Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
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Una muestra recupera a través de 130 obras el componente rupturista del arte argentino de los 60´

La bisagra que significó la producción artística de los 60, justificada por las diversas rupturas sobre los formatos tradicionales de la modernidad que emprendieron artistas como Lucio Fontana, Jorge de la Vega o Marta Minujín, es analizada en "La paradoja en el centro", una muestra que reúne en el Museo de Arte Moderno un conjunto de 130 obras centradas en los núcleos que alumbraron la renovación del arte contemporáneo.
La rigurosa curaduría de Javier Villa toma como punto de partida la producción del artista Lucio Fontana y las acciones que se consumaron durante la década del 60 en exposiciones como "Arte destructivo" -montada por Kenneth Kemble en 1961-, "La destrucción" y las acciones de Federico Manuel Peralta Ramos durante los años 1964 y 1965.

El curador formula su recorrido en torno a esas producciones que promovieron una suerte de rebelión violenta contra formatos tradicionales como la pintura y la escultura, provocando "una apertura a formas liberadas, cruzados con momentos donde se sostiene o se retorna a la materia, para estabilizarla y volverla a forzar".

La muestra incluye obras de Carmelo Arden Quin, Antonio Berni, Nelson Blanco, Oscar Bony, Jorge de la Vega, Juan Del Prete, Lucio Fontana, Raquel Forner, Alberto Greco, Alberto Heredia, Alfredo Hlito, Enio Iommi, Kenneth Kemble, Raúl Lozza, Tomás Maldonado, Marta Minujín, Tomás Monteleone, Luis Felipe Noé, Margarita Paksa, Aldo Paparella, César Paternosto, Federico Manuel Peralta Ramos, Emilio Pettoruti, Liliana Porter y Emilio Renart, entre otros.

"La muestra se despliega a partir del aporte de Fontana y hace foco en el problema del lenguaje plástico en un momento de gran explosión -destaca Villa a Télam-. Es un artista que nunca ha dejado de ser pensado, sin embargo su centralidad muchas veces es evadida por la historia".

Según el curador, con sus agujeros Fontana cierra a la modernidad con violencia y con su serie de los 'tajos' diez años después se abre a lo contemporáneo: "Creo que el arte argentino tomó a la paradoja matérica que plantea Fontana en toda su complejidad. Continuamos tratando de entender esa herida sobre la modernidad, ese corte sobre la materia, ese nuevo ritmo hecho de interrupciones, ese trascender a la pintura mediante una violencia al soporte pero sin remover sus restos materiales".

- ¿Qué propósito tiene la contradicción o paradoja implí­cita que retoma la muestra, donde los artistas seleccionados utilizan los recursos del arte para señalar sus limitaciones y enfatizar sus imposibilidades?

- La exposición presenta un momento donde se ataca o se violenta a los formatos tradicionales del arte como la pintura y la escultura. Esto permite una liberación de esos formatos que fueron los que sostuvieron al arte moderno. A partir de allí­, los recursos del arte parecieran más bien ilimitados.

La exposición se asienta sobre el pasaje de lo moderno a lo contemporáneo, atacando los formatos tradicionales para trascenderlos y abrir así­ a nuevos modelos de expresión. El arte no se ve limitado, sino que se expande.

- ¿Cómo se vinculan la noción de destrucción que aparece como hilo conductor con la de creación, que está en la génesis del arte? ¿Subyace en estas expresiones la idea de cuestionar el estatuto del objeto artí­stico?

- Creo que en la génesis tanto del arte como del hombre está la destrucción y la creación. En arte se destruye para generar, es parte del proceso creativo. Esta duplicidad no es algo nuevo de los sesenta, tal vez sí­ necesario en ese momento (el dadaí­smo, por ejemplo, apeló a la destrucción del lenguaje para encontrar algo nuevo).

Lo interesante en la exposición no es un desarme del lenguaje, algo que ya comenzaron a hacer las vanguardias históricas, sino una destrucción material, como la que inicia Lucio Fontana. Cuando aparecen estos ataques contra el material lo que se enfatiza es el gesto, la acción del artista; es la huella del ataque lo que queda. Se ataca a la materia y nace la acción como creación, ya no es tan importante el objeto sino el sujeto.

- ¿Cómo se evidencia el cuestionamiento al objeto artístico?
- En la misma escena, varios artistas como Kemble o Renart, cuestionan al objeto pero siguen trabajando alrededor de él, es una paradoja: atacar a la materia a la vez que se la sostiene. En algunos casos hay un marcado gesto anti-institucional, sea explícito o no, como en los Vivo-Dito de Greco que empieza a exhibir lo real que está en la calle, en "La destrucción" de Marta Minují­n, donde ella dice que no quiere que sus obras sean objetos que terminen en esos cementerios que son los museos, en el caso De la Vega, que la pintura ya le parece una producción de élite y se lanza hacia la canción popular.

- ¿Cómo se entroncan estas formulaciones con el contexto social y cultural de la época? ¿Se podrí­a decir que este tipo de expresiones fueron empujadas por las tensiones del período?

- Es peligroso crear correlaciones directas, como decir que obras que tienen violencia intrí­nseca es por momentos violentos o de tensión polí­tica. Pero también es complicado no hacerlo. Los artistas consumen tanto de su contexto sociopolí­tico, como familiar, como trabajan en relación al avance de un lenguaje propio del arte tanto local como internacional. Las variables son muchas.

La muestra está más basada en un problema del lenguaje plástico que en un análisis profundo del contexto. No obstante, si, es una época donde vemos momentos de destrucciones en tiempos complicados políticamente por la dictadura de Onganí­a (sobre todo en el 68), momentos más relacionados al pop, a los medios y a la tecnologí­a en relación al efecto que esto provoca en la vida cotidiana y momentos de euforia desarrollista en la época del Di Tella.

- Algunos artistas como Bony y De la Vega tomaron a la pintura como punto de partida hacia otros registros ¿Este desplazamiento se produjo porque empezaron a detectaron limitaciones en la pintura?

- Todos estos artistas comienzan trabajando con la pintura y de allí­ se van derivando hacia otros registros.

Muchos veí­an en la pintura, no sé si una limitación, pero si un agotamiento; como si las vanguardias le hubieren sacado todo el jugo y la hubiesen llevado a un callejón sin salida. Buscaron nuevos modelos para decir. Es una búsqueda muy de esa década, una búsqueda de apertura, de perseguir lo nuevo, como también es una sensación muy de esa década que la pintura habí­a llegado a un estancamiento. Creo que las aperturas también le sirvieron a la pintura para encontrar nuevos rumbos y demostrar que aún tiene mucho para dar.

El caso de Bony y De la Vega no está disociado de todo esto que está ocurriendo. El arte yendo al cine, a la canción, o a la TV como Peralta Ramos, los artistas dejando la práctica, dedicándose a otras cosas, etc... son todos sí­ntomas de una época de gran efervescencia, una época frenética, de mucho movimiento y aperturas. Y la pintura es el punto de partida de todos.

Fuente: Télam

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