Catamarca
Sabado 20 de Abril de 2024
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Una historia del psicoanálisis en La Plata

El psicoanalista y escritor Enrique Acuña, director de la revista especializada Conceptual, explica cómo entró el psicoanálisis a la ciudad de La Plata y cómo en la actualidad es una cantera de aspirantes a analistas, muchos de los cuales forman parte de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).
Acuña nació en Corrientes; estudió medicina y es docente en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T : ¿Podrías contar la génesis y la historia de la actual Sección La Plata de la EOL? Que yo recuerde, se ha incorporado analistas que en los años 80 eran refractarios al Campo Freudiano y se han ido otros.
A : Antes que génesis prefiero la palabra hystoria con y; siguiendo el juego gramatical que sugiere Lacan cuando escribe hysteria: cuando uno historiza, también se hysteriza. Coincide con Oscar Masotta, que decía que cuando uno enseña psicoanálisis trata de explicarse a sí mismo, habla como analizante, dividido. La situación en La Plata es paradojal. Tan cercana a la capital y fundada como buró del gobierno provincial hace más de un siglo, ahora es casi un gran barrio porteño.

Sin embargo tiene un rasgo propio por su universidad: ser estudiantil, pero también es la sede de un poder político: en tiempos de elecciones se dice que quien gana la provincia de Buenos Aires gana el país. La enseñanza de Jacques Lacan en la ciudad se puede contar desde aquella conferencia que Masotta diera en 1970 en el Hospital de Niños publicada como Aclaraciones en torno a Jacques Lacan. El clima platense aspiraba a lo intelectual por la Escuela de Bellas Artes, la Facultad de Humanidades y un movimiento artístico de vanguardia como los plásticos del grupo Si, que dialogaban con los poetas en el bar Capitol. Como Buenos Aires, La Plata imitaba la moda europea más que las montoneras provincianas que también construían el país. Ya desde los 60, la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) tenía candidatos en análisis con didactas porteños como Celes Cárcamo. También persistía la alianza que hizo Garma con la española Fernanda Monasterio en la universidad para crear la profesión de psicólogo clínico- que aún se confunde con la autoridad analítica. Luego, en la dictadura militar, la cultura fue diezmada, y la carrera de Psicología cerrada hasta 1983. Masotta en el exilio, escisión de la Escuela Freudiana de Buenos Aires (EFBA).

Hubo un intento de una escuela, Sigmund Freud, en 1978, a partir de las clases de (Raúl) Sciarreta, con Franco, Matusevich, Indart. Pero no funcionó. En 1987 conocimos a Germán García en una charla en el hospital San Martín y un año después incidió en la fundación del GEA -Grupo de Estudios Analíticos- y te acordarás que firmamos su Acta Fundacional donde era explícita nuestra referencia al Campo Freudiano. Luego, Judith Miller es invitada por un funcionario de Salud Mental a dar una conferencia en el hospital Melchor Romero. Con respecto a lo que llamás refractarios y los incorporados, es una lógica colectiva: lo nuevo es acordar en las diferencias. Cualquier fundación crea un estilo de formación de analistas (http://www.aplp.org.ar/index.php/e-textos-10/288-de-formaciones-y-universales) y eso requiere de una historia previa de transferencias, y de una serie de contingencias con nombres propios como el de Jacques-Alain Miller, sobre cuya enseñanza se funda ahora la Sección La Plata de la EOL.

Esa es una primera marca en esta historia. Después de un movimiento de orientación lacaniana -MOL- en el que contribuimos con la fuerza de una institución de 20 años como es la Asociación de Psicoanálisis de La Plata, y otros grupos como Cita y Acción Lacaniana que querían su disolución como gesto repetido de aquel que fundó la EOL en 1992. Nosotros pensamos que se trata de otra coyuntura, y del diseño de otro mercado a la hora de pensar un instituto con un programa de enseñanzas alternativo a la universidad, de modo que la sección funciona como al menos uno para permitir la solución paradojal: todo conjunto es abierto y cerrado.

T : Hay varias publicaciones en la ciudad, pero dirigís la revista Conceptual-estudios de psicoanálisis. ¿Cuál es su rasgo diferencial y cómo se rompe el sintagma ciudad estudiantil del que habla Eric Laurent?
A : Conceptual es una revista que va por su año 14 y continúa a otra llamada Anamorfosis. En la editorial del último número decía que nuestra Biblioteca Freudiana que fuera declarada de interés cultural por el municipio, revive en cada número de la revista porque su espíritu es mantener la crítica. Es la Alejandría que cita Borges: aunque la quemen resiste, se multiplica. La época cyber no quemará nunca el gusto por la lectura del detalle. Tal vez ese sea su rasgo: la confluencia de lectores y autores que gustan de la crítica cultural tanto como de la clínica analítica. Conceptual mantiene corresponsales en varios países y muchas provincias que se organizan en una red y además -contra el viento de la época- prefiere poca jerga. Lo de estudiantes de La Plata que dice Laurent en un reportaje publicado en el blog de la sección se refiere en otro plano a la renovación generacional que todo movimiento masivo requiere en aras de un mercado futuro. Agreguemos que los efectos de una Escuela deberían ir también hacia la intensión. Es otro movimiento diferente a la difusión masiva y el efecto estudiantina. Implica no promover el pase como formación de una casta de AE-riesgo que Lacan preveía con la sombra de un posible fracaso- y que el joven practicante idealizaría. El pase cambia la demanda de formación de los analistas, decía, es el riesgo de lo didáctico. Más allá del reconocimiento, se trata de mantener vivo al psicoanálisis en los debates contemporáneos, y eso implica cierta soledad del uno por uno.

T : En función de la creación de una Escuela; cómo han articulado los discursos que supongo vienen de lugares diversos? En la facultad de psicología, ¿cuál es el peso que hoy día tiene el psicoanálisis de orientación lacaniana?
A : Durante el tiempo que duró el movimiento hacia la sección, se intentó la disolución de los grupos y la cuestión central fue mantener vivo el deseo de una poética analítica en la ciudad. Eso se hace hablando con los otros discursos, ellos vienen de lugares diversos y bajan a la calle; entonces, los coloquios-seminarios en los que participé tuvieron en perspectiva la cuestión de la formación de los analistas en la época de la evaluación. Se habla de autoridad analítica en un momento donde el saber se informatiza y profesionaliza.

La juventud entra en carrera por unidades de valor, en una currícula al infinito. Los colegios médicos o psicológicos tienden a regular con criterios económicos, el mercado funciona como dice el tango: La propaganda manda cruel en el cartel y en el fetiche de una afiche de papel se vende la ilusión…En una conversación sobre temas de Escuela lo decía Germán Schwindt: en la época en que el mercado tiende a hacer del psicoanálisis una terapia más, que requiere la especialización dentro de las profesiones, la universidad y los colegios autorizan más que la propia experiencia de un análisis. Por otro lado, las corporaciones psiquiátricas y derivadas del discurso universitario enchufan saber prefabricado, un rechazo de la falta propio al discurso capitalista. Hay que generar desde el discurso analítico otro amor al saber. Es muy interesante cuando vamos a los hospitales a escuchar casos clínicos donde el practicante se halla divido entre las nuevas leyes como la de Salud Mental, y los nuevos paradigmas clasificatorios como el DSM, porque ahí tiene su eficacia recurrir a las estructuras como cierto clasisismo del saber analítico.

T : ¿Qué querés decir cuando decís que también apostás al diálogo con el otro de la cultura?
A : En la ciudad de los discursos, se trata de mantener una pragmática propia del psicoanálisis que no rechace el deseo, el goce, el amor y para ello debe articularse a una enseñanza que no sea del especialista en la contraseña, la jerga, la última información. En eso la cultura funciona como una otredad en la medida que es múltiple y construye nuevos objetos; aunque desechos en el cielo como la chatarra espacial, nos importa interpretarlos. Lo que los americanos llaman Cultural Studies, muy de la mano de las universidades, son producciones de saber que Richard Rorty designaba como ironía en solidaridad democrática, cuyo límite es no debatir si peligra el sistema. En nuestra revista y en su red hay una máxima: intercambiar hasta la alteridad. Por ejemplo, en una mesa sobre Biografía cuestionada que compartimos con el filósofo Guillermo Ranea y la escritora Laura Fernandez Berro, el debate giró hacia qué era lo importante en las narrativas actuales, ¿la ficción en la realidad mediática, la narración del yo, o mantener las lagunas del recuerdo? Ahí captamos el lugar del psicoanálisis como síntoma en la cultura, es un discurso que cuestiona la verdad estipulada, haciendo aparecer del vacío algo inédito.

Fuente: Télam

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