Ninguna amenaza de guerra. Ninguna lista de países del mal. Ninguna denuncia de torturas figura en los primeros 100 días de la presidencia del demócrata Barack Obama.
A esta lista habría que sumar su decisión de levantar algunas restricciones económicas que existían contra Cuba en el marco del embargo que mantiene Washington hacia la isla Caribeña desde 1962, y la mano tendida por Obama para mejorar las relaciones con Irán, Venezuela y Corea del Norte.
Desde que asumió la presidencia, el 20 de enero pasado, Obama no transformó el mundo, como dice el título emblemático del periodista John Reed sobre la Revolución Rusa, pero, de algún modo, cambió la mala imagen que había dejado el ex presidente George W. Bush sobre la política exterior estadounidense.
"Ningún presidente está verdaderamente definido en sus primeros 100 días de gobierno, pero hay claros signos dentro del temperamento de un nuevo líder y su filosofía política que pueden proporcionar una guía para el futuro", dijo el analista Dan Balz, en una nota del diario The Washington Post.
En cien días de gobierno, Obama ordenó el cierre de la base de prisioneros de Guantánamo, puso un calendario para retirar a las tropas que invadieron Irak, visitó Turquía y dijo que Estados Unidos no estaba en guerra con el mundo musulmán.
Lejos de respaldar prácticas inhumanas como su antecesor en la presidencia, Obama prohibió la tortura, que incluía el uso del llamado "submarino" -asfixia por inmersión- para obtener información de los prisioneros.
También dejó abierta la puerta para que sean juzgados los funcionarios que impulsaron esos métodos, entre ellos el ex jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, y la ex secretaria de Estado, Condoleezza Rice, según un informe del Senado estadounidense.
Obama también tuvo que adoptar difíciles decisiones como la de lanzar un plan de reestructuración para el gigante automotriz General Motors, así como la de apoyar la quiebra de Chrysler, medidas que fueron seguidas atentamente por los sindicatos del sector que le dieron su apoyo en las urnas.
Sin embargo, sus críticas a los empresarios automotrices enojaron a algunos de sus aliados demócratas como el representante John D. Dingel, quien afirmó: "Si (Obama) habría tenido una fábrica de autos en su ciudad (Illinois), hubiera entendido mejor lo que está pasando".
Además, el flamante mandatario se convirtió en la estrella de la Cumbre de las Américas realizada recientemente en Trinidad y Tobago, en un hecho que contrasta con la fría imagen que dejaba en estos encuentros la presencia de Bush.
Fue en esa ciudad centroamericana en la que el jefe de Estado de Venezuela, Hugo Chávez, le regaló a Obama el legendario libro "Las Venas Abiertas de América latina", de Eduardo Galeano, que describe la conquista española y el apoyo de Estados Unidos a las dictaduras militares que asolaron la región.
"Crisis, no días, es la primera palabra que viene a la mente cuando nosotros pensamos acerca del número de 100 jornadas de la presidencia de Obama", dijo en una nota editorial el diario The New York Times.
El líder demócrata "debe persuadir a los aliados europeos que contribuyan con más tropas y recursos en Afganistán. Si las negociaciones con Irán fracasan, el mandatario tendrá que convencer a Europa, Rusia y China que impongan duras sanciones para tratar de contrarrestar las ambiciones nucleares iraníes", señala.
En cuanto a la crisis financiera que atraviesa Estados Unidos, la peor desde la Gran Depresión de 1929, el diario elogió la decisión del presidente de rescatar algunos bancos y financieras, robusteciendo el papel del Estado, aunque dijo que se mostró "reluctante a desafiar los tradicionales intereses de Wall Street".
No obstante, Obama tiene que enfrentar nuevos problemas, como el avance de los talibanes que llegaron a 60 kilómetros de la capital de Pakistán, Islamabad, y el recrudecimiento de la violencia en Irak que, según admitió el propio mandatario, necesita aún de la ayuda norteamericana para hacer frente a Al Qaeda.
El presidente estadounidense tomó también difíciles decisiones, como la de respaldar el derecho de la mujer al aborto, que provocó las críticas de la minoritaria comunidad católica estadounidense.
Los analistas predicen que los próximos cien días serán tanto o más difíciles que los primeros, porque mantiene una popularidad del 62% y deberá demostrar por qué su llegada a la presidencia constituye el inicio de una nueva era.
Por supuesto, durante más de tres meses hubo errores como la designación de colaboradores que tenían deudas con el fisco, pero Obama, con un estilo metódico y aplomado ("vengo a escuchar y aprender" -dijo en la Cumbre de las Américas), le ha dado un tono más humilde y creíble a la imagen de Estados Unidos.
