Acaso esa razón sea infundada: en Sumisión, ubicada temporalmente unos años más adelante, los cultores del islamismo son legión y han formado un partido político moderado, y liderado por Mohammed Ben Abbes, un hombre ecuánime, sagaz, de excelentes relaciones con las monarquías saudíes, y con contactos clave en la propia Francia, con los chinos, rusos, hindúes y hasta con los judíos. Y que repudia la violencia de la yihad aunque les deje siempre un lugar para desahogarse.
Houellebecq, que parece tener un radar perfectamente orientado a la época, arriesga, sobre la hipótesis de una decadencia de los partidos de centro europeos (sean de izquierda o derecha) y las diversas olas inmigratorias, la emergencia de una formación político-religiosa capaz de representar a esas mayorías despreciadas, sin ánimo de revancha, los Hermanos Musulmanes, que aliados al socialismo y a los restos de la derecha, derrotan en las elecciones de 2020 en segunda vuelta al Frente Nacional, compuesto por ex comunistas, ex obreros industriales, resentidos y fascistas.
Fuente: Télam