El investigador quedó intrigado por el cuadro, una acuarela de 44x44 centímetros sobre papel de embalar ("Klee siempre fue un pintor de escasos recursos", apunta) en la que se ven dos rostros, trazos dispersos y "una botella vacía, inútil, sin vaso".
"Quizás una de las caras que se ve es la del propio Klee", arriesga Dieterle. "¿Quién es el otro?" se preguntó entonces el docente y comenzó su búsqueda hasta descubrir, escondida entre las líneas sobre la figura mayor, a la derecha, la palabra "Engel" (ángel, en alemán). Corría el año 1972 y "nadie se había percatado" aún.
Recién en 2007, Dieterle compartió sus impresiones con el curador del Museo Paul Klee Zentrum, Michael Baumgartner, quien corroboró el hallazgo y habilitó al docente a documentar el logro y realizar "la primera búsqueda en el original" y con zoom, según Dieterle.
El año pasado, no conforme aún con su investigación, hizo un nuevo examen del original, en el que se ve que "la palabra «Engel» y la firma fueron pintadas antes que obra", que se expone en el Museo de Lugano, Villa Ciani, sur de Suiza.
En un minucioso estudio, Dieterle se interna en el origen de la mirada de los "sedientos" de Klee, una expresión que pudo estar influida por el "Saturno" de su colega español Francisco Goya (1746-1828)
"Klee lo vio en 1939, en Ginebra, cuando llegaron las obras de El Prado" que el Comité Internacional para el Salvamento de los Tesoros de Arte Españoles evacuó durante el franquismo", precisa.
Esa visión del "Saturno" (1820-1823) en "Arte Salvado", opina Dieterle, pudo dar a los "sedientos" del pintor suizo esa mirada casi desorbitada que se equipara con la del dios mitológico de Goya devorándose a uno de sus hijos, ya adulto.
"Los ángeles son un tema muy importante en Klee, le dedicó casi cien cuadros, y la sed también lo fue en los últimos tiempos, cuando la enfermedad había avanzado sobre su tráquea y apenas si podía beber -explica-. El ángel que descubrió "tiene la boca significativamente cerrada".
Otro hallazgo del estudioso sobre el pintor suizo se refiere a "la línea del hombro izquierdo en sus figuras, de la que siempre surge algo: una catástrofe, un niño, luz...".
El tema ocupa el tercer capítulo de su obra en alemán Paul Klee und der verbogene Engel. Eine Entdeckung (Paul Klee y el ángel oculto. Un descubrimiento, Wolfbach, 2012), que dedica los dos primeros al hallazgo en "Dos Sedientos" y a la descripción del cuadro.
El libro también aborda "la polaridad «grande-chico», con figuras similares replicadas en distinto tamaño" y "ojos y bocas que expresan sentimientos, sensaciones, estados", a veces cerradas y otras abiertas, como con "miedo y hambre", presentes en la obra de Klee.
Otros artistas -sostiene Dieterle- dan peso a las manos, pero él casi no las incorpora y pone el acento en los ojos, donde se puede ver la esencia del alma".
"Tiene un estilo propio que no se encuadra en el cubismo, el impresionismo, el expresionismo", señala el autor, que dedica el último capítulo del libro a la "radicalidad" de Klee.
"Ningún otro artista ha podido retratar con tanta coherencia las relaciones entre las personas, la muerte. Va a fondo en cada tema -sostiene Dierterle-. Los últimos doce cuadros son una serie especial, que podrían verse como un hilo conductor que sintetiza un tema".
El libro, cuyos textos debió acortar, formó parte de la presentación sobre los ángeles en la obra de Klee que se desarrolló desde octubre hasta fin de enero últimos en Berna.
Dieterle ha publicado hasta el momento siete libros de poemas y presentado dos muestras de fotografía, una sólo de Roma, en una carrera atravesada por la muerte de su hijo Samuel, por cáncer, en 1988.
Con su esposa, Elisabeth, hace diez años recibieron como "hija" en su casa en Aarau -norte de Suiza- a Natalia, una estudiante de Río Gallegos en viaje de intercambio escolar, a quien desde 2006 ya vinieron a visitar cuatro veces.
Enamorados de la Patagonia, en estos días se alojaron por segunda vez en una estancia con pinturas rupestres cerca de San Julián y mientras Dieterle fotografía "agua, personas y artistas" piensan en el próximo viaje.
"Es que comimos calafate", bromea el experto en Klee, en alusión a la leyenda que dice que quien prueba ese fruto vuelve a Santa Cruz.
Fuente: Télam
