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SANTA FE

Son trillizos y entraron juntos a la Policía de Santa Fe

Tienen 22 años y siguen una fuerte tradición familiar: son hijos y bisnietos de policías. Rodrigo, Fabricio y Gonzalo. “Nos criamos escuchando la radio policial”, dijeron.
(DIARIOC, 30/09/2013) Los trillizos Visconti no hacen más que continuar una vocación que parecen dictarle los genes. Porque Atilio y Patricia, sus padres, no sólo representan a la autoridad acá, en su casa de Vera, 250 kilómetros al norte de Santa Fe, sino también en las calles, como policías. Ahora sus trillizos Rodrigo, Fabricio y Gonzalo (22) se acaban de recibir de policías y pasan a ser, según la Policía de Santa Fe, un récord continental: el primer caso de trillizos policías de Latinoamérica.

Egresaron del Instituto de Seguridad Pública (ISEP) de Santa Fe y, mientras aguardan que les asignen sus destinos, recibieron a Clarín para contar su historia. “ Nos criamos escuchando la radio policial porque mi viejo la traía y la dejaba prendida. ¡Traía la radio mochila con la frecuencia! Pero no era algo que nos molestara, al contrario...

la escuchábamos como un informativo, nos enterábamos de todo lo que pasaba”, cuenta Rodrigo.

Sólo con la ayuda de los padres o de ellos mismos es posible distinguirlos. Por eso, cuando ingresaron a la escuela de policía, lo primero que hicieron fueron separarlos, ubicarlos en distintos cursos por temor a la equivocación.

“En la secundaria pasaba algo increíble: nos llevábamos la misma materia, pero sin saber uno la que se llevaban los otros. Sólo una vez pasó que yo decidí llevarme una materia porque mis hermanos se la llevaban también. Rendí mal el examen a propósito, porque quería estar igual que ellos”, explica Rodrigo.

Sus padres interrumpen para contar anécdotas sobre lo que les costó criar a los trillizos siendo ellos una pareja de policías. La odisea de coordinar horarios entre el trabajo y la atención a los chicos.

“Cuando empezamos a crecer, cerca de los 14 años, nos dimos cuenta de que queríamos ser policías. A veces nos enojábamos con nuestros padres porque no nos dejaban salir, pero después supimos que un hombre al que había metido preso mi viejo lo había amenazado de muerte, y ellos temían que nos hicieran algo a nosotros”, recuerda Fabricio.

Rodrigo, Fabricio y Gonzalo están a la espera de sus destinos. Esa expectativa genera cierta ansiedad. “Nos espera una realidad difícil afuera, pero fuimos preparados para eso. Creemos que estamos capacitados para nuestro trabajo. Sabemos que si un policía comete un error no lo comete fulano de tal, lo comete la Policía, la institución. Y eso hay que evitarlo, porque por un policía que hace mal las cosas la ligamos todos”, dice Gonzalo.

Con un orgullo que parece de otra época, relucen sus títulos, inflan el pecho para explicar que lo suyo es pura vocación.

A pesar del qué dirán. “Es cierto que hoy la mayoría de la gente no tiene un buen concepto de la Policía, que la ve mal, pero también decir la gente es generalizar. Creo que debemos acercar a la gente a la Policía, que no tenga la imagen del policía apático. Porque el policía es un vecino uniformado ”.

Los bisabuelos de los trillizos también fueron policías. Hoy el padre de ellos es comisario inspector de la Unidad Regional XIX, y la madre es sargento. Los hermanos Visconti toman entonces esa posta que la familia quiere seguir pasando a las generaciones venideras. Tal vez por eso Thiago, el hijo de Gonzalo, de cuatro años, despide a Clarín –entre la risa de todos– haciendo la venia.

Fuente | Clarín.com

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