"Fue una gran trabajadora social, con un corazón fuerte para ayudar a los pobres. Es la secretaria de Dios", declaró Pushpa, una mujer de mediana edad que había venido desde el estado de Kerala, en el sur, para rezar por su madre, enferma de cáncer.
Unas pocas decenas de personas de una sociedad racionalista gritaban lemas de protesta en el exterior, y decían que la monja no debería ser retratada como una santa y hacían eco de las críticas en algunos círculos a la Madre Teresa por su oposición al control de la natalidad y al aborto.
Calcuta -ahora denominada Kolkata- también era pintada como un pozo de miseria y sufrimiento, según los críticos, que ignoraban su larga historia de creatividad intelectual y artística.
La Madre Teresa hizo de Calcuta su hogar y abrió varias casas, entre las que había una para ancianos y enfermos mortales y otra para niños desamparados. El arzobispo de la ciudad, Lucas Sircar, ofició una misa especial en la que ricos y pobres rezaron juntos.
También se encontraba la hermana Nirmala, la superior de la orden que sustituyó a una enferma Madre Teresa seis meses antes de su muerte, a los 87 años, el 5 de septiembre de 1997.