Catamarca
Sabado 20 de Abril de 2024
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Una narrativa que se desliza desde los márgenes

En su novela Después del invierno, Guadalupe Nettel cuenta la soledad y el aislamiento que acompaña la vida de los extranjeros en grandes ciudades como Nueva York o París, como es el caso del cubano Claudio, la mexicana Cecilia, y otros personajes secundarios, deambulando por realidades extrañas, donde el común denominador es el desarraigo y la aspereza cotidiana.
La autora de las novelas El huésped, El cuerpo en que nací y Después del invierno, con la que ganó el Premio Herralde el año pasado, visita Buenos Aires como parte de la delegación de escritores que acompaña a la ciudad de México DF, invitada de honor en esta 41 edición de la Feria del Libro.

En una entrevista con Telam, Nettel desgranó los temas de su novela (publicada por Anagrama), que como las anteriores, está escrita desde los márgenes: "Creo que surge naturalmente, siempre cuento a partir de una esquinita, no me gusta empezar las historias desde un plano principal, más bien desde los laterales, responde a mi manera de ser, quizás es menos apabullante empezar por el detalle".

"Pero también tiene que ver con lecturas de autores que a mí me interesan, aquí cito a George Perec, 'Lo infraordinario', un libro que invita justamente a fijarnos en las cosas tan cotidianas que no volteamos a ver -apunta-. Él dice que la actualidad es la diosa que todos seguimos, la primera plana del periódico, el gran acontecimiento, pero qué hay de los detalles cotidianos".

¿Por qué elegiste el escenario de dos grandes ciudades?
Era parte de lo que me interesaba contar la soledad de las grandes ciudades y fuera de América Latina, en México no pesa tanto, pero en París y Nueva York, sí. Gente que aunque vive rodeada de millones de personas está muy sola, pasa días sin hablar con nadie, incluso en su trabajo no se comunica. Cada vez se convierten en más solipsistas.

Tenía ganas de hablar de eso y de cómo las experiencias dolorosas, la pérdida de gente querida, los accidentes, nos ofrecen la oportunidad de vincularnos con los otros.

Una manera de rasgar esa coraza...
Sí, hay una persona o dos con las que uno establece un vínculo real -esto pasa en la novela- y de repente se valorizan estas relaciones que en un primer momento no eran tan importantes.

A lo largo de la trama se percibe esa sensación de sentirse sapo de otro pozo al ser extranjero ¿Quisiste poner el acento en esto?
Cuando uno se va al extranjero baja su nivel de vida, si es estudiante más, porque los espacios en las grandes ciudades son muy reducidos, los alquileres muy caros, el clima cambia mucho, la gente está doblemente sola. Pero también pasa que ves personas que nunca hubieran sido de tu mismo pozo en tu país, como que por primera vez te empiezas a sentir latinoamericano.

En la trama aparecen muchas marcas del pasado ¿Qué buscan los personajes en ese volver atrás con sus recuerdos?
Regresar es como siempre estar comparando un poco, estos son tus referentes, tan distintos a las sociedades donde viven ahora los protagonistas, Claudio y Cecilia.

Algo que desarrolla la trama es la experiencia de sobrevivir...
Todos los personajes son sobrevivientes menos Claudio que se sigue sintiendo un semidios, el anonimato no le preocupa, en su cabeza es así, pero llega un momento que a todo el mundo le toca.

Todo lo corporal, es algo que vos siempre tenés en cuenta ¿por qué esa mirada?
Creo que hay que voltear ahí, donde nadie quiere voltear a ver, porque hay mucho para hablar acerca de los hospitales, de la decrepitud, de la enfermedad, del cuerpo que tendemos a olvidar cuando en realidad es nuestro vehículo para estar en este mundo. Si vas a hablar de vidas durante largos períodos y de una evolución, creo que no hay nada que nos moldee más como seres humanos que la experiencia del dolor y de la pérdida.

El tema de la música (Nick Drake, Miles Davis, Keith Jarrett o Philip Glass) que sobrevuela la novela ¿Lo tenías previsto?
No, no me la planteé, la música que escuchamos en cierto momento, creo, define mucho cómo nos sentimos, si estamos tristes es difícil que pongamos una cumbia. Una manera de describir a los personajes era poner la música que escuchaban en ese momento.

¿Por qué esos sentimientos de soledad y angustia que provocan las grandes ciudades se homogenizan cada vez más, no importa la ubicación geográfica?
Yo empecé a escribir la novela cuando estábamos apenas en el umbral de la época virtual, ya había celulares, pero no messenger, WhatsApp; las distancias en nuestra cabeza se iban acortando debido a la tecnología, había emails, mandabas un mensaje y la persona lo recibía ese mismo día. Ahora estamos más aislados y más conectados.

Cuanto más globalizados, de manera paradójica aparecen nuevos muros...
Estamos más aislados del presente, del aquí y ahora, en un restaurante hay tres personas comiendo juntas, cada una metida en su celular, y decís: dónde está tu atención, aquí en la mesa o con quien no estás, siempre la ausente. Estás idealizando lo que no está ahí, y eso pasa en el libro. Los personajes siempre buscan algo que está más allá de quienes los rodean, de aquellos que de verdad tiene y le pueden dar amor, afecto, presencia.

Hay como un estrechamiento de los horizontes, lo que viven no tiene nada que ver con sus sueños...
Exacto, la novela habla de eso, cómo a lo largo de una vida pasas de creer que vas a lograr grandísimas cosas y tienes unos sueños y unas ambiciones... Consideras que la felicidad es un lugar al que vas a llegar, que te está esperando en algún lado, que vas a conquistar. Y que el amor es también así: vas a llegar, te vas a instalar y va a ser siempre maravilloso.
Yo creo que no, tanto la felicidad o el amor son lugares por los que transitamos y luego dejamos de estar en ellos y luego volvemos a pasar por ahí y luego dejamos de estar y luego volvemos...

¿La valorización de la felicidad llega después de haberla vivido?
Sí y también pasa con las relaciones: todavía a los 20 o 30 años la gente piensa 'dejé de ver a esta persona como dejé de ver a mi amigo de la primaria y después conoceré y conoceré gente' y cuando llegues a cierta edad -que no sabes cómo aterrizaste- te das cuenta que esas relaciones fueron las verdaderamente valiosas e importantes de tu vida. Eso les pasa a los personajes de la novela.

De algo modo ¿todos somos sobrevivientes?
Hay una frase de Vallejo en su diario La tentación del fracaso en la que dice que somos seres imperfectos, en un mundo imperfecto y estamos condenados a recibir sólo migajas de felicidad. Se puede interpretar de dos maneras: hay que conformarse con migajas, sólo serán migajas. Y la otra es una buena noticia ¡hay migajas de felicidad! te tocan migajas de felicidad. No es otra cosa, aprovéchalas. Aprovecha lo que tienes en el instante y gózalo lo más posible.

Fuente: Télam

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