño del adulto, al testigo del cómplice, al dador del desamparado.

Si los personajes abrazan cierta frustración o reflejan en sus duras historias el interior de Estados Unidos -cierta bruma de prostergación flota a su alrededor y el de los escenarios limítrofes donde transcurre la acción-, para Ford no es algo plausible de ser analizado fuera de las márgenes del escritor.

"Esta cuestión es totalmente literaria -asegura-, Charley Quarters, Florence o Mildred son simplemente personajes secundarios que si existieran fuera de mi novela de ninguna manera estarían partidos. Cada uno tiene su historia compleja, su vida interior, sus esperanzas y amores".

¿Cómo surgió la historia? "En 1989 escribí un par de páginas sobre un chico que llevaban contra su voluntad a través de la frontera de Estados Unidos y Canadá. Eso era todo. Luego la vida intervino, dejé las páginas de lado y no retorné a ellas hasta que hubieron pasado más de 20 años".

Durante las décadas que mediaron "fui tomando notas sobre esa idea de modo que cuando retomé la historia contaba con cientos de notas acumuladas -rememora Ford- Deseaba imaginar la vida en términos de fronteras, todos tipo de bordes. Estas no son obsesiones para mí­, sólo prismas temporales que me permiten ver la vida de manera fresca".

"Por alguna razón retuve alguna clase de niño vivo dentro mío", reflexiona sobre la voz cándida y simple del narrador que llega a los lectores luego de novelas como "Un trozo de mi corazón", "La última oportunidad", "Incendios", "El periodista deportivo", "El dí­a de la independencia" y "Acción de gracias".

"No estoy seguro de por qué esto me parece una buena forma de ver la vida desde que une dice que los chicos no saben mucho o no ven las cosas como son, pero la adolescencia es sólo una fase de la vida y supongo que escribo sobre ella para encontrar sentidos", afirmó.

En esta novela "también estuve interesado en conectar la vida de las personas incluida la mía, para que esos adultos cobraran sentido como una extensión de su juventud", observa, debido a que "la mayoría de veces uno puede acercarse a la vejez y a la muerte con la convicción de que la vida es una suma de hechos".

¿Y por qué Canadá? "Es el paí­s donde siempre hay un buen lugar para mí, un espacio de tolerancia y restauración aparentemente muy similar a Estados Unidos pero en realidad muy distinto. Develar las diferencias que oculta esa supuesta monotonía es una idea muy interesante, una clave de negociación en la vida".

"La aceptación -retoma Ford-, es central en este libro; aceptar sin la necesidad de mentirse a uno mismo. Todos los libros que escribo, supongo, desean expresar que la vida puede ser vivida de manera plena y realista, desde su afirmación y sin negaciones".

"Dell viene a darse cuenta que sus padres son sólo seres humanos (volcados a la estupidez, la pereza, el miedo o el error), y ser capaz de ver a sus padres de una manera tan falible -como todos debiéramos- es esencial para crecer", concluye.

Fuente: Télam

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