Catamarca
Jueves 28 de Marzo de 2024
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Si el goce es lo más singular, la pretensión de universalizarlo es desconcertante

En (H) etéreas. La mujer, lo femenino y su indecible, la psicoanalista argentina radicada en México Ana Viganó, compila una serie de textos sobre el estado de la femineidad, la cuestión femenina y el desplazamiento del inconsciente freudiano al cuerpo hablante lacaniano sin eludir ninguno de los tópicos (o los conceptos) del momento, según se los prefiera entender.
El libro, publicado por la editorial Grama, cuenta con trabajos de Elisa Alvarenga, Beatriz Palacio, Marina Recalde, Luis Salamone, Alicia Arenas, Gustavo Stiglitz, Fernando Vitale y Ana Ruth Najles, entre otros.

Vigano es licenciada en Psicología por la Universidad de Buenos Aires (UBA), vivió en España y en la actualidad es miembro de la Nueva Escuela Lacaniana (NEL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T : ¿Cómo enlazar los textos reunidos en (H)etéreas con las Jornadas Anuales de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL), Bordes de lo femenino?
V : Las Jornadas Anuales tenían un título bello e inquietante sobre todo en su primera parte, que convoca a reflexionar un poco, porque justamente de lo que se trata en la perspectiva psicoanalítica es de que eso que llamamos lo femenino no tiene bordes, no tiene límites, no establece un plano, no es un lugar que pueda enmarcarse ni contabilizarse. Las recientes Jornadas de la NEL (Nueva Escuela Lacaniana) también tomaron lo femenino como eje de su convocatoria bajo el título Lo femenino no es solo asunto de mujeres. El pivote irreductible de un análisis, haciendo nuclear la noción de lo femenino en la cura analítica y, por ende, en la posición del analista que deviene -al menos puede devenir, no es obligatorio para todos, pero es la única vía posible para aquellos que consienten a esa posición- al final de un análisis. Me gusta en este sentido la referencia un poco poética al mar, del que no se puede decir con certeza donde empieza o dónde termina pero eso no impide en absoluto zambullirse en sus aguas, navegarlas, que venga un tsunami y produzca estragos... incluso a veces decir esto no es el mar; el mar es Otra cosa, y seguir buscándolo... Hay un personaje de un libro llamado Océano mar de Alessandro Baricco, que dedica su vida a realizar mediciones para poder precisar un cierto perímetro del mar.

Es un modo de abordarlo del lado masculino. Bordes en plural, como el título de las jornadas de la EOL, sugiere, apunta a esta cuestión nodal, pivote -como dicen los colegas de la NEL- que implica abordar/bordar/bordear lo femenino. Pero lo femenino, ¿sería lo mismo que la feminidad -que en términos freudianos siempre remite a la sexualidad femenina? Es una pregunta que hay que hacerse a la hora de privilegiar entonces el estatuto de lo femenino en los avatares de la sexuación, puesto que estrictamente hablando eso femenino no es sexual -no en los términos a los que estamos acostumbrados-, pero afecta a la vida sexuada de los hombres y las mujeres quienes no tenemos otro espacio para habitar el mundo que no sea como seres sexuados, sea de la manera que cada quien encuentra y aun en los modos más variables que cada civilización en su hora permite, promueve, inventa.

Lo femenino es una zona sin marcas, inhabitable en esta perspectiva para nosotros -seres habitados por el lenguaje-; un mapa incógnito de un territorio sin nombre y asimismo innombrable, pero en el que habita un goce del que se puede tener noticias. El ser hablante no puede habitar allí, pero de eso tiene noticias. Es un nuevo modo incluso de pensar el inconsciente, que se encuentra en la última enseñanza de Lacan. Eso que no se sabe pero de lo que se tiene noticias ya no como retorno de lo reprimido sino con otro estatuto, que concierne a hombres y mujeres, y eso concernido es el cuerpo, que también cambia de estatuto. Sin dudas esto conecta también a los textos reunidos en esta compilación con lo que será el próximo Congreso de la AMP: El cuerpo hablante. Sobre el inconsciente en el siglo XXI. Con el título (H)etéreas quisimos evocar tanto el plural de las mujeres, el singular de lo femenino, el ruido de las palabras con las que contamos para decirnos sujetos y el silencio con el que contamos para no decirnos universalmente, sino una por una -habrá que ver cómo. Evocamos ese silencio y su presencia en la H, referencia inequívoca a lo hétero como eso mudo que bajo el equívoco de femenino, resulta irreductible de un modo de pensar el goce para hombres y mujeres.

T : ¿Cómo podría caracterizarse la experiencia de lo femenino en la época de la inexistencia del Otro?
V : Es una pregunta interesante porque lo primero que me hace pensar es si la experiencia de lo femenino -lo femenino tal como lo estamos trabajando- puede estar afectada por la noción de época -cualquiera sea la época, incluso la del Otro que no existe. En todo caso, creo que es la experiencia lo que puede verse afectada por los estigmas de una civilización, porque la noción misma de época para el psicoanálisis está determinada por los modos en que las civilizaciones intentan no hacer lugar a lo heterogéneo, a la alteridad, a la otredad que lo femenino presentifica.

Lo femenino es un campo abierto por Lacan en el psicoanálisis para recuperar en la práctica misma la idea de que las mujeres no constituyen un universal y que esto afecta a hombres y mujeres, niños y niñas, porque por ejemplo todos -hasta nuevo aviso-, somos hijos de una mujer. En este sentido hay una heterogeneidad radical, en tanto es de origen. Un made in diferente del freudiano. No se trata solo -aunque es sumamente importante- de cómo se deviene una mujer -Freud y Lacan trabajan esto a su manera- o cómo un hombre aborda a una mujer -toda otra vía que podemos seguir también desde Freud a Lacan-, sino cómo, desde la perspectiva del goce, nuestros modos sexuados de vivir, hunden sus raíces en esto que llamamos lo femenino. Es una lectura posible para la indicación Detrás de la madre, buscad a la mujer y que nos concierne a todos los seres hablantes. (Jacques-Alain) Miller recuerda muy bien que esto no es algo nuevo en la historia.

Lo que Lacan sitúa como La mujer no existe -para lo cual escribe el La tachado- fue dicho de muchas maneras, la mayoría poéticas, desde tiempos lejanos. Por eso hay que entender que la novedad, si es que la hay, es fundamentalmente para el psicoanálisis y los psicoanalistas, quienes a su vez son instados una y otra vez por Lacan para que den cuenta de su acto en el horizonte de su época. El Otro que no existe pone en el tapete dos cuestiones fundamentales: la que Miller ha nombrado como el ascenso al cénit del objeto a, es decir la exaltación del goce, en su vertiente plus de gozar -solitario y un poco idiota-, en detrimento del amor y del deseo; y de la mano de este ascenso, el orden de hierro del lado femenino: para todos el (mismo) goce. Un oxímoron aplastante pues si el goce es lo más singular que encontramos, la pretensión de universalizarlo por la vía del derecho o la reivindicación se vuelve un imperativo desconcertante. Si observamos en detalle la propuesta de las fórmulas de la sexuación del lado femenino arriba, lo que nos sugiere Lacan es que al no haber una excepción que funde el todo del universal -la lógica del todo y la excepción- se funda el campo del no-todo, cuya primera formulación es taxativa: no existe ninguno que no. Esto que no es un todo, es un empuje a la diversidad paratodista.

El infinito de la diversidad puede pecar de ser inesperadamente homogeneizante en tanto iguala las diferencias: todos podemos decir lo que querramos, total a nadie le importa lo que decimos, con los efectos de apatía que esto puede promover. Pero puede resultar aún más feroz y esto es algo que reconocemos en nuestros tiempos. Asistimos a ciertas versiones del otro que no existe, del fracaso del significante para tratar el goce, mucho más cruentas. Recordaba en otro texto un ocurrente título del ya fallecido periodista y escritor mexicano Carlos Monsiváis: Apocalipstick, libro en el cual da cuenta de la catástrofe de la humanidad leída desde la Ciudad de México, donde dice por ejemplo: Acudan al fin de la especie con los labios flamígeros, los propios del beso de la despedida.

La muerte, Freud lo había advertido en El motivo de la elección del cofre: presenta su doblez: la diferencia absoluta, radical, (una forma de héteros inapelable) respecto de la vida, pero al mismo tiempo su implacable homogeneización. En todo caso, la novedad con que Lacan trae toda su elucubración sobre lo femenino tiene como consecuencia clínica recuperar su punto de irreductible, de imponderable, de ineludible, pero para abrir las vías de un hacer posible -uno por uno, una por una- del lado de la vida. Como nos ocurre con otros términos, compartimos lo femenino, la feminidad y este campo semántico con muchas disciplinas. Por ello creo que tenemos que ser precisos al abordar lo femenino que conviene a cada analizante, al psicoanálisis mismo, a la civilización. El libro es un intento de recuperar algunas de estas precisiones, manteniendo el espíritu de la conversación y el debate, es decir, no pretendiendo ninguna última palabra.

T : ¿Podrías ampliar el concepto de tiempo real que promueven las nuevas tecnologías de la comunicación, en oposición al tiempo lógico de un análisis?
V : El primero de los textos compilados, que además es de mi autoría, toma justamente este tema. Aunque quizás un poco más orientado a la perspectiva del tiempo en un análisis y a su uso, distinto del uso del tiempo en la vida cotidiana; como sea, me pareció pertinente explorar qué podemos extraer de la relación entre el tiempo y lo femenino si pensamos, dicho rápidamente, en un tiempo que no es como todos los demás, pero que además desde Lacan, no puede ser estandarizado. Siempre llamó mucho mi atención la particular relación que las mujeres tenemos con el tiempo. Basta con esperar a alguna en esos nunca bien ponderados 5 minutitos -para cortar una llamada, para arreglarse antes de salir, para llegar a una cita, etcétera- para darnos una idea de esto. Pero no sólo en lo risueño que esto puede tener en la comedia de los sexos.

Hay toda una dimensión de temporalidades que atraviesan a las mujeres desde temprana edad: ritmos, reglas, períodos; más rápidas estadísticamente en ciertos procesos madurativos, más tempranas para envejecer también, lo cual alimenta una industria inagotable que batalla contra esa flecha cronológica; tiempos biológicos, tiempos de gestación, etcétera, que marcan muy fuertemente sus cuerpos por un lado, mientras que por otro sienten un cierto fluir que atraviesa esos cuerpos y esos tiempos, y que no se deja atrapar en los relojes con facilidad. Cierta inadecuación -así, entre comillas, con toda la dignidad que esto tiene para nosotros- entre las mujeres y el tiempo cronológico, me hizo pensar algunas cuestiones que planteo y que intento estirar hasta la posición del analista y su relación con lo femenino.

Retomando tu pregunta, cierto modo de concebir la feminización del mundo tiene que ver con la pretensión de horizontalizar también el tiempo. Todo ocurre como en tiempo real. Y si no, no tiene importancia. Lo que no sucede en tiempo real estaría out por default. Las nuevas tecnologías permiten una transmisión on line que ilusiona en términos de tiempo real. No es fácil distinguir en vivo y en directo qué es lo que hay de vivo y de directo, y eso es una conmoción importante en la historia de la humanidad, de la cual todavía no podamos evaluar cabalmente sus consecuencias. No obstante, parece crucial distinguir lo que las tecnologías promueven como un tiempo real -que no es tal, al menos no como pensamos el tiempo real en el psicoanálisis- de un achatamiento de los tiempos lógicos tal como Lacan los planteó. Achatamiento que se da fundamentalmente en el segundo tiempo lógico, el tiempo de comprender, lo que implica que vivamos en un mundo temporalmente compactado, atrapado entre la inmediatez, el instante y la simultaneidad. Un mundo en el que los datos vuelan y los cuerpos se constriñen a una reducción cada vez más vigilada…

El psicoanálisis advierte que la urgencia para los seres hablantes no es sólo la instantaneidad del tuit, la inmediatez de un like o la respuesta masivamente rápida de Google. Es la urgencia de satisfacción correspondiente a la dimensión libidinal que sí conoce el tiempo -real- que la inmediatez, el instante y la simultaneidad pretenden borrar. Se tratará entonces de no desconocer esta urgencia, sino alojarla advertidos de su causa. Miller se pregunta con prudencia si no se ha operado una forclusión de la noción de tiempo, y nos insta a seguir a Lacan en su propuesta de estudiar al tiempo desde su perspectiva real. El tiempo lógico de un análisis tiene que considerar esta dimensión real del tiempo, aquella que marca los cuerpos libidinalmente, y mueve a la urgencia subjetiva y a la dimensión del acto.

T : ¿Qué puede decir de particular el psicoanálisis de orientación lacaniana respecto al fenómeno -global- del femicidio o feminicidio?
V : Podríamos retomar lo que conversamos en la pregunta 2 para ubicar algo del fenómeno del femicidio o feminicidio -en el libro hay un artículo que justamente habla de estas dos acepciones del concepto, el por qué, la historia, etcétera, en la época del Otro que no existe. Creo que el ataque sistemático a las mujeres -y a los niños, por razones que también se exploran aunque de una manera tangencial en el resto de los textos reunidos, existió desde siempre.

Podríamos decir que ésta es la raíz de la conocida consigna: las mujeres y los niños primero, que de todos modos pertenece a otra época. Dicho con cierto humor, si hay que dar la orden de salvarlos primero, es porque claramente se los querría tirar primero del barco... Sin embargo, tomando un texto de 1938, que no deja de sorprender por su actualidad, Los complejos familiares en la formación del individuo, vemos cómo Lacan condiciona el declive social de la imago paterna -lo que muchos años después conduce a esta idea del Otro que no existe- al retorno sobre el individuo de efectos extremos del progreso social, ocaso que se advierte en nuestros días en la colectividades que más padecen estos efectos: concentración económica, catástrofes políticas. Estas me parecen buenas coordenadas para acotar el enfoque sobre el tema de la violencia contra las mujeres, aunque creo también que tenemos mucho más para investigar sobre todo en América Latina.

T : ¿Cómo ubicar el cuerpo de mujer en un tiempo histórico en el cual la indistinción es un atributo y una reivindicación política?
V : Hay un apartado en el libro dedicado exclusivamente a la cuestión del cuerpo de mujer, tema que a su vez tuvo un lugar destacado en el pasado Encuentro Americano de Psicoanálisis de Orientación Lacaniana, de cuyo trabajo surgieron algunos de los escritos aquí compilados. Efectivamente como dices nos encontramos en un tiempo histórico en el que se acoge, se recibe e incluso a veces se promueve la indistinción como una especie de nuevo atributo, que podría adicionarse a la división sexuada que conocemos. En algunos lugares del planeta la idea de un tercer sexo, como casilla posible de completarse, ya tiene su lugar. Pero justamente es en esos términos que antes comentábamos, completar casillas para que todos encuentren su lugar no importa cuál sea; que todos tengan su documento en forma, sin importar qué documenta tal documento. Hay que poder distinguir la reivindicación de un cierto modo de gozar -por ejemplo, a alguien puede gustarle mucho un partenaire con rasgos andróginos y eso puede formar parte de su condición erótica-, de una reivindicación política a secas, cuyas causas -y efectos- tiene una lógica distinta de la que en todo caso la política del psicoanálisis sostiene.

Nos interesa sobremanera el devenir de la civilización y su/s política/s, tanto hacia adentro del psicoanálisis como hacia afuera de los consultorios: intentamos hablar la lengua del Otro social, a veces mejor, a veces peor. Pero, como dice Miller, lo hacemos para decir justamente lo que el Otro no quiere escuchar o no puede escuchar fácilmente. Nos interesan las legislaciones y sus efectos en la subjetividad. También las intervenciones científico-tecnológicas sobre los cuerpos tanto para volverlos indistintos, unisex, y/o asexuados, como para resaltar casi hasta el grotesco sus diferencias en múltiples cirugías de variado tenor y responsabilidad.

En los trabajos reunidos bajo el apartado Cuerpo de mujer, cada autor con su estilo dio cuerpo, valga la expresión, de diferentes maneras a esta noción que es sin lugar a dudas, una construcción. Hay incluso referencias clínicas que avalan los recorridos en algunos casos. Se trató de ir desnudando el cuerpo de mujer, quitándole de a poco los atributos -tomando tu expresión- que a primera vista podrían parecer propios de lo femenino, para ir llegando si es que esto es posible, a aquello que haría particularizable y más aún subjetivable un determinado cuerpo como cuerpo de mujer. Hay una hipótesis en juego y es que cuerpo de mujer es aquel en el cual lo doble -no lo indistinto sino todo lo contrario, lo que hace diferencia- juega especialmente su partida: la dimensión fálica, simbólica, que se ordena en torno de la transmisión de una falta; y la dimensión real del agujero, en lo que éste tiene de abierto.

Esto me hizo pensar en las figuras de lo etéreo con lo cual se ha identificado y se identifica muchas veces a las mujeres y lo mudo, hétero y nada etéreo del goce. En la articulación de la falta -simbólica- y el agujero o la nada -real- de la cual las mujeres parecieran estar más cerca, e incluso como dice (Eric) Laurent, es de esa nada que tienen que construirse un ser, tenemos una plataforma para pensar la propuesta del próximo ENAPOL El imperio de las imágenes y estudiar lo que de esto se anuda -o no- con el registro imaginario. Hay un escrito muy interesante en el libro que explora el cuerpo de mujer según cada uno de los registros, en la enseñanza de Lacan.

T : Finalmente, ¿cuál es la posición de la mujer (de las mujeres) respecto del consumo masivo de pornografía por parte de cantidad de sujetos impotentizados por el avance profesional, sexual, etcétera, de quienes muchas veces pueden ser sus partenaires?
V : ¡Esa pregunta dejaremos que la respondan las mujeres! Me limitaré a retomar al respecto algunos señalamientos que Miller ha hecho en el discurso de cierre del último congreso de la AMP en París, hace unos meses, en los que tomaba esta cuestión para presentar el tema de trabajo del siguiente congreso, haciendo algunas referencias explícitas a la pornografía. Las hizo en el marco de una argumentación precisa que iniciaba con una afirmación: El psicoanálisis cambia, lo cual no es un deseo, es un hecho.

Es precisamente entre Victoria -la época victoriana- contexto histórico de la invención del psicoanálisis, y la difusión masiva del porno en la actualidad que Miller elige situar un cambio de época. Y dice que la paratodización puede resultar aplastante. Es cierto que los hombres son el sexo débil respecto de la pornografía, porque ceden a ella con más facilidad. Del lado de sus esposas, amantes, partenaires que es a lo que apunta tu pregunta, el abanico de respuestas va desde considerarlo una traición hasta aceptarlo como un entretenimiento sin consecuencias, incluyendo muchas veces el consentimiento a compartir ciertos espacios de este entretenimiento con el partenaire entusiasmado con el porno.

Pero el punto de mayor interés que sitúa Miller al poner un acento preciso en el tema de la pornografía en el siglo XXI es que lo que se pone en juego en esta escopia corporal es la provocación a un goce bajo la modalidad plus de gozar -de la que hablamos hace un rato-; modo transgresivo, precario, solitario y silencioso, pero que se difunde de maneras incalculables a escala planetaria gracias a las nuevas tecnologías y redes virtuales, lo que no duda en llamar una omnipresencia del porno a comienzos de este siglo. ¿Qué es lo que esta omnipresencia del porno señala, indica, trasmite incluso celebra? Que la relación sexual no existe. Queda al psicoanálisis tomar a su cargo una y otra vez las consecuencias que esto tiene para hombres y mujeres, niños y niñas, cada vez que algún avatar de la vida provoque en alguno un cierto malestar, un poco -o mucho- de angustia, una pregunta que pueda dirigir a un analista como partenaire.

Fuente: Télam

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