Es la época en que regresa a Italia y es tomado prisionero por la Inquisición, sufre tormentos durante ocho años pero no adjura de sus teorías, por lo que muere quemado vivo en Roma.
"Bruno siempre estuvo impulsado por el fervor de conocer y explorar. Para él no existían las fronteras y no aceptaba limitaciones. Era extraordinariamente inteligente y erudito (...) también tuvo el valor y la determinación de dar a conocer sus conclusiones en una era manchada por las persecuciones y la fe corrompida", describe White. (Télam)