Catamarca
Viernes 19 de Abril de 2024
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Un cambio de paradigma en el campo del conocimiento académico

Sandra Torlucci, rectora de la flamante Universidad Nacional de las Artes (UNA), ex IUNA, consideró que el cambio de denominación por ley significa "una equiparación con el resto de las universidades nacionales" y "reconocer el carácter multidisciplinar de las artes".
En entrevista con Télam, Torlucci condensa que el cambio de denominación de lo que antes era el Instituto Universitario Nacional del Arte por el de Universidad Nacional de las Artes, fruto de la Ley 26.997, promulgada el 7 de noviembre último, implica "un cambio de paradigma".

Se refiere a que con el nuevo marco legislativo "se reconoce y promueve el lugar fundamental del arte en la producción de conocimiento y su rol transformador en la cultura nacional", y en este sentido el cambio de nombre tiene "un primer significado concreto: reconocer el carácter multidisciplinar de las artes", en palabras de la rectora.

"Los criterios que la ley establece para la denominación de instituciones universitarias reservan el nombre de instituto a aquellas dedicadas a una sola disciplina. De hecho, la anterior denominación hablaba de «el» arte en singular. Cuando el Congreso opta por Artes en plural proclama ese carácter multidisciplinar que ya se manifestaba en nuestras carreras y que se torna evidente en la realidad contemporánea", explica.

Es que como señala Torlucci, "en las artes convergen distintas tradiciones, historias, prácticas, y saberes preservando sus diferencias". No se puede hacer mención al arte en singular y mucho menos en una institución como esta, que tiene entre sus filas unas 13 licenciaturas (en más de 25 orientaciones), 16 títulos intermedios, ocho profesorados y 18 carreras de posgrado.

El cambio de nombre es sólo un cambio de nombre, no implica ninguna transformación en la estructura de gobierno, en el estatuto de las carreras, en la autonomí­a ni en el presupuesto. En un nivel simbólico, opina Torlucci, "la adopción de ´universidad´ supone una equiparación con el resto de las universidades nacionales, evitando a la vez algunas confusiones que afectaban nuestra comunicación, especialmente en el extranjero".

Porque "si bien la ley es clara en cuanto a la igualdad en el carácter universitario de institutos universitarios y universidades, esto no resulta tan obvio en la gestión cotidiana de la comunicación, especialmente por la presencia del nombre instituto en otros niveles de formación", argumenta la máxima autoridad de ese espacio académico, que en el año último tuvo por sus aulas a unos 17.000 alumnos.

El IUNA nació en 1996 y su creación significó todo un hito porque fue el primer espacio académico de toda Latinoamérica dedicado a la "formación, investigación, extensión y creación en las diferentes disciplinas artí­sticas". Dos décadas después, su elevación nominativa a Universidad también merece celebrarse.

"La necesidad se fue haciendo más manifiesta a medida que la institución maduraba y nos íbamos dando cuenta que ese crecimiento, esa actualización y esa vida multidisciplinar encontraban un escollo en un nombre anclado en concepciones de la ciencia y del arte propias del pasado", comenta Torlucci, a cargo de la institución desde 2013.

Con este impulso en mente, en los últimos dos años la gestión de la universidad se cargó al hombro este proyecto nominativo y la propuesta fue muy bien recibida por parte de distintos organismos estatales, en especial del Congreso que le dio el sí, "se reflejó en voto unánime tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados", apunta la responsable de la casa de estudios.

A su vez, este cambio paradigmático lleva en sus entrañas "una revisión del significado de las artes en los niveles de producción de conocimiento" porque como recuerda Torlucci en la Argentina "el sistema universitario se consolidó en un momento positivista, en el que no había espacio para las disciplinas artísticas. El arte era el lugar de lo superficial, de la afectividad, de lo imprevisible o de lo trascendente, en su versión más romántica".

Con el tiempo esto cambió, las artes demostraron efectivamente ser una herramienta de conocimiento, y "la imbricación entre arte y ciencia transfigura los modos de producción de conocimiento y crea nuevos dispositivos experimentales para pensar críticamente los límites, las fronteras y las determinaciones de lo que las instituciones académicas denominan el conocimiento".

"Más allá de los prejuicios cristalizados -agrega Torlucci- cada vez son más las experiencias concretas que se llevan a cabo con equipos mixtos e interdisciplinarios en los que el trabajo cooperativo entre científicos y artistas demuestra una eficacia renovada en lo que respecta a innovación tecnológica y productiva".

En este sentido, "la decisión del Congreso avanza en una línea: la que reafirma las posibilidades de las artes para repensar nuestros espacios, descubrir nuevos caminos, esbozar otros modelos de comprensión, proyectar. De algún modo, conocimiento y aprendizaje siempre son procesos creativos, pero no pensemos en esa versión del romanticismo de la creación inspirada de la nada. Crear, sea en el laboratorio o en el taller, exige investigación y trabajo".

A casi veinte años de su creación, la Universidad Nacional de las Artes consolidó a la producción artística y la investigación en un lugar más que merecido en el campo del conocimiento, empoderó al arte como herramienta de transformación y lo fortaleció en una visión que lo tiene como modo de acercamiento crítico a la experiencia social. No hay duda, la ahora UNA supo convertirse en una institución de enseñanza de trayectoria, consulta y prestigio.

Fuente: Télam

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