Precedidos por dos cruces, los presentes marcharon por las calles de este lugar del último descanso llevando la antigua imagen del Cristo yacente. Durante el trayecto meditaron las distintas estaciones del Camino de la Cruz, cantaron y elevaron súplicas hasta que llegaron a la galería de ingreso al cementerio, donde se hallaba sobre un altar la imagen de la Virgen Dolorosa, de quien el P. Molas destacó: “Hemos acompañado simbólicamente a la Virgen, quien esperó llorando en la esperanza, así como nosotros lloramos a nuestros muertos, la resurrección de su Hijo”.
Instó a los presentes a estar “serenos como quienes tienen esperanza, porque este sepelio simbólico no hace más que darnos esperanza para seguir llegando hasta Dios mientras vamos por caminando por este mundo”.