Catamarca
Jueves 28 de Marzo de 2024
Buscar:

Se lee la diferencia, se lee un encuentro, un dialogo

En Literatura&Psicoanálisis. El signo de lo irrepetible, la escritora y periodista Flor Codagnone, en tándem con el también escritor y psicoanalista Nicolás Cerruti, componen un dueto que de manera irrepetible abre la posibilidad de un encuentro entre dos prácticas frecuentadas pero no siempre -como suele creerse- de la manera más feliz.
El libro, publicado por la casa Letra Viva, inaugura la colección Literatura&Psicoanálisis, lleva un prólogo de Andres Neumann, y recorre una serie de mojones siguiendo los rastros del carmín.

Codagnone escribe en diversos medios, es autora del poemario Mudas y participó de la traducción de Los Beatles y Lacan: un réquiem para la Edad Moderna. Cerruti es coautor, junto con Florencia Fracas, de Hablemos de angustias. Ensayo psicoanalítico, del libro de cuentos Disculpe las molestas ocasionadas y de la novela La voz en off.

Este es el diálogo que sostuvieron con Télam.

T : ¿Bajo qué hipótesis organizaron el libro, y con qué criterio hicieron la selección de escritores?
FC : El libro fue surgiendo gracias a la coordinación que hace Nicolás en la sección Literatura, de la página elsigma.com; un portal especializado en psicoanálisis. Allí, él va proponiendo un ensayo de cruce, de diálogo -de choque, por qué no, también- entre la literatura y el psicoanálisis; luego un cuento, y luego unas poesías. Siempre intentó conservar la forma de un decir joven, de gente que aun sin estar consagrada, pueda autorizarse para exponer lo que piensa sobre dicho cruce.

C : Ese juego fue Flor la primera en entenderlo a la perfección. Envió sus textos, siendo ella una investigadora de la poesía, de la musicalidad de las palabras, interrogando (como periodista que es) los enveses de las tramas en esa relación entre literatos y psicoanalistas.

FC: Luego, Nicolás, que también entendió el juego, intentó responderle de la mejor manera: elaborando un nuevo texto que pudiese abrir los interrogantes antes que cerrarlos en afirmaciones vanas, que establezcan territorios. De esa manera un tanto lúdica, el libro se fue armando solo, digamos, con lo que a cada uno quemaba en el momento en que se desarrollaba su escritura. La selección de los autores, de los temas más bien, fue producto de lo que cada uno estaba investigando, leyendo, proponiendo por su lado. El desafío fue entenderse en ese cruce, respetando los saberes del otro.

T : Si se destaca algo en este trabajo es que siguiendo a Freud, a cierto Freud, no caen en la tentación de interpretar las obras. ¿Cómo se evita esa tentación, eso que se llama psicobiografía?
C : Casi al principio del libro, Flor cuenta la historia del punk, desarrollando lo que Greil Marcus llamaría relatos de carmín. Puede ser pensado como un tópico, un procedimiento válido para interrogarse sobre este cruce entre literatura y psicoanálisis. Allí se cuenta que para suplir relatos débiles, ausencias en la historia u afirmaciones que zanjen rápidamente las cuestiones, se recurre a un relato de maquillaje. Justamente esto nos advierte que existe la tendencia de buscar grandes historias, grandes hombres. Eso torna débil cualquier relato. Si algo se fue escribiendo, es que estamos inmersos en esta dificultad, y una de las formas de sacarse el problema es psicologizar todo, algo horroroso por cierto.

Querer explicarse todo no sólo es un procedimiento inútil, sino despreciable. Este libro trata de las contingencias, de los encuentros. ¿Cómo interpretar un encuentro? ¿Cómo llevar el sentido a un acontecimiento? Tanto uno como el otro, estamos lejos de querer interpretar nada. Nos parece mucho más válido crear allí donde las preguntas van surgiendo, donde no se puede uno sacar los temas tan fácil del cuerpo. Porque los grandes protagonistas de este libro son las palabras, la escritura, el goce, el cuerpo, el amor, más allá de las personas, de los escritores. Lo que nos interesa es cómo cada uno desarrolló su particular forma de gozar en la creación. Frente a la invención, frente al arte, la interpretación debería ser la gran ausente de la obra.

T : ¿A qué apunta el signo de lo irrepetible? ¿Qué es lo irrepetible?
C : Un signo, señala Lacan, significa algo para alguien. Ese nos posiciona en lo humano de por sí. Ahora, un signo irrepetible, un signo único, eso no existe. Todo signo porta una convención, y ella se confirma en una sociedad. Más aún, un signo no sólo irrepetible, sino el signo de lo irrepetible, destaca al signo con otro valor. Es un signo, sí, irrepetible, sí, pero es el signo que se signa como irrepetible, parece un trabalenguas. Recuerdo al dios desconocido que San Pablo vio en los griegos y que Nietzsche elabora en sus poemas. Es muy difícil dejar a un signo en su estatuto de desconocido, pero claro, luego nos damos cuenta que todo signo tiene algo de ese desconocido, si no, imposible cambiar. Por suerte las palabras hacen las cosas, las hacen existir, pero a la vez, las dejan en una indeterminación bastante segura.

FC: Cuando en el libro hago la presentación por la literatura digo que una escritura no es igual a otra, que un deseo no es igual a otro, que no hay escrituras idénticas. En ese sentido es que aparece la frase signo de lo irrepetible. Como algo relativo a la intimidad, a la subjetividad, a la identidad, a lo propio. Tiene que ver, también, con algo que dice Nicolás, con lo desconocido, con eso que desconocemos de nosotros mismos y que nos permite cambiar, mudar, y con lo que la literatura y las palabras pueden hacer con eso.

T : ¿De qué música hablan, la de las palabras, del encadenamiento de las palabras? La música, ¿no excede siempre la posible interpretación de las frases, la frase?
C : ¿De qué música hablamos? ¿Hablamos de música? No lo recuerdo. Pero es seguro que el germen de este libro nos ha disparado a cada uno por lugares distintos. A mí me llevó a interrogarme justamente sobre la musicalidad de la palabra (creo que Flor fue más astuta y creó, en este sentido, poesía). Un próximo libro trata justamente de la filosofía de Nietzsche como música, y el psicoanálisis en su musicalidad. Nietzsche sostenía la noción de canto para buscar más allá de lo que el encadenamiento de la palabra lleva, que se desliza hacia la verdad. Nietzsche consideraba una verdad más ligada al arte, y la música le daba la justa medida (porque no se puede abarcar, desde que están implicados los cuerpos). No hay música más cierta que otra, por eso la verdad no entra. Lo que sí acontece con la palabra. En Latinoamérica, encima, como recordaba Carmen González Táboas, somos demasiado palabreros, nos encanta hablar. Creo que la sobreabundancia de taxis en la capital es un correlato exacto de que la gente necesita ser oída. Vivimos en una sociedad que no sólo ha generado muchos psicoanalistas, sino muchos músicos, muchos actores. Parece que la necesidad de expresión está en auge en la Argentina.

FC: Yo sí consideraría que se trata de un libro musical. Para mí lo fue desde el principio, aunque ahora, a la distancia, puedo verlo mejor. Se trata de un libro que tiene mucha música. Tienen música las palabras, el modo en que se dice, en qué nos decimos. Incluso, la estructura posee algo de musical, o más bien, del formato canción: estrofas que proponen y contestan y unos estribillos (esos temas que se reiteran: el cuerpo, el deseo, el goce) que los atraviesan. Además, yo usé algunos aspectos de la cultura rock para explicar lo que quería decir. Hay citas bien explícitas en mis artículos: el punk, la generación beat, Mick Jagger, Massacre (unos versos de Te leo al revés). Incluso, la referencia a El odio a la música, de Pascal Quignard, tiene que ver con esto. No sé si como dice Nicolás, se trata de ser astuto, es algo que, en un punto, me sale así, casi naturalmente.

T : ¿Qué cambia respecto del par psicoanálisis-literatura, en la transición de Freud a Lacan, considerando que se ha dicho que Freud era un señor de gustos más conservadores que Lacan, inclinado a Joyce, Sollers, Gide, Montherlant, etcétera?
C : qué bueno ese etcétera de tu pregunta. Lacan tenía una gran cultura, porque tenía una enorme curiosidad. Pero si hubiese una transición entre Freud y Lacan a nivel de la literatura y psicoanálisis, eso sería motivo de un segundo libro. Todo el tiempo estamos respondiendo a esto, y todo el tiempo lo estamos abriendo. Freud, Lacan, y parece que hay que parar de contar. Pero justamente la literatura desborda a Freud y a Lacan, y lo mismo pasa con el psicoanálisis. Una de las líneas que fueron apareciendo en el libro es tratar de ver qué pasa acá, con nuestra literatura, con nuestros poetas, con nuestra gente. En ese sentido, el libro de José Ioskyn, el segundo de la colección, Literatura y Vacío, nos mostrará su enseñanza.

T : ¿Cómo fue la división de tareas entre vos y Flor? Sea como sea que se piensen las identidades, fijas, nómades, en principio se trata de una mujer y de un hombre.
FC : Si bien la cuestión del género no es central, que se lea a un hombre y a una mujer, que se lea la diferencia, implicaría que se leyó un encuentro, un diálogo. Es muy interesante porque daría cuenta de que logramos aquello que nos propusimos en el comienzo. A mí, al principio, me costó un poco que Nicolás escribiera como escriben los analistas, en primera del plural, con una voz que se decía a él, pero también a un colectivo anónimo, casi asexuado. En cambio, yo uso una primera persona íntima, explícita, en fin, femenina (creo que no sé escribir de otro modo). Todo eso, todas las diferencias con las que nos cruzábamos lograron enseñarme algunas cosas del otro, de mí misma más allá de la escritura y en la escritura, y de ese colectivo en el que se inscriben y se escriben los psicoanalistas.

C : Se trata de algo más que de un hombre y de una mujer. Se trata incluso de una búsqueda de identidades, si en eso incluimos a la sexualidad. Qué cosa interesante entonces si no sólo dialogan literatura y psicoanálisis, sino además un hombre y una mujer. Qué increíble ilusión ese diálogo, ese entendimiento. Por suerte existe la diferencia, no solo en el sexo, sino en el deseo, en las búsquedas, en lo que uno encuentra en el otro también. Las tareas, en ese sentido, fueron compartidas. Los dos editamos el texto del otro, opinamos, fuimos crueles, y aceptamos opiniones. Fue un ejercicio con cierta enseñanza, pues había, desde el principio, alguna disimetría que tal vez desbalanceaba la cosa… pero lo conseguimos, en verdad, no es poco.

Fuente: Télam

(Se ha leido 243 veces.)

Se permite la reproducción de esta noticia, citando la fuente http://www.diarioc.com.ar

Compartir en Facebook

Sitemap | Cartas al Director | Turismo Catamarca | Contacto | Tel. (03833) 15 697034 | www.diarioc.com.ar 2002-2024