La primera parte del libro, "Lactitud 0", reúne poemas breves en forma de epigramas en los que, al estilo de los poetas latinos Catulo y Marcial, confluyen el lance amoroso y un tono satírico volcado sobre la vida política y el mundillo de la cultura dominado por la envidia.
Tras señalar que "el epigrama posee un tono que serpentea y estalla desnudando la condición humana", Madrid, nacido en 1961, dice haber llegado a esta forma por la lectura de los clásicos y subraya la actualidad de autores como: "Propercio, Catulo, Marcial y Virgilio, cuando hablan de sus gobernantes o cuando cantan a sus amantes".
Respecto a sus vecindades, lecturas e influencias, Madrid -autor de una obra profusa con títulos como "Caballos e iguanas" y "Mordiendo el frío"; éste último Premio de Casa de América, de España- se dice deudor "del boom latinoamericano".
Pero también, dice, de "grandes poetas del continente como Vallejo, Huidobro, Paz, Neruda, Borges y las vanguardias latinoamericanas, sin perder de vista a los surrealistas franceses y tampoco a gran poesía norteamericana".
Agrega, que de los nombrados Borges ocupa un lugar especial: "Tengo poetas fundamentales en mi manera de acercarme a la poesía. Uno es Borges; su libro ´Elogio de la sombra´, me marca porque va desde el soneto al poema en prosa con esa imaginación desbordante que quiero imitar en mi primer libro".
Sobre su obsesión por el tema de la muerte, Madrid explica que su primer libro "¡Oh! Muerte de pequeños senos de oro" intenta "cantar la muerte de algunos amigos que fueron asesinados en los 80, por uno de los gobiernos más represivos del Ecuador".
"Sin embargo -agrega- no es un tema al que me acerco con solemnidad, sino que trato de ir al absurdo de vivir para morir, una reflexión guiada por el paso de la vida donde la única certeza que tenemos es que vamos a morir y esto me lleva al misterio insondable de la poesía".
Otro de sus núcleos temáticos es el erotismo: "Sí, Eros y Tanatos como si mi poesía tratara la lucha entre vida y muerte; el erotismo nos recupera como seres sensibles dispuestos a rechazar una sociedad volcada la banalidades que convierte en mercancía todo lo que toca. Es un refugio de resistencia de la sensibilidad, que muestra que todavía es posible un mundo más humano".
Madrid señala que de su gusto por la cocina -"el espacio que más disfruto de la casa", surgió "Pavo muerto para el amor", que combina el dato gastronómico con el erotismo: "Disfruto del contacto de los alimentos y me parece que la elaboración de un buen plato puede ser tan suculento como un buen poema. A la máxima bíblica ´No solo de pan vive el hombre´, añadiría ´sino de erotismo también´".
Entre las herramientas expresivas del poeta ecuatoriano, sobresale el sarcasmo y la parodia, un humor que califica como "determinante" en su escritura, y que le permite "distanciarse para ser más incisivo sea cual fuere la temática que estoy abordando. Me río de mí mismo pero cuido que mis textos no caigan en la fragmentación y la trivialidad".
Madrid practica un cruce de discursos que incorpora locuciones populares, imágenes, juegos fónicos y tipográficos, con fuertes pasajes narrativos; sobre este montaje, expresa: "Por este trabajo con el lenguaje, mis libros son diferentes. Como si no me sintiera a gusto con ningún registro y tratara de utilizarlos todos".
Asimismo, considera esenciales para su poesía la musicalidad de la lengua española, el ritmo "nacido de esa utilización del idioma" y un componente narrativo que "cobra un sentido esencial".
La narración en términos de la imaginación "es un retorno al pensamiento mitológico, un intento por comprender la esencia de los sentimientos sujeto-objeto. Pienso, en ese sentido, que mi poesía intenta establecer un acto de comunicación del saber".
Una parte de "Pavo muerto para el amor" señala egos, envidias y miserias entre escritores mediante un tono paródico; Madrid aduce que el mundo de las "pequeñas afrentas cotidianas" tiene que ver "con personajes reales", y añade: "Lo hago revisitando un género sin nombre al que Shakespeare llamó ´matar ratas con la rima´", aunque considera a Catulo como "el primer maestro".
"El abrió de par en par las puertas a una Edad Media que recuerda (vagamente, peligrosamente) a esta época nuestra: su doble moral, su interesado cinismo, su pobre y férreo equilibrio. Mi libro es también un ajuste de cuentas y se escribe en el idioma de los ajustes de cuentas: directo, claro, espero que sabiamente cínico".
Madrid señala su satisfacción de que su libro haya sido editado en nuestro país que, dice, lo pone en contacto "con lectores muy exigentes. Las versiones que leía y leo de otras literaturas me han llegado de las ediciones y traducciones de aquí".
Fuente: Télam
