Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
Buscar:

Se cumplen 50 años de la encíclica papal "Pacem in Terris"

Se trató del primer documento papal de la iglesia católica que cruzó el límite de su propia institución al llamar a la humanidad a trabajar por la paz del mundo, en el marco de la guerra fría y de conflictos bélicos de larga data.
El documento, de tiempos del Concilio Vaticano II (1962-1965), introdujo la temática política y social y marcó un antecedente de futuras encíclicas que avanzaron sobre el concepto de que "a la paz se llegaba con justicia" (Populorum Progressio, de Paulo VI).

Bajo el nombre de Pacem in Terris (Paz en la Tierra) y el subtítulo: Sobre la paz entre todos los pueblos que ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad, la encíclica fue novedosa porque su autor, Juan XXIII, la dirigió a las autoridades de la iglesia, al clero, a los fieles y a todos los hombres de buena voluntad.

"Pacem in Terris se dio en medio de una gran tensión mundial alimentada por la carrera armamentista de los países más poderosos de la Tierra y la posibilidad de una guerra nuclear", dijo a Télam Domingo Bresci, cura párroco de San Juan Bautista, del barrio porteño de Saavedra.
En ese escenario, en el que el Concilio Vaticano II reunió a todos los obispos del mundo -donde primó la necesidad de la iglesia de hacerse presente en la sociedad-, la encíclica "fue un llamado a la paz, pero a una paz activa, ya que la misma estaba amenazada por las guerras", dijo Bresci.

El sacerdote se refirió así a la llamada crisis de los misiles, cuando Rusia instala el armamento en Cuba, a 50 kilómetros de las costas de Estados Unidos, un año después de la invasión del presidente de EEUU -John F. Kennedy- a Bahía de los Cochinos; y otras intervenciones e invasiones, como las que mantenían Palestina e Israel.

"La carrera armamentista y científica en función del poderío de las potencias que se dividían el mundo marcaba la época y amenazaba la paz, a pocos años de una segunda guerra mundial que había dejado 50 millones de muertos", describió el sacerdote.

Pacem in Terris propicia "luchar por una mayor convivencia y justicia entre los pueblos. Es la primera vez que una encíclica se enfoca con una visión universal, en la realidad del momento. El tema principal había dejado de ser lo que pasaba en el interior de la iglesia para pasar a ser el destino en juego de la humanidad".

En esa línea, "Pacem in Terris" insta por "una nueva comunidad internacional", al propiciar "la superación de las limitaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que se había creado en 1945, y con el objetivo de conseguir que "la opinión de unos países no tuviera más peso que la opinión de otros".

Para Bresci, "Pacem in Terris" se anticipa y marca el rumbo de encíclicas posteriores "que destacan el significado de la paz en conexión con la justicia y los derechos".

"Si quieres la paz, trabaja por la justicia", es la frase de Paulo VI que muestra el contenido profundo del concepto de paz que más tarde aparecerá en otra idea: la que dice que "el desarrollo es el nuevo nombre de la paz".

La encíclica Populorum Porgressio, que en 1968 promulgó Paulo VI, avanza en las denuncias de un mundo en la que la explotación de los países desarrollados sobre los países "en vías de desarrollo" y la propiedad de los medios de producción había ocupado el centro de la escena.

Consultado por Télam, Eduardo De la Serna, de Curas en Opción por los Pobres, (OPP), dijo desde Colombia "que lo novedoso de la encíclica Pacem in Terris fue el destinatario que tuvo: no sólo se dirigió a los miembros de la iglesia sino a todos los hombres de buena voluntad".

A través de este documento "que es el más importante después de los concilios, Juan XXIII invita a la sociedad toda a tener en cuenta el tema social, y le da una dimensión internacional", afirmó el sacerdote.

"Por eso, concluyó De la Serna, la siguiente encíclica, cuyo nombre fue Populorum Progressio, de Paulo VI, motivó que el Wall Street Journal la llamara marxista".

Para el teólogo y filósofo Rubén Dri, la encíclica de Juan XXIII, marca un cambio de sentido a la inercia que mostraba la iglesia católica.

"La iglesia, según Dri, se había opuesto por mucho tiempo a las libertades modernas de la época proclamadas a partir de la Revolución Francesa: la libertad de expresión, de conciencia, de religión", entre otras.

"Para nosotros, esas libertades eran indiscutibles pero la iglesia se negaba a aceptarlas; incluso, rechazaba los avances que pocos años antes se habían logrado en términos de derechos", sostuvo el especialista y ex cura.

Para Dri, "todos esos avances minaban el poder de la iglesia, que era la que dictaminaba sobre la conducta humana".
"Con esos nuevos aires que para muchos sacerdotes y fieles trajeron el Concilio Vaticano II y la encíclica del Papa, la iglesia empezó a correrse del lugar de autoridad absoluta", afirmó el filósofo.

El apartado 159 del capítulo V de la encíclica "para nosotros fue clave para el cambio. Fue una apertura desconocida para los que estábamos en la filas de la iglesia y con el paso del tiempo, creo que fue revolucionario", estimó el especialista.

En su enunciado expresaba que "era necesario distinguir entre las teorías filosóficas falsas sobre la naturaleza, el origen, el fin del mundo y del hombre y las corrientes de carácter económico y social, cultural o político, aunque tales corrientes tuvieran su origen e impulso en tales teorías filosóficas".

"Al poder diferenciar las doctrinas filosóficas de las corrientes y los movimientos que nacían y se desarrollaban al calor de los tiempos, se legitimó el trabajo conjunto de ateos, materialistas y católicos, entre otros, en temas y prácticas en los que teníamos objetivos comunes, algo que la doctrina de la iglesia había prohibió hasta el momento.

Fuente: Télam

(Se ha leido 191 veces.)

Se permite la reproducción de esta noticia, citando la fuente http://www.diarioc.com.ar

Compartir en Facebook

Sitemap | Cartas al Director | Turismo Catamarca | Contacto | Tel. (03833) 15 697034 | www.diarioc.com.ar 2002-2024