Sin el apoyo de los países árabes, ni siquiera su otrora aliada Arabia Saudita, manteniendo contrapuntos con Alemania, Rusia, Francia y China, Bush libra una lucha interna y externa para involucrar a su país en una nueva guerra.
Sus preparativos coinciden con el primer aniversario de la tragedia del 11 de setiembre, mientras en Estados Unidos cunde el temor ante la posibilidad de que se registre un nuevo atentado contra los intereses del país más poderoso de la Tierra. (Télam-SNI).-