Catamarca
Jueves 28 de Marzo de 2024
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Un momento poco conocido de la vida de Lugones, en la nueva novela de Fernando López

La estancia en 1895 de Leopoldo Lugones en la localidad cordobesa de San Francisco es el eje de la nueva novela del narrador Fernando López, "Lugones, entre coles y lechugas", que recrea entre la ficción y el dato biográfico un pasaje sustancial de la vida del poeta, una existencia entre la gloria y la tragedia que en este caso irrumpe desde una faceta casi inédita y alejada de las circunstancias ampliamente revisadas por la crítica.
Nacido en San Francisco, el autor de esta nouvelle editada por el sello cordobés "Raíz de Dos", es también artífice de numerosos libros con preeminencia del policial, entre ellos "El mejor enemigo" (premio Universidad de Colima, México), "Arde aún sobre los años" (Premio Casa de las Américas, Cuba), "Bilis Negra" y "Odisea del Cangrejo".

En diálogo con Télam, López explica las características de un Lugones venteañero que vivió en la localidad referida unos seis meses, cuando se ufanaba de su anarquismo: "Se le atribuye haber participado en tres atentados contra trenes ingleses, que pasaban por la colonia sin guardapolvos matachispas e incendiaban los campos sembrados", sostiene.

Télam: Dada tu inclinación por el policial, extraña no hayas encarado una historia con el escritor suicida y su hijo comisario "Polo" Lugones…
Fernando López: Elegí al Lugones adolescente porque esa etapa de su vida es prácticamente desconocida. El adulto fue largamente estudiado en su actuación política, en su creación literaria y en su pulsión suicida cuando se frustró su romance con Emilia Cadelago. Esas contradicciones me llevaron a insertar el epígrafe de Borges: "murió, tal vez, sin haber escrito la palabra que lo expresara…".

T: ¿Prefigura ese joven vehemente, al Lugones que vendría después?
F.L: Creo que sí. En esa época polemizaba con el diario Los Principios de la Asociación Católica de la Juventud. Lo vituperaban a menudo, lo trataban de ignorante: ¿qué puede saber del mundo un mocoso imberbe que vive en una colonia lejana, entre coles y lechugas? En ese momento tenía avanzado su primer libro de poemas "Las montañas del oro", con el que lograría un reconocimiento inmediato en 1897.
Escribía permanentemente, leía el diario todos los días y no se conoce que haya tenido algún noviazgo ni amigos nuevos en la colonia. Solo se sabe del "Ñato" Romero, quien lo acompañó desde Córdoba; y que cuando Lugones se volvió, este amigo suyo se quedó a vivir en ese lugar.

T: ¿Qué conflictos internos -existenciales, políticos- tiene en ese medio que indudablemente siente como prisión?
L: Lugones no pudo seguir una carrera universitaria. El almacén de ramos generales de su padre en Ojo de Agua quebró y no pudo sostenerle los estudios. Eso lo frustró. No lo conformaba ser convocado a leer poemas en el teatro Rivera Indarte, ni su formación autodidacta. Subsistía con el magro sueldo de los empleados municipales, aunque renunció cuando los obligaron a convertirse en custodio de los presos radicales que trasladaban desde Buenos Aires.
Consiguió un empleo como tinterillo de un escribano, pero siempre fue consciente de que su paso por San Francisco era transitorio. Su enorme ego le decía que estaba para instancias superiores. Volvió a Córdoba deseando recalar en Buenos Aires y con el tiempo instalarse en París donde vivía Rubén Darío, pero los rumores de la primera guerra mundial lo persuadieron de volver a Buenos Aires. Algo que lo frustró más luego de ser consagrado por Darío y el diario La Nación.

T: ¿Cómo se enmarca su producción poética de ese tiempo? ¿Escribió poesía viviendo en San Francisco?
L: En la ficción le hago escribir algunos poemas de "Los crepúsculos del jardín" sabiendo que publicó primero "Las montañas del oro". No me caben dudas de que escribió. Se dice que para escribir la "Oda a los ganados y las mieses" -incluida en "Odas seculares", publicada en el centenario de la Revolución de mayo- se inspiró en su experiencia de vida en esa colonia.

T: ¿Cómo caracterizarías al Lugones periodista de esos años?
L: Como un polemista arrogante, enérgico y presumido de culto. Desde muy joven se sintió llamado a polemizar. Fundó La Montaña con José Ingenieros y escribió en El Tiempo, La Vanguardia y La Nación.

T: Hablas en tu novela de que quería "elevar el castellano hasta la cima de las montañas". Entiendo que tu libro es una ficción, pero el interrogante se impone ¿era mesiánico Lugones?
L: Más bien era petulante. Se sentía superior a esos inmigrantes semianalfabetos (se refiere en general a la emigración italiana piamontesa. N. de R.), que apenas hablaban castellano y a quienes, según él, sólo interesaba "la altura del rastrojo". Lamentaba no haber tenido con quien hablar de Parménides, a pesar de que, junto a los chacareros, vinieron maestros, músicos y artesanos, y los anarquistas que fundaron las primeras bibliotecas mucho antes de que llegara la luz artificial.

T: Tu historia está atravesada por una peste que asolaba a la provincia, ¿es un recurso inventado o real, de ese 1895?
L: Fue una epidemia de cólera y ya estaba instalada cuando Lugones llegó a San Francisco. Por eso el fuerte olor a mierda humana que le parece olfatear. La epidemia duró varios meses y los datos de mortandad mencionados en la novela son reales.

Fuente: Télam

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