Catamarca
Miercoles 24 de Abril de 2024
Buscar:

Takuboku: La poesía como palazo

Hijo de un monje zen, oriundo de la provincia de Ijate, en el norte de una de grandes islas del Japón, Sin-ichi-Isikua, nace en una familia tubercuosa. "Cada vez que tose/ mi padre en la aldea, / ¿toserá así?/ ¡Qué poco es un hombre/ cualquiera, si enferma!" Más tarde apodado Takuboku (1885-1912), el joven será el cultor máximo del tanka. Su apodo, "Árbol susurrante".
Desde chico, Tokobuku siente gusto en captar las montañas y su gente, anotar sus recuerdos. Su boletín de del bachillerato que cursó en Morioka, la capital de la provincia, denuncia que en el cuarto curso faltó 207 veces a clase. A los diecisiete, tal como lo anotaría en su diario, decide "hacerse famoso con la literatura". Se enamora de una chica, Sétsuko Jorai, que más tarde sería su esposa. Takobuku adhiere a las huelgas que reclaman una educación democrática. No tarda en viajar a Tokio: empieza a publicar tankas en una revista literaria. Escribe: "Algo en que trabajar/con alegría. /Hacerlo hasta el fin. / Después, sólo morir." La escritura de tankas es a la vez pasatiempo, catarsis y, por qué no, un diario poético donde compensa sus frustraciónes: "Con lo que la quiero, / corté a mi perrita/ las dos orejas. / ¡Qué hastío no tendré/ de esta perra vida!"

Pueba suerte en la novela, pero ninguna de las que escribe llega a publicarse. Al rechazo se le suma la enfermedad. Debe regresar a su pueblo. Por entonces su padre, acusado de malversar fondos, es echado del templo. La enfermedad y la humillación, el dolor y la tristeza se volerán la esencia de su poesía. "No sé a qué se parece/ esta soledad/ que a mí me embarga/ después de darme aires/ de personalidad", escribe. Se afinca temporalmente en Morioka, colabora en un diario local. Tiene veintiuno cuando, buscando mejorar su posición, viaja a Jokodate, el norte del país, colabora en otro periódico y da clases en una escuela. "Quería un querer/ como si enterrara/ la cara ardiendo, / ardiendo de fiebre/ en la nieve blanca". Se enamora de una maestra joven. Ante las negativas de la muchacha, la relación deriva en una amistad literaria. Un incendio arrasa la ciudad y destruye la escuela y el periódico. Se traslada a Kusiro. "Hombre, por fin, / me acostumbro al mundo/ y logro ir comiendo". Llega a director de la columna literaria del periódico de Kusiro. Se enamora de una geisha de dicinueve años. Deja el trabajo y se vuelve a Tokio. Lo social tampoco le es ajeno: los trenes atravesando la intemperie, las putitas que transan con los viejos, el desprecio de los chicos hacia el hijo de un policía, el vino como anestésico de la desgracia, el padre que pierde un hijo en la guerra. Y la guerra está ahí: "Despedí a un batallón/que iba a la guerra. / Yo estaba triste/viendo que ellos iban/sin ninguna tristeza."

Lejos de los suyos, fracasado y pobre, su salud se quiebra. Un amigo de la familia, un militar de buena posición, ayuda a su familia y se casa con su cuñada. Más tarde Takuboku descubrirá que el militar es amante de su esposa. Por entonces ya ha avanzado en la escritura de un diario en inglés para bloquear el espionaje de su mujer. "Con pluma lo escribí/ y está en mi diario: / Que hoy vi un poquito/ por el hueco del escote/ que tenía a mi lado".


Fuente: Télam

(Se ha leido 193 veces.)

Se permite la reproducción de esta noticia, citando la fuente http://www.diarioc.com.ar

Compartir en Facebook

Sitemap | Cartas al Director | Turismo Catamarca | Contacto | Tel. (03833) 15 697034 | www.diarioc.com.ar 2002-2024