Hace pocas horas atrás, la familia Castro denunciaba públicamente que en uno de los domicilios ubicados en el barrio San Martin, había sufrido una inundación en horas de la noche, causando serios peligros de derrumbe y que ninguna autoridad de riego que le compete la situación se hizo cargo ni se acercó para ver lo que pasaba. De igual forma, en el barrio Alto Las Flores pasó una situación no muy diferente a la anteriormente detallada, sin mencionar numerosos casos sucedidos tiempo atrás.
Paradójicamente al pedido de muchos regantes, la escases de control, desidia y falta de compromiso laboral, pone en evidencia la pésima administración en la que se encuentra el consorcio de Regantes de esta ciudad por el derroche desmedido del agua que podría utilizarse de distintas maneras, entre ellas la desertificación o la utilización en huertas comunitarias que sirva a las familias de escasos recursos en lugar de que miles de litros de agua terminen desparramados obstaculizando alguna calle o impidiendo que automovilistas y peatones que transitan diariamente por los barrios de Fiambalá, se vean imposibilitados de circular libremente, como les pasa a los niños que en horas tempranas con mucho frio caminan hacia sus establecimientos educativos.
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