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Viernes 29 de Marzo de 2024
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TUCUMÁN - FIESTA DE LA PACHAMAMA

Una guerra en la que todo vale, menos enojarse

En la plaza del pueblo, convertida en capital de la alegría, nadie queda libre de los bombazos de agua y las caricias con pintura y harina. Turistas y lugareños bailan abrazados, poseídos por el diablo del carnaval. Cada día se vive y se disfruta como si fuera el último.
(DIARIOC, 07/03/2011)Es la guerra. Las bombas son los baldazos de agua que se revolean a cada segundo; las balas, el hilo fino y preciso de espuma en spray que siempre, pero siempre, entra en los oídos; los gases químicos son las nubes de harina que flotan en el aire y los misiles son las estampidas de pintura roja, amarilla y negra que caen por todo el cuerpo. El tratado de paz es un ramito de albahaca puesto en la oreja.
Eso sí, no hay trincheras. No tiene caso intentar escapar. El carnaval es una guerra en la que todo vale, menos enojarse.
El vals del casamiento criollo, la representación que se hizo ayer luego de presentar a Andrea Flores de Balderrama como la nueva Pachamama, abrió las puertas para salir a bailar. Llegaron desaforados a la esquina en donde se armó el escenario, debajo de la enramada. "¡Que viva Amaicha, capital de alegría!" agitaba el locutor, entre valses y paso doble.
Con sólo pasar una sola por los alrededores de la plaza principal de Amaicha uno queda irreconocible. "No es violento, llegás y 25 manos te llenan la cara de pintura. Primero pensás que te están por pegar una cachetada; pero te pintan haciéndote cariño casi", dice Virginia González, una porteña de 33 años que no podía creer lo que estaba viviendo en Amaicha.
Chamaré y carnavalitos despiertan al diablo, que parece haberse multiplicado en miles. Las bandas de música vienen de todos lados y desfilan por el escenario desde la siesta hasta cerca de las 20: una maratón de bailes populares que nadie quiere perderse.
"El carnaval significa sacar a bailar a la primera chica que se te cruce, sea linda o fea, vieja o joven. Nadie dice que no y nadie se enoja porque estamos todos en la misma... disfrutando al mango de la vida", dice Roque Santillán, de Tucumán. Si sus padres se lo cruzaran, no lo reconocerían: el carnaval, la pintura el agua y la alegría los hace a todos iguales.
Nadie dice que no y nadie se enoja. Ni siquiera cuando un puñado de harina cae en el vaso de fernet recién comprado. "Mirá esto, podés creer? Recién comprado", le dice Alejandro, de Córdoba. En esta guerra es imposible estar atento a todos los flancos.: "te querés limpiar de un lado y ya te tiran de otro, no hay un segundo de paz", dice divertida Romina Prieto en una pausa de su chamamé. Atrás suyo una ronda multitudinaria se ha armado al ritmo de un carnavalito y en un abrazo son todos hermanos.
Pasan las bandas, los sapucai y las chicas arriba de los hombros de los muchachos. Pasan de mano en mano las cervezas. La Fiesta de la Pachamama termina mañana, pero nadie acusa recibo. Cada día se vive, se disfruta y se baila como si fuera el último.

100.000 turistas
Ni siquiera el mal tiempo logró opacar el entusiasmo de los turistas. El titular de Turismo, Bernardo Racedo Aragón, dijo que el fin de semana se movilizaron unas 100.000 personas por la provincia. La Fiesta Nacional de la Pachamama reunió a más de 20.000 turistas, y otros 17.000 se dieron cita en los carnavales de Lastenia y de Ranchillos, que contó con la participación del "Chaqueño" Palavecino y otros artistas.

Fuente: lagaceta.com.ar

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