Catamarca
Viernes 29 de Marzo de 2024
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Un experimento historiográfico en clave de sátira

En "Enciclopedia B-S", un experimento de historiografía satírica, el historiador argentino José Emilio Burucúa configura un relato sobre la emigración de los judíos europeos a Latinoamérica a partir de la experiencia de un hombre común que sobrevivió a las turbulencias socioculturales y políticas del siglo XX.
El libro, publicado por la editorial española Periférica, es un experimento enciclopédico estructurado a partir de las memorias de Raúl S, un inmigrante rumano de origen judío que en la Argentina de los años 50 se ganó la vida como luchador de ´catch as catch can´, bajo el nombre de segundo Hombre Montaña.

Raúl, que recorrió Palestina, Israel, Francia, Canadá y luego llegó a la Argentina, donde fue luchador, es el personaje que revive Burucúa para contar, con anécdotas familiares y episodios históricos, el largo periplo de los inmigrantes judíos a través de las miserias y esperanzas de la vida en los tiempos de guerra.

Bajo un sentimiento paródico que postula que las segundas partes nunca fueron buenas, el autor decidió invertir la estructura, comenzando por el segundo volumen del libro, centrado en la historia de la familia S, a partir de la vida de Raúl. El primer libro, inédito hasta el momento, ahondará en la experiencia argentina de la familia B.

José Emilio Burucúa (Buenos Aires, 1946) estudió historia del arte e historia de la ciencia. Se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires, donde fue nombrado profesor titular de historia moderna. Fue profesor visitante en diferentes universidades europeas y en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París.

Publicó varios libros y artículos sobre la historia de la perspectiva y las relaciones históricas entre imágenes e ideas. Sus estudios sobre la historia de la risa en la Europa del Renacimiento son el eje de una de sus obras más conocidas: "Corderos y elefantes. Nuevos aportes acerca del problema de la modernidad clásica" (2001).

Otros libros suyos son "Historia, arte, cultura. De Aby Warburg a Carlo Ginzburg" (2003) e "Historia y ambivalencia. Ensayos sobre arte" (2006). En 2004 editó, en colaboración con Martín Ciordia, "El Renacimiento italiano, una nueva incursión en sus fuentes e ideas". Es, además, miembro de número de la Academia Nacional de Bellas Artes.


- ¿Cuál fue el punto de partida del libro?

- El punto de partida fue el hecho de haber heredado yo las memorias de Raúl, quien las escribió en castellano, en la Argentina, después de comprarse el manual de estilística de María Moliner. Son memorias escritas de manera enrevesada, algunos momentos se parecen a un texto del Siglo de Oro y otros tienen grandes errores de sintaxis. Yo me había comprometido a publicar esas memorias y cuando empecé a tratar de hacer un relato me encontré con una profusión de personajes y de historias concurrentes o paralelas que no iba a poder solucionar con un relato tradicional. Entonces se me ocurrió hacer un diccionario y escribir la vida de cada uno de esos personajes.


- ¿Cómo lo transformó en enciclopedia?

- La idea era otorgar una cierta coherencia a cada vida en particular. Hay momentos en que se entrecruzan y eso se registra, pero lo que traté de evitar fue la confusión en los entrecruzamientos. Así aparece el modelo enciclopédico del siglo XVIII y todo el problema de cómo una enciclopedia histórica puede cumplir con los requisitos y las pautas de lo que podría ser la búsqueda de la verdad.


- ¿Por qué empezó por la segunda parte?

- El texto me salió así, no encontré otra solución. Ahora terminé la primera parte, centrada en la familia B, que tiene sus raíces en Argentina antes de 1810 y después, a fines del siglo XIX, incorpora toda la experiencia de la inmigración europea, particularmente española. Es un texto que transcurre por problemas diferentes a los de la familia S, atravesada como estuvo por las guerras mundiales. La gran diferencia del temple de ánimo entre una parte y la otra me reafirmó en la sensación de que actué tratando de hacer honor a la verdad, porque no hubo ningún a priori emocional en ninguna de las genealogías, sino que todo salió del propio relato, no puse ningún pathos especial. Eso me da la pauta de que conseguí algo muy cercano a un relato objetivo.


- ¿El humor fue un elemento central para el relato?

- El humor es producto de un aluvión de cosas que convierten el relato en sátira, un género donde se precipitan todos los temas. Esa pretensión hace que se produzca una plenitud cómica. Cuando se quiere abarcar el todo, se absorben los conflictos de una manera que nunca termina de ser trágica. La tragedia es siempre selectiva y hace que los individuos que la protagonizan tengan experiencias unidireccionales. La tragedia los absorbe al punto de que sólo se ven capaces de seguir una línea de sus vidas posibles. En la comedia, los personajes entran, salen, van y vienen, se adaptan, cambian. Eso te da forzosamente un elemento humorístico. Además, en la parte S, se trata de una familia judía que atraviesa complicadas circunstancias y el humor es lo único que hace que puedan soportar esas calamidades que caen sobre sus cabezas, algo que no pasa en la parte argentina, donde hay mucho menos comedia.


- ¿Por qué?

- Eso es algo que me sigo preguntando, porque, si te ponés a pensar las calamidades por las que pasaron los personajes de la parte S, se podría justificar una depresión insalvable, y ninguno la tiene, salvo uno que se queda en Rumania sintiéndose culpable por haber ofendido a su mujer, pero es el único personaje triste de la familia S. Los demás, que emigran, tienen dificultades, pero las asumen con un goce de vivir que no se ve en el caso de los inmigrantes españoles que vinieron entre 1890 y 1930.

Lo que me sigue asombrando es la terrible melancolía de la familia argentina. Porque si comparamos los grandes conflictos argentinos con las catástrofes del siglo XX en Europa y Asia, nos encontramos con una escala completamente diferente. No se justifica tanta experiencia de dolor. La única calamidad equiparable a las del Viejo Mundo es la de 1976, que podría justificar a partir de entonces nuestro tremendo pathos. Es el único momento real donde entramos en una época sombría sin atenuantes.


- ¿Cómo se explica esa experiencia de dolor?

- Creo que, en el caso particular de la familia B, hay tres personas que mataron hombres, son casos fundamentales: un señor que vino de España, fundó una familia pero, en las Guerras Carlistas, había matado hombres; un uruguayo que participó de la Guerra Civil en el Uruguay en 1904 y mató seres humanos; y por último, un chico que formó parte del ERP y también es probable que haya matado personas antes de ser cruelmente engullido por la represión militar. Esa sangre estuvo allí y clamó por una compensación. La experiencia de haber matado a otros seres humanos está completamente ausente en la familia S. De algún modo el punto tiene que ver con el Antiguo Testamento, donde para ilustrar el Quinto Mandamiento, "No matarás", se dice que la sangre derramada caerá sobre siete generaciones.

Fuente: Télam

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