La división entre partidarios y detractores del islamista Mursi creció ayer aún más cuando el presidente dio un airado discurso por TV en el que denunció a sus oponentes y rechazó sus llamados a revocar un decreto por el que amplió sus poderes y a cajonear una nueva Constitución aprobada por sus aliados islamistas.
La oposición laica y cristiana rechazó una oferta de diálogo hecha por el presidente en el mismo discurso, argumentando que primero debe cancelar el referendo del 15 de diciembre para que el pueblo ratifique la Carta Magna y cumplir con las otras demandas.
Con la creciente crisis política ya en su tercera semana, el malestar aumenta en las calles, sobre todo después de que ambos bandos libraran una verdadera batalla campal el miércoles frente al Palacio Presidencial que dejó seis muertos y casi 700 heridos.
Cada una de las partes presenta el conflicto como una pelea a muerte por el futuro de Egipto.
La oposición acusa a Mursi, a su movimiento Hermandad Musulmana y a otros aliados también islamistas pero más conservadores -los salafistas- de un giro autoritario para imponer su agenda al país y monopolizar el poder, comparándolo con su autocrático antecesor, Hosni Mubarak, derrocado en una revuelta popular el año pasado.
El enfrentamiento del miércoles dejó seis muertos y casi 700 heridos
La Hermandad Musulmana y los salafistas dicen que los opositores quieren recurrir a la protesta callejera y a la violencia para derribar a un gobierno legítimo que llegó al poder gracias a ganar limpiamente las elecciones legislativas del año pasado y las presidenciales de este año.
Islamistas promenten venganza
Fuente: Télam