PREDIO CERRADO
Este año el Señor de la Peña estuvo desolado, con su tres principales puntos de acceso (Tembleque, Barreal y La Puerta) con estrictos controles policiales que desde el domingo último no permitieron el ingreso a los fieles en 10 kilómetros a la redonda. Un promedio de 30 uniformados que dependen de la Regional III se distribuyen el trabajo hasta mañana para evitar que el público ingrese al paraje.
La roca, firme y profunda, símbolo de ese Cristo que muere y resucita no fue depositaria de rezos y oraciones que cientos de fieles en cada Semana Santa ponen de manifiesto con profunda devoción.
El predio quedó preparado para recibir la feligresía. Limpio, bien demarcadas las zonas de oración y adoración y rodeado de carteles que indicaban con la frase: “Por favor no demostrar tu fe escribiendo mi rostro. Reza y bendeciré”.
Ni velas encendidas, ni las frágiles cruces de caña que los peregrinos acostumbran dejar junto al Señor de la Peña, pudieron en esta Semana Santa ser un medio para canalizar la necesidad de Cristo.
ALGUNOS PRIVILEGIADOS
Durante el jueves y ayer unos pocos fieles, principalmente de esta capital y provincias vecinas, aún conociendo esta medida, llegaron con el deseo de poder ingresar hasta el Señor de la Peña y cumplir promesas, dar las gracias, implorar bendiciones y renovar pedidos por la salud y para que no falte trabajo.
De acuerdo con información brindada por la Policía, unas 40 personas llegaron ayer por la mañana con el propósito de poder ingresar. La mayoría no tuvieron suerte y debieron volverse, pero otros, luego de varias horas de rogar y de no resignarse, se les permitió ingresar “por el sacrificio que hicieron”.
Un grupo de turistas que llegó por el control policial ubicado en El Tembleque, debió dejar su auto en la ruta provincial 7 y caminar 8 kilómetros con un sol muy fuerte, para llegar hasta el solitario y custodiado oratorio.
Otro grupo mujeres de esta capital que viajaron en motos y que al mediodía, luego de insistir desde las 5 de la madrugada, les permitieron la entrada, expresaron gran malestar por decisión del Gobierno y de la Iglesia de “negar la entrada para ver al Señor en un día especial para él”.
“ES UNA VERGüENZA”
Las mujeres provenientes del barrio 4 de Junio y Las Agaves, criticaron al gobernador Beder Herrera, al intendente Gustavo Minuzzi y al obispo Roberto Rodríguez. “Es una vergüenza que la Iglesia se haya prestado para esto. No puede ser que lo hagan por el dengue, el dengue está en todos lados y va a estar hoy, mañana y pasado”.
Relataron que para ellas el Señor de la Peña tiene un importante significado. “Todos los años venimos a agradecer por todo los que nos da, por la salud, por el trabajo. Tenemos fe, porque si uno pide de corazón nos lo da”, relataron las mujeres que rogaron por más de seis horas para que la Policía les permita el paso.
Al mediodía de ayer, unos 16 jóvenes de distintos barrios capitalinos, que llegaron en moto, también esperaban para que les permitan ingresar y poder cumplir con sus promesas.
UN POCO DE HISTORIA
La devoción del Señor de la Peña reconoce orígenes preshispánicos y tras la evangelización se mantuvo como expresión de religiosidad popular. Con la llegada de monseñor Enrique Angelelli, y su fuerte apuesta a revalorizar los signos expresivos de los riojanos, la concurrencia aumentó.
El ex senador Eduardo Menem hizo asfaltar el camino de acceso desde la ruta provincial 7 (que debe transitarse desde las rutas provincial 9 y 75). El ex intendente Nicolás Martínez aportó lo que llamó Monte de los Olivos (lugar de oración) y ahora el intendente Minuzzi redobló la apuesta con la provisión de energía e intentar convertir al Barreal en atractivo turístico.
Con el paso del tiempo, Señor de la Peña adquirió las características de todas las fiestas populares argentinas. Muchos peregrinos a caballo, acampe, comercio ambulante, gran estacionamiento de autos y una religiosidad que excede los rituales católicos.
Fuente/ elindependiente.com.ar
