A partir de ese hecho, Guelfenbein -que con esta obra obtuvo el premio Alfaguara 2015- siembra una serie de incógnitas que el lector irá desentrañando para establecer qué tipo de vínculo une a los personajes con Sigall: Emilia llega a Chile desde Francia para elaborar una tesis sobre la obra de la escritora; el mismo Daniel, que la asiste y cuida en el hospital luego del accidente, y Horacio Infante, un poeta que tuvo con ella durante su juventud un vínculo sentimental y literario.
Con una estructura coral, las acciones cobran vida en las voces de estos personajes. Daniel, que mantiene un diálogo interior con Sigall luego del accidente; Emilia que devela detalles de su vida pasada y descubre secretos acerca de su origen; y Horacio, cuyo testimonio desnuda su historia con el personaje principal, donde hubo amor, engaño y competencia, lo que sin duda cobra el mayor impacto narrativo en la novela.
Si bien Sigall permanece en coma debido al accidente, su historia irá creciendo en las voces y vínculos que establecen los personajes, al tiempo que se producen transformaciones en sus vidas.
La protagonista está inspirada en la figura de Clarice Lispector, una escritora nacida en Ucrania, que vivió la mayor parte de su vida en Brasil, donde labró una carrera periodística y literaria que la llevó a ser considerada una de las mejoras plumas del siglo XX, y tuvo una vida marcada por la tragedia cuando un incendio le provocó quemaduras en su mano y una gran depresión.
"Lispector es muy avanzada en su época, pero al mismo tiempo muy burguesa, tiene esta contradicción de ser increíblemente revolucionaria en las letras y reúne de alguna manera los conflictos de identidad, de la paternidad, de ser mujer: aquí hay un personaje y en éste se conjugan Clarice y mi madre", dice a Télam Guelfenbein, autora de novelas como Nadar desnudas, La mujer de mi vida y El revés del alma.
"Cuando escribo, lo que tengo es una claridad con respecto a los personajes, que son como semillas. Vera aparece de la lectura de la biografía de Clarice, que me trae una mujer de carne y hueso, y me doy cuenta de que es apasionante", explica.
¿Decís que Sigall tiene características de la personalidad de tu madre, cómo era y qué influencia tuvo en vos?
Mi madre era una profesora de Filosofía de la Universidad de Chile, una mujer muy avanzada para su época, que murió de cáncer cuando yo tenía 17 años. Estuvo tres semanas desaparecida durante la dictadura de Pinochet, por ser militante intelectual, y luego de su liberación nos fuimos de Chile.
Era muy exigente intelectualmente, por lo que en mi adolescencia sentía esa presión ejercida sobre mí.
Ahora no puedo dejar de mirar y mirar a mi madre por todo lo que representa incluso en su excentricidad, que se sumó a mi manera de mirar el mundo.
A partir de estas dos mujeres, ¿cómo armás la historia?
Hay una cantidad de elementos de la vida misma. Al escribir una novela durante cuatro años, todos los días, como en este caso, la realidad se cuela: las cosas que me pasan, que veo, las conversaciones, y eso le va dando contenido, espesor, es un mundo gigantesco del que me alimento a diario. Mientras escribo todo me habla, observo atenta como una tarántula que quiero todo para mi novela. Es la única manera de llegar a ese nivel de complejidad de los detalles, de las luces, los olores, los sonidos percibidos de la vida.
Así voy construyendo primero un personaje para dejar que avance la historia y luego tomar el control.
En la novela ¿las mujeres sobresalen y eclipsan a los hombres?
Siempre intento que los personajes sean lo más reales posibles y busco que se vayan haciendo en la novela. Vera apareció como alguien increíblemente fuerte, pero no era mi intención. De hecho, Clarice y mi madre eran muy frágiles, de una fragilidad que llegaba casi a lo psicótico. Clarice no podía estar sola, pero al mismo tiempo echaba afuera a la gente de su vida, una mujer que tenía con su cuerpo una relación bastante difícil, no era una mujer resuelta ni mucho menos, tampoco mi madre.
De esa fragilidad que tiene Vera surge la fortaleza. Al principio es muy dependiente de su marido, casi mujer objeto, pero va tomando su propia fuerza porque lo necesita y así surge un personaje increíblemente fuerte con una gran genialidad que no sabía que iba a producir esa competencia con su amor.
Emilia es super frágil, pero saca su fuerza y sale adelante, logra hacerle ver a Daniel que puede, y es una fuerza que saca muy del interior, inclusive Gracia (pareja de Daniel), al revelar en el fondo lo que había hecho se libera. Cada uno tiene un camino del héroe que los lleva de la oscuridad a la luz y de la luz a la oscuridad.
La novela atraviesa una diversidad de temas como el amor, la competencia, la memoria, la identidad, la creación literaria...
Creo que esa es su riqueza, como una energía para ir a estas cosas profundas que me interesan. La creación, por ejemplo, es importante y en ese sentido, hay un cruce oculto más allá de lo anecdótico con Lispector, porque lo que me cautivó desde joven era su escritura, la forma de ver el mundo.
Ella dice: la escritura no es para escribir las cosas, es para crear las cosas. Es lo que yo siento, por eso no me interesa lo autobiográfico o lo histórico. El acto de crear un mundo que no estaba ahí antes es lo que me mueve.
Fuente: Télam
