Para sorpresa del público francés, Rep desafió al tiempo y lo transformó en medida accidentada, en homenaje y sintoní­a con su protagonista. "La biografí­a de Julio Florencio merece ese desacato, esa emergencia rayuelística, sentí­ un alborozo en el estómago cuando se me ocurrió lo del orden aleatorio", dice el dibujante a Télam.
"Me encerré durante el verano a trabajar una biografí­a seca, probada, sintética de Cortázar y decidí­ no respetar la lí­nea de tiempo habitual que se estilan en las biografí­as, metí­ en una coctelera todos esos años, jugué aleatoriamente", explica el artista sobre este recorrido de dibujos cortazarianos, publicado por Planeta.
Y con esa misma impronta, cuenta, "hice 35 bollitos de papel con cada año, los puse en una canasta y los fui sacando: juego, azar, la mano de un cronopio". Y ahí­, en la canasta, "estaba Cortázar, quien, fumando y sonriendo, me fue dando cada bollito según su antojo. Hay que subvertir, Cortázar hací­a eso, era un lúdico y un subversivo, desde la belleza, claro"
De esa historia desorganizada, Rep, dibujante de primera hora del diario Página/12, eligió contar 35 de los 69 años de la vida del escritor: "¿Son muchos para una vida, no? Eso habla de una existencia intensa, años de hechos claves, de libros, de juegos cruciales, que elegí­ contar sin ningún lirismo, ni ampulosidad literaria. Más bien, casi informativo, seco, periodí­stico".
"Mi vuelo -refuerza- está en los dibujos que acompañan esas descripciones, ahí­ estoy yo con el maestro", y sí­, ahí­ aparece Rep con su trazo tan propio contándolo a Cortázar, largo y de traje pisando con un pie la tierra y con el otro el éxito de una rayuela dibujada para el año 1963, fecha en que aparece por primera vez publicada la novela que rompió esquemas en la literatura hispanoamericana.
O en 1918 un Cortázar pequeño de ojos azules enormes, que llega a Buenos Aires con cuatro años; el humo que escapa de su boca en 1956 cuando ese niño ya es un escritor reconocido, con Final del juego publicado en México, mientras escribe la novela Los premios y visita la Argentina en agosto hasta noviembre; o reposando en la tumba junto a su amor, Carol Dunlop.
Y en todos esos cuadros el escritor ilustrado estremece con su mirada clavada y profunda, escoltada por un entrecejo remarcado, con unos ojos -de los que el dibujante hizo gala y así­ define- "tremendos, separadí­simos, vacunos, honestos, faros, radares, impertérritos, claros que como dibujante agradezco. Una hermosa mirada de cronopio, de bebé, de sabio, de valiente".
Fuente: Télam