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Martes 23 de Abril de 2024
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Stiglitz analiza "El precio de la desigualdad"

Mora Cordeu

En su ensayo "El precio de la desigualdad", el Premio Nobel de Economía 2001 Joseph E. Stiglitz analiza la injusticia de los sistemas económicos y políticos que llevaron a una crisis ineficazmente piloteada tanto por Estados Unidos, donde el sueño americano se hizo trizas, como por Europa.
Ahogada en una serie de medidas cuyo impacto profundiza, aún más, el debilitamiento de la democracia.

El libro, recién publicado por Taurus, explica el proceso que condujo a la crisis estadounidense y cómo lo mismo sucedió en Europa, con mayores y menores implicancias según los países, aunque todos resultaron afectados por una debacle de la cual no se avizora ningún horizonte optimista.

Sin embargo, el investigador pone el foco en la reacción de los jóvenes a partir del levantamiento en Túnez (enero de 2010) que luego se extendió a Egipto y a otros países de Oriente Medio -en algunos casos esas protestas precipitaron un cambio social radical- para replicar más tarde en España, Grecia, Estados Unidos y otros países que "encontraron sus propios motivos para echarse a la calle".

"El nombre elegido por los jóvenes manifestantes españoles, en el movimiento que comenzó el 15 de mayo (de 2011), fue ´los indignados´. Estaban indignados de que tanta gente lo estuviera pasando tan mal -como evidenciaba una tasa de desempleo juvenil superior al 40 por ciento desde el inicio de la crisis en 2008 a consecuencia de las fechorías cometidas por los responsables del sector financiero", apunta en el libro.

Las protestas en Estados Unidos lideradas por el movimiento Occupy Wall Street -aunque enseguida rebasaron ese ámbito- se centraron "en las desigualdades de la sociedad estadounidense. Su consigna pasó a ser -el 99 por ciento-", el eco de un artículo escrito por el autor para Vanity Fair que describía el aumento de la desigualdad.

Para Stiglitz, la desigualdad es el resultado de un sistema que genera inestabilidad a partir de estudiar la situación de los Estados Unidos, donde en los últimos veinte años las clases medias han visto disminuir sus posibilidades económicas, mientras que la clase alta ha visto multiplicar sus ganancias.

Desde su perspectiva, Estados Unidos se encuentra dividido: se calcula que los salarios bajos han aumentado solo un 15% mientras que en el otro extremo de la escalas, las ganancias se incrementaron un 150%.

A su juicio, pensar la desigualdad como base del crecimiento -de acuerdo a la tesis de la economía del derrame- es incorrecto; basta ver los efectos en el deterioro del nivel de vida, lo que incluye salud y educación.

En un lenguaje llano y al alcance de cualquier lector, el economista desgrana como la crisis en los Estados Unidos afecta también a los países europeos, al seguir las reglas de juego dictadas por el país del norte.

Stiglitz alerta sobre el peligro que esta situación significa para la democracia, manejada por las fuerzas del mercado y por la política que apunta a consolidar los intereses de una minoría en desmedro del conjunto de los ciudadanos.

El especialista hace hincapié en la necesidad de controlar los mercados que operan no sólo en los países endeudados sino en aquellos que quieran ganar en el mercado de capitales. En este contexto prevalece el chantaje mediante baja de la calificación, falta de créditos, aumentos sobre los préstamos de las tasas de interés. Y las multinacionales que presionan a través de la OMC.

A su juicio "para preservar la democracia es necesario moderar la globalización" y en cuanto a los programas anti-déficit y de austeridad -advierte- por lo general lo que hacen es aumentar las desigualdades porque "la historia nos demuestra que la austeridad casi nunca funcionó".

El autor de "Contra la desigualdad", analiza la política monetaria impulsada por personajes como Milton Friedman, "campeón del libre mercado" (con su intención de achicar el Estado) y la escuela de Chicago, cuyos efectos dañinos se hicieron sentir especialmente en América Latina.

Según Stiglitz, lo que se esconde detrás de la política monetaria es una batalla sobre la concepción de la economía: lo que favorece a ese 1% que toma las decisiones, también lo sea para el 99% que las padece. Y subraya que los bancos centrales han tenido como único objetivo las tasas de inflación.

Luego de 25 años de políticas macroeconómicas y monetarias que no han aportado ni estabilidad, ni crecimiento permanente, ni una mejor distribución de la riqueza entre las mayorías, para Stiglitz ha llegado el momento de efectuar correcciones de fondo.

En el último capítulo, propone un programa de reformas económicas donde el Estado debe intervenir para regular el funcionamiento de los bancos y de las empresas, mediante la fiscalización de los altos ingresos y la promoción de la inversión pública, entre otras medidas que incluyen favorecer el empleo y crear condiciones para que las instituciones jueguen un rol más responsable.

"Algo ha pasado con nuestro sentido de los valores -advierte- cuando el fin de ganar más dinero justifica los medios, lo que en el caso de la crisis de las hipotecas de alto riesgo de Estados Unidos equivalía a explotar a los ciudadanos más pobres y menos formados de nuestro país".

Y aunque reconoce que el cuadro que pinta es desolador, "Stiglitz lanza también un mensaje de esperanza" y menciona "marcos alternativos" posibles para arribar a un sistema de equidad y de justicia.

Fuente: Télam

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