La práctica democrática debe ser la herramienta cotidiana, con la que contar, en cada ocasión de conflicto institucional, para lograr una resolución no violenta. Los jóvenes deben formarse desde su ingreso al sistema escolar bajo el imperio de la democracia, para exigir el cumplimiento de sus derechos y garantías y sentir sus obligaciones no como una mera imposición sino como una verdadera y autónoma decisión de una convivencia pacifica.
La burocracia y la corrupción institucional han dañado al sistema educativo que sin haberse logrado desatarse de orígenes autoritarios no logra construir un orden democrático interno. Por esta razón, es importante impregnar las aulas de un espíritu participativo para la conformación acordada de una ley que regirá para todos igual.
Dado que los hechos de violencia son hoy una de las prioridades a resolver, debemos aplicar estrategias de reducción de daños que provoca la violencia social la cual se introduce en nuestras escuelas.
“Es urgente dotar en todas las escuelas desde el nivel inicial hasta el último año del secundario un consejo de aula, como estrategia de práctica democrática para la resolución de los conflictos de manera no violenta entre pares entre alumnos y docentes”.
Además los sistemas educativos de Estados Unidos, Argentina y Europa han comenzado a combatir la violencia escolar con programas enfocados a la resolución de conflictos. Estos más que ser programas preventivos y reactivos son programas proactivos de carácter integral que impactan a toda la comunidad escolar en técnicas y procesos de resolución de conflictos interpersonales.
Estos tipos de programas que pueden implantarse en las escuelas, deben contener un Mediador Profesional en conjunto con las autoridades educativas, maestros, padres y estudiantes que establecen aquel programa que mejor se ajusta a las necesidades del plantel.