Catamarca
Miercoles 24 de Abril de 2024
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Una sociedad atrapada por el consumo

La ensayista Silvia Ons, que en su obra "Todo lo que necesitás saber sobre psicoanálisis" replantea el estado actual de la divulgación de este saber, sostiene que las sociedades actuales son coaccionadas por un imperativo de goce que atenta contra el bienestar y engendra "sujetos tomados por el deber de consumir".
Aporte decisivo a la traza civilizatoria, el psicoanálisis ha dejado incontables huellas en la cultura del siglo XX y da cuenta del nuevo circuito del malestar, asociado a una sobreoferta de consumo que arrastra al sin límite, según describe Ons en el libro editado por Paidós.

En "Todo...", la autora identifica a la crisis de autoridad como disparadora del bombardeo de ofertas continuas "que intiman al sujeto a pronunciarse sobre lo que quiere" y lo empuja a "experimentar nuevos placeres, incursionar en ámbitos desconocidos, vivir intensamente, explorar, no detenerse".

"Vivimos en una época caracterizada por la caída de los ideales, la devaluación de los valores que caracterizó Nietzsche. Y son los objetos de consumo quienes toman el relevo del lugar del ideal rector. Los productos invaden los escaparates y pueblan las vitrinas informáticas, ofreciéndose como plus de goce", sostiene la psicoanalista en entrevista con Télam.


¿Cómo resultó la tarea de condensar problemáticas que a priori parecen reñidas con la síntesis?
El psicoanálisis está reñido con la idea de "todo" y de síntesis, tan opuestos a su espíritu. Hay un saber que los sujetos captan en su análisis que es el del propio inconsciente no escrito en los libros. La clínica confronta con lo que no se sabe, con lo imposible de totalizar.
Hay una trasmisión del psicoanálisis que se realiza a través de la experiencia y de lo que enseñan las formaciones del inconsciente. Quizá por eso Lacan dijo que el analista debe reinventar el psicoanálisis cada día para que no pierda su pujanza.


¿Por qué el apuro contemporáneo es una trampa y los psicoanalistas alegan que cuando se echa al síntoma por la puerta vuelve a entrar por la ventana?
El síntoma es lo que pone en marcha el análisis llevando a una revisión acerca de la existencia. En el comienzo de un análisis, la pregunta por el significado del síntoma se produce porque la angustia ha acudido la cita; el síntoma necesita de ella como motor para plantearse. Por eso Lacan recomienda no aceptar en el análisis a aquellos que asisten para "conocerse mejor".
El análisis no es un mero descubrimiento epistémico. Lo causa un sufrimiento, un embrollo que pone en juego lo patético de una existencia. Alguien puede preguntarse si no se trata de suprimir el síntoma y si no es así para qué emprender un psicoanálisis. Al inicio del análisis el síntoma ocasiona sufrimiento y malestar pero luego se reduce ese pesar, desaparecen síntomas y resta aquello de lo cual el sujeto no puede desembarazarse, lo más real.
Las pulsiones que están en la base del síntoma tienen diversos destinos: represión, sublimación, transformación en lo contrario, vuelta contra sí mismo. Tales desenlaces permiten pensar en el proceso analítico y en la pregunta que se formula Lacan cuando interroga acerca de cómo un sujeto vivirá la pulsión en el fin del análisis, qué transformaciones se producen.


¿Cuál es el fundamento que lleva al psicoanálisis a poner el énfasis en sacar a la luz el malestar y no en resolverlo?
Es el neurótico el que cree que podría vivir en consonancia con su deseo. El neurótico es alguien cuya queja básica es la de que las cosas no son como él quiere, mostrando con esto, su más cara pretensión. Nunca se vive en consonancia con el deseo ya que ello implica desconocer lo real de la vida, el tema más bien es poder arreglárselas con el problema, con las contingencias, lejos de afanarse por eliminarlas.
Habrá que pensar en la "cura": si por ella entendemos la total supresión de los síntomas, el cambio absoluto o la eliminación de lo que hace a la singularidad de la persona, el psicoanálisis no estaría en estas filas.
Pero si por cura entendemos desprenderse de las ilusiones colectivas, reducir el sufrimiento, no embrollarse con los problemas más de la cuenta, encontrar el camino hacia lo que satisface, descubrir vocaciones que estaban dormidas por inhibiciones, amar sin perder lo más propio, enterarse de la heterogeneidad que nos habita para también poder tolerar la del otro, el psicoanálisis es la mejor manera de llegar.

El psicoanálisis no promueve la idea de que al final del camino nos espera la felicidad sino una forma distinta de vincularnos con el desamparo de la condición humana ¿Cómo se entronca esta idea con el malestar social que atraviesa cada vez con mayor intensidad las sociedades contemporáneas?
El psicoanálisis cree en una felicidad posible. Freud decía que la felicidad es episódica y parcial, amante de los contrastes y de las diferencias, intempestiva y nunca continua. Ya nuestra constitución limita nuestras posibilidades de dicha. Resuena la conocida afirmación de Borges: en todo día hay un momento celestial y otro infernal. La felicidad freudiana no es contraria al altibajo, ya que más bien lo supone.
Paradójicamente, el hombre siempre eufórico sería el hombre infeliz, ya que cuando la felicidad se transforma en el deber superyoico del "siempre" deja ella de ser felicidad. Quizás los imperativos actuales vinculados con la exigencia de goce, con la felicidad como deber, atenten contra la felicidad.


Las sociedades parecen atravesadas por una paradoja: a medida que se complejizan -fruto de los avances tecnológicos- también se precariza la situación del individuo ¿Antes se angustiaban menos o no les estaba permitido "blanquear" el malestar?
La gran revolución científica tuvo lugar en el siglo XVII y fue Pascal-filósofo pero también científico quien dijo estremecerse ante el silencio eterno de los espacios celestes. La modernidad, con el desarrollo de la ciencia, logró abismar más que nunca lo real y el desamparo frente a los mismos. La antigua copertenencia del hombre con la naturaleza se ha fracturado.
La no satisfacción debe ser perpetua ya que la sociedad de consumo triunfa cuando logra dar a luz nuevas necesidades y apetitos. Así, lo que comienza como una respuesta para cubrir una falta debe conducir a una adicción o compulsión. Exacerbado de tal manera el deseo, se galvaniza también su potencia destructora, los objetos llegan así a valer más que la vida misma, origen de la violencia.
Solo en encuentro con nuestra singularidad puede frenar esta esclavitud y el psicoanálisis nos encamina hacia ella.

Fuente: Télam

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