Héctor sueña con ver el trofeo en manos argentinas y, por eso, eligió una prueba dura. "Ya peregriné otras veces a Catamarca. Cuando uno de mis hijos estuvo muy enfermo, prometí ir a pie tres veces. Mi hijo se curó y yo hice el viaje en dos oportunidades. Después, me enfermé yo y sólo llegué hasta La Rinconada, pero le pedí perdón a la Virgen", recuerda.
Héctor no está solo en esta promesa: la hizo junto a cuatro amigos. Si Argentina gana, los cinco partirán hacia Catamarca. "Vamos a ir por etapas, despacito, pero vamos a llegar", aclara con el convencimiento que imprime la fe. Es que Héctor cree y, por eso, no le teme ni a la distancia ni a los alemanes.