Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
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Una mirada crítica sobre los intelectuales judíos, que abona una reflexión sobre la historia y el presente

En "El final de la modernidad judía", el historiador Enzo Traverso (Gavi, Italia, 1957) realiza un enfoque crítico sobre la tradición intelectual judía en la mitad del siglo XX, a través de la cual intenta "leer la historia del mundo" y "cuestionar el presente".
Traverso, que es profesor de Humanidades de la Universidad de Cornell, se graduó en Historia Contemporánea en la Universidad de Génova y obtuvo su doctorado en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, en París. Escribió entre otros libros, "La historia desgarrada. Ensayo sobre Auschwitz y los intelectuales"; "Los marxistas y la cuestión judía"; "Cosmópolis. Figuras del exilio judeo-alemán".

"El final de la modernidad judía", editado por el Fondo de Cultura Económica, está organizado en base a ejes temáticos, a través de los cuales aborda en un ensayo controversial lo que considera "un giro conservador" de las elites intelectuales judías.

"Después de haber sido el principal foco del pensamiento crítico del mundo occidental -en la época en que Europa era su centro-, los judíos se encuentran hoy, por una suerte de reversión paradójica, en el corazón de sus dispositivos de dominación. Los intelectuales han sido llamados al orden", se lee en la introducción del ensayo de Traverso, de extracción izquierdista.

Con ese enfoque y a modo de ejemplo, el autor agrega: "Si la primera mitad del siglo XX fue la época de Franz Kafka, Sigmund Freud, Walter Benjamin, Rosa Luxemburgo y León Trotski, la segunda lo ha sido más bien de Raymond Aron, Leo Strauss, Henry Kissinger y Ariel Sharon."

En el primer capítulo expone sobre "La modernidad judía", período que va de 1750 a 1950 y lo define como "un tiempo en el que, habiendo salido a la luz del día, la existencia misma de los judíos parecía problemática: tanto para unas sociedades ampliamente afectadas por el prejuicio antisemita como para los propios judíos, forzados a repensar su identidad y su porvenir fuera del gueto".

Además, explica por qué los judíos se insertan en la modernidad y sus elites intelectuales llegan a convertirse en defensores de la Ilustración.

En el capítulo II "Cosmopolitismo, movilidad y diáspora", Traverso aborda el desarraigo de la judeidad en la actualidad, que aparece estigmatizada e inserta en la cultura occidental.

"Toda la cultura judeoalemana se exilió, estableciendo su capital primero en París y posteriormente, a partir de 1940, en Nueva York. Este desarraigo sería definitivo, pues la gran mayoría de exiliados no regresó a Alemania después de la guerra y la Shoah", se lee en el ensayo.

En el capítulo III "Los intelectuales, entre la crítica y el poder", sostiene o evalúa que "el final de la modernidad judía ha tomado en el mundo cultural, la forma de un giro conservador", que aparece entre la primera y la segunda mitad del siglo XX.

"La primera ruptura de los judíos con la izquierda se produjo en Estados Unidos durante el macartismo, cuando un sector de intelectuales que se había radicalizado en los años treinta, bajo el impacto de la crisis del capitalismo, perdió la esperanza y transformó su antiestalinismo en anticomunismo...En Europa el desgarro se produjo años después, en 1967, a partir de la Guerra de los Seis Días.", escribe Traverso.

En el capítulo IV , "Entre dos épocas: judeidad y política en Hannah Arendt", aborda el caso de una intelectual de una judía no judía, ilustrada, laica, que se presenta como una representante del pensamiento progresista judío antes del Holocausto.

Traverso alude a "Los orígenes del totalitarismo", de Arendt, en el que analiza dos etapas. "Podríamos ver en ello una separación entre dos momentos, uno europeo y otro americano, de su experiencia: el primero empeñado en luchar contra la opresión, el segundo centrado en definir el marco de una libertad conseguida, a veces al precio dela indiferencia con respecto a las nuevas formas de dominación y a los nuevos combates emancipatorios. Este tránsito ilustra el giro con el que finaliza la modernidad judía".

El capítulo V, Metamorfosis: de la judeofobia a la islamofobia, explica cómo "en la Europa contemporánea el inmigrante asume los rasgos del musulmán. La islamofobia desempeña en el nuevo racismo el papel que fue antaño el de los judíos en el antisemitismo".

"En la actualidad, el racista europeo no ataca, en Francia, al extranjero alemán o estadounidense, como no ataca en Alemania al francés o al británico. Ataca al magrebí o al africano y poco importa que sean inmigrantes o ciudadanos de un país de la UE desde hace varias generaciones. Estos últimos, considerados inasimilables, parecen aún más peligrosos pues corrompen a la nación desde adentro, alterando sus costumbres, envileciendo su lengua, rebajando su cultura", agrega Traverso.

Además, considera que "sería más fructífero afrontar los problemas del presente partiendo de la lúcida constatación de Michel Wieviorka: sin desaparecer, el antisemitismo está en vías de transformarse en "un fenómeno secundario, sin grosor, sin gran capacidad de movilización, y combatido de manera en general enérgica y eficaz cada vez que se expresa".

El capítulo VI, Sionismo: retorno al ethnos, aborda cómo a partir del sionismo y la creación del Estado de Israel, se inventó el pueblo judío gracias a la secularización de un viejo mesianismo y a la sacralización del Holocausto.

"El final de la modernidad judía se confunde también con otra metamorfosis, cuyo carácter ineluctable fue captado con precisión con Hannah Arendt: la creación de un Estado judío, presentado como el único medio para acceder a la plenitud de derechos, comportó la aparición de un nuevo pueblo paria -los palestinos- desprovisto de reconocimiento político y de derechos", sostiene el sociólogo.

En el capítulo VII "Memoria: la religión civil del holocausto", Traverso analiza que "El final de esta modernidad se manifiesta no solo en el declive del antisemitismo ... sino también en la transformación de la memoria del Holocausto en una especie de "religión civil" del mundo occidental, modelo necesario para medir las virtudes morales de sus democracias y test al que son sometidos los Estados que aspiran a integrar sus instituciones políticas".

Fuente: Télam

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