El joven, casado y padre de tres pequeños niños, es instructor de Sistemas de Gestión Integral en la empresa Arcor. Se embarcó hacia Kioto el 5 de marzo, donde llegó dos días después. No obstante, el intenso movimiento telúrico que desató el potente tsunami lo encontró en Tokio, a unos 300 kilómetros de Sendai, una de las ciudades más afectadas.
"Estaba en un barco con unos compañeros cuando empezó el terremoto. Bajamos y el suelo se sacudía. En ese momento corrimos buscando un lugar donde estar a salvo. Por suerte pudimos refugiamos en un templo budista. El temblor fue eterno. Duró más de un minuto", relató Carrizo mientras cargaba en sus brazos a Giuliana, su pequeña hija de dos años. Isaías (de seis) y Jeremías (de cuatro) también lo abrazaron en el aeropuerto.
Como consecuencia del sismo, el tucumano y sus compañeros quedaron varados en la capital de Japón, sin posibilidad de viajar para volver a Argentina. "Teníamos todo planeado para salir por el sur, la zona menos afectada. Quisimos regresar, pero no pudimos. No había servicios de trenes ni de transporte. Cada minuto que pasábamos ahí se hacía más tenso. Al final tuvimos que pasar la noche en la calle. Estábamos muy asustados", se sinceró al tiempo que reconoció que en ese momento no se daban cuenta de la magnitud de lo que habían vivido.
Rodeado de sus hijos, Carrizo señaló que las últimas horas le parecieron interminables. "Esto era lo que deseaba. Volver a casa y estar rodeado de mis hijos. Si hay algo que me dejó esta experiencia vivida es que tenemos que aprender a vivir cada minuto más cerca de la familia y de los seres queridos, ya que nunca sabemos qué nos puede pasar", concluyó mientras partía rumbo a su hogar.
Fuente: lagaceta.com.ar