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Viernes 29 de Marzo de 2024
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SANTIAGO DEL ESTERO

Una Navidad signada por el regreso al pago

Por estas horas la coqueta terminal santiagueña se convirtió en un fiel reflejo de los días que corren. Luces de colores que anuncian la llegada de la Navidad, un gran Papá Noel debajo del antiguo reloj montado al lado de las escaleras que conducen a las plataformas, adornos a tono y un clima de fraternidad tanto en los pasajeros que van, así como también en los que llegan.
(DIARIOC, 24/12/2009) Las fiestas de fin de año suelen devolver a esta bendita tierra a todos aquellos que alguna vez emigraron en busca de un mejor futuro. Porque Santiago no les ofrece lo que buscan, porque formaron sus familias en otras provincias, porque las oportunidades afuera son más, por gusto, o simplemente por una infinidad de razones que sería un tanto tedioso enumerar.

Pero el motivo que los trae de nuevo es el mismo por el que añoran el pago: el afecto de su gente. El recuerdo de ese sol abrasador comparable con el calor de su gente, con la amabilidad del joven maletero que le alcanzó los bolsos junto a la infaltable caja envuelta en papel madera y atada con hilo sisal, la simpatía del remisero que lo llevó a su casa y la emoción contenida en el afectuoso saludo del familiar que sueña todo el año con este reencuentro.

“A Santiago no lo cambio por nada, digan lo que digan. Cuando uno viaja a otra parte a trabajar lo primero que piensa es en volver”, cuenta Ramón Ledesma, de treinta años y recién llegado desde Mar del Plata. Ramón es uno de los tantos santiagueños dispersos en la ciudad turística que trabaja en una fábrica de pescados.

El micro en el que viajaba debía haber arribado a las 9.30 a Santiago, pero llegó con un retraso de cinco horas y media. “No me importa, lo único que quiero es encontrarme con mi gente lo antes posible”, expresa Ledesma, que ahora debe embarcarse en una combi que lo lleve hasta Tintina, su ciudad natal.

En “La Feliz” trabaja con dos hermanos que no pudieron venir a pasar las fiestas junto a sus familiares. En Tintina lo esperan sus padres, sus abuelos y otra hermana. “Al calor ni se lo siente cuando uno está aquí, porque uno disfruta de toda la gente que no ve desde hace un año; me encantaría volver, pero allá ya tengo mi trabajo y eso me obliga a quedarme”, expresa Ledesma, que continuará de vacaciones en Santiago hasta el 20 de enero.

Sin comparación

El caso de Marcela Alejandra Arena, de 25 años, es diferente al de Ramón Ledesma. Ella vive actualmente en Uspallata; su marido, Juan Carlos Bordón, es gendarme y por razones laborales tuvo que radicarse en la ciudad mendocina. “La ciudad es hermosa, el clima es mucho mejor que aquí, pero la gente no se compara con la de Santiago, nada que ver, allá nadie te presta atención, cada uno vive en su mundo”, confiesa Marcela, que arribó ayer a la provincia para pasar las fiestas acompañada de su hijo Bruno, fruto de su amor con Juan Carlos.

“Es imposible no añorar Santiago y el afecto de su gente. Me hice de un par de amistades en Mendoza, pero lamentablemente no fueron buenas experiencias, así que preferí no relacionarme demasiado con la gente, por eso prefiero un millón de veces a los santiagueños”, sostuvo esta comprovinciana que, por el momento, no piensa en volver a su pago “porque depende del trabajo” de su marido.

Por su parte, el joven Walter Narváez (22) quien es de La Banda volvió a la provincia después de cinco meses porque trabaja en la ciudad cordobesa de Río Cuarto, previamente había estado casi dos años en Villa María.
“Me fui con la idea de ver si conseguía algo; por suerte me fue bien y las condiciones en las que estoy son buenas, estoy en blanco y tengo un seguro”, señala Walter, que trabaja en la construcción y asegura que se especializa en “ladrillos vistos”.

“Es duro estar lejos, pero hay veces que no queda otra. Uno extraña mucho a los seres queridos, pero el consuelo es saber que uno lo hace por ellos, saber que nos pagan bien y es para que ellos vivan bien”, expresa el joven padre de Diego, un niño de dos años a quien no ve la hora de visitar.

Aunque las anécdotas son muchas, todas parecen ser partes de una misma historia, como la de aquella canción que escribió Leo Dan que decía: “Santiago querido, Santiago añorado en ti yo he soñado, tú a mí me has dado todo lo más puro de mi corazón. Por ahí cuando escucho, una chacarera me acuerdo del barrio, de la vez primera y pienso en Santiago queriendo volver”.

Fuente/ elliberal.com.ar

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