El puestero no recuerda cuánto hace que su día comienza con en esa misma rutina. Pero ahora, cada vez que inicie la jornada, no sentirá lo mismo que antes.
Ayer a las 4.30, una banda de asaltantes esperó a que se marchara de su vivienda, situada en calle Italia al 4.700. Maniataron a su familia, revisaron en todos los cuartos y, finalmente, escaparon llevándose $ 10.000, cheques y otros documentos. "Estuvieron casi una hora acá, dando vuelta todo. Nosotros no sabíamos dónde estaba la plata, y ellos se habían empezado a poner nerviosos. Por suerte, no pasó nada más", expresó Guadalupe, de 20 años.
Dionisio sospecha que los ladrones lo estuvieron vigilando, pues esta semana estuvo haciendo trámites en un banco. Además, algunos vecinos vieron hace unos días que dos muchachos bajaron de un auto frente a la casa del puestero y se acercaban sigilosamente al portón de entrada.
En la parte frontal de la vivienda, Dionisio instaló una verdulería. Ayer, a sabiendas de que él no estaba, los delincuentes rompieron el candado de ese acceso con un alicate profesional.
Guadalupe escuchó voces, pero creyó que eran los ayudantes de su abuelo. Cuando escuchó en su cuarto la voz de un hombre que le decía "esto es un asalto", se dio cuenta de que su intuición había fallado.
Tranquilidad
La joven, de todas formas, reunió coraje y trató de mantener la calma en todo momento. "Por favor, no despertés a mi hijo", le suplicó al ladrón. Luego, se percató de que había entre tres y cuatro individuos más en su casa.
Parte de la banda se dedicó a buscar el dinero, mientras dos individuos ataban con alambres a Guadalupe y a su abuela, de 72 años. Les pusieron a las mujeres toallones en la cabeza y les preguntaban insistentemente dónde habían escondido los ahorros. "Ya sabemos que tienen plata, a ustedes las ’entregaron’. No se hagan las valientes", repetían una y otra vez los delincuentes.
El momento de mayor tensión fue cuando los asaltantes trataron de extorsionar a Guadalupe con lo que más ama en el mundo. "Si no nos das todo, nos llevamos el chiquito", la amenazaron. Ella estaba tratando de explicarles que no sabía dónde guardaba las cosas su abuelo cuando uno de los individuos encontró los fajos en el bolsillo de un saco.
"Se fueron apurados"
Los desconocidos también hallaron un cheque, el comprobante de un plazo fijo y el celular de Guadalupe. "Habían acomodado varios electrodomésticos para llevárselos, pero los dejaron en el portón de la verdulería. Parece que se fueron apurados", conjeturó la joven. Los ladrones las dejaron atadas de manos. A doña Rosario, los alambres le habían cortado la circulación, y había comenzado a preocuparse. Su nieta, con esfuerzo, logró zafarse y luego ayudó a su abuela.
Después, le pidieron ayuda a un empleado, que vive cerca de allí, y finalmente llamaron a la Policía.
Personal de la sección Robos y Hurtos, a cargo de los comisarios Adrián Alvarez y Miguel Luna, está tratando de determinar quiénes pueden haber asaltado a la familia del puestero.
Horas después de lo que vivió su familia, Dionisio tuvo que volver al trabajo. "Dejaron todo hecho un desastre, pero por suerte ya pasó todo. Hay que seguir, nomás. Es feo acostumbrarse a esto, pero no queda otra", reflexiónó.
Fuente: lagaceta.com.ar
