Catamarca
Jueves 18 de Abril de 2024
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Una Patagonia cruzada por la muerte y el eros en la nueva novela de Vicente Muleiro

Por la espiral de humo de un automóvil incendiado con dos cadáveres adentro, trepan las varias historias que se anudan en Sangre en el viento, la última novela de Vicente Muleiro que despliega en tierras patagónicas una disputa territorial y de recursos naturales, en un accionar que cruza con destreza narrativa un cuadro de asesinatos, poder, corrupción e impunidad, contrastado con fulgores de pasión.

Sangre en el viento -editado por Planeta- eslabona disputas en tiempos lejanos; una reciente -la década de los 90, cuando Clarisa, una empleada del gobierno,viaja al sur con la misión de investigar "por arriba" crímenes irresueltos- y otro a fines del siglo XIX, cuando un controvertido militar, Ramón Lista, lleva a cabo una matanza en Tierra del Fuego contra los indígenas y luego se pone de su lado.

Poeta, periodista, ensayista y autor teatral, Muleiro -autor entre otras novelas de Quedarse con la dama, Cuando vayas a decir que soy el tonto y La balada del asador, mantuvo un diálogo con Télam en el que delineó la génesis de su libro.

Télam: ¿Ubicarías a tu libro entre el policial y la novela histórica, con prolongación a una trama amorosa-erótica?
Vicente Muleiro: Hay elementos de todo eso, cada uno con su correlato en el tiempo en dos líneas narrativas: una más cercana en el tiempo y otra que desarrolla la peripecia del explorador Ramón Lista, un excéntrico entre los hombres del 80 y segundo gobernador de Santa Cruz.

Ambas líneas están conectadas por una misma expoliación: la de las tierras patagónicas, primero usurpadas a los pueblos de origen por la brutal conquista y su continuidad en la Campaña del Desierto y la otra vinculada a la compra compulsiva y sin regulación de tierras en el sur argentino por parte de los grandes capitalistas de la era global.

T: ¿Qué te llevó a introducir a una personalidad como la de Ramón Lista, hombre ubicado entre el estudioso y el guerrero?
M: Es un personaje oculto de la historia. Huérfano, autodidacta, ligado al patriciado por vínculos familiares, luego de un viaje a Europa. Ve allí el afán positivista por explorar grandes extensiones desconocidas del planeta, elige la Patagonia como lugar a desentrañar, en un momento en que había que consolidar territorios en disputa con países vecinos y acechados por potencias industriales como Gran Bretaña.

Tras las primeras exploraciones y con culpa porque por haber sido corresponsable de una matanza, se rebela al poder roquista que le ordena defender los intereses de los ingleses. Cuando el gobierno central lo nombra gobernador del entonces Territorio Nacional de Santa Cruz, Lista intenta implementar políticas contrarias al poder liberal, como fundar colonias agrícolas para integrar a los tehuelches.

T: Queda dividido entre el mundo indígena y el mundo criollo...
M: Es así. Por un lado necesita del poder para concretar sus planes, pero tiene claro que lo han enviado para consolidar el territorio y no para hacer políticas que hoy llamaríamos distributivas.

T: Ocurren dos matanzas en un mismo suelo, hechos que puede resumir en la frase "esta tierra no es de nadie".
M: Esa frase la pronuncia uno de los esbirros al servicio de su patrón extranjero. Y en ese caso específicamente quiere decir que no son los originales ni los que tienen precarios títulos de propiedad los dueños de esas vastedades, sino que lo serán los grandes dueños del mundo.

T: Tu libro descorre un velo sobre un tema encubierto en nuestra historia: la relación amorosa y sexual entre soldados e indias…
M: Sí. Me dejó abierta esa instancia el libro de David Viñas, Indios, Ejército y frontera, donde cuenta que entre los militares y civiles que llegaban a esa tierra la relación sexual con las mujeres era inevitable, incluso mediante la violación. Trato de responder a esa incógnita, por qué tanto silencio. La relación amorosa entre Lista y la tehuelche Koila, aunque ficcionalizada, fue real y tuvieron una hija; él fue osado en ponerle su nombre, Ramona Lista, algo insoportable para el falso patriciado que mandaba desde Buenos Aires.

T: En los 80 aparece una variante del policial que devela las partes más oscuras de la sociedad, la corrupción, el narcotráfico...
M: El género se ha abierto en muchas más vertientes que las inaugurales del policial de enigma y el policial duro, y ha crecido en cultores y lectores en todo el mundo. En una sociedad violenta y desigual y con el capitalismo convertido en grupos de mafia concentrada, no es casual este fenómeno.

T: Es interesante la voz del hablante: dialoga con familiaridad con el personaje, a ratos media entre protagonista y lector, monologa y suena como una conciencia susurrante.
M: Me gusta lo de "conciencia susurrante", y los narradores cuya voz sea la de un observador implicado o muy cercano a lo que sucede, pero al que no se puede descubrir del todo. Acaso ni yo mismo sepa del todo quién es el que está narrando. También me interesa alternar puntos de vista, enfrentar desafíos técnicos a resolver en el transcurso de la escritura, eso me da tensión y me divierte más que las narraciones planas.

T: En Sangre en el viento las mujeres juegan un rol importante...
M: Me lo propuse expresamente. Nuestra historia - sobre todo la del siglo XIX- está narrada por el poder patriarcal (Vicente Fidel López, Bartolomé Mitre) y cabe sospechar, como diría Eduardo Mignogna: "si la historia la escriben los que ganan/ eso quiere decir que hay otra historia". Me interesó el desafío literario de abordar lo femenino.

T: ¿Cuáles son tus vecindades, tus influencias, tus lecturas?
M: Mi mapa de lectura, por razones generacionales, es invertido. Leí a García Márquez, Cortázar y a Onetti antes que a Flaubert o Faulkner, las vanguardias europeas y los norteamericanos. Me interesan las distintas derivaciones latinoamericanas que surgen de esas grandes corrientes y la renovación que acometen. Pero también soy hijo del Quijote, o sea: del lenguaje entendido como un mar en el que hay muchos tesoros. La famosa "economía del lenguaje" oculta muchas veces la falta de percepción poética de la lengua.

Fuente: Télam

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