Catamarca
Martes 23 de Abril de 2024
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Soledades impropias

Esteban Dipaola a Pablo E. Chacón

Quisiera exponerte de manera breve mi parecer respecto al estatuto de la soledad en el marco de relaciones más flexibles, que en el capitalismo actual despliegan dinámicas de comunidad que podemos denominar impropias en el sentido de que es requisito que realicemos con prácticas inmanentes la experiencia de nuestros vínculos.
Entonces, si el lazo social ya no representa un arraigo institucional o tradicional de carácter trascendente, sino que conforma el despliegue de nuestra sensibilidad y de nuestras emociones, cualquier relación y expectativa respecto a otro necesita ser una producción de sentidos. Parecería que las redes sociales y las tecnologías de comunicación nos relacionaran más y al tiempo, puede creerse que esas relaciones por efímeras, en verdad, son inexistentes.

No considero conveniente pensar nuestras soledades y nuestros vínculos mediante tales polos. En todo caso, estamos tan solos como lo hemos estado siempre, pero ahora nos vemos constreñidos a producir las narrativas de nuestros vínculos. En realidad, ningún individuo, ninguna subjetividad tiende a la soledad, menos aún en sociedades capitalistas -productoras o consumidoras-, pues si ese fuera el caso habría tantas sociedades diferentes como individuos.

La experiencia contemporánea nos expone a una circulación permanente de sentidos y en las prácticas cotidianas producimos formas de sensibilidad que se modifican de acuerdo a relaciones múltiples y siempre variadas, pero esos contextos de sentidos en constante metamorfosis nos hacen devenir con otro(s), al que resignificamos (y por el que somos resignificados), siempre según las distintas situaciones con que nos vinculemos.

En definitiva, estar solo es siempre una impertinencia del vínculo, porque lo estamos por la falta de alguien y eso ya trae implicado una relación que es la ausencia. Lo que ocurre en las dinámicas comunitarias del presente es que esa relación con el otro está siempre experimentada, es decir, vivida, porque no podemos dejar de producir la relación. Por eso, no considero conveniente pensar la soledad según perspectivas individualistas, sino afrontar qué tipo de relación se produce cuando todavía no congeniamos, es decir, practicamos sentido con otro.

Esteban

Fuente: Télam

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