Las dos coreas nunca firmaron la paz tras el conflicto que dividió la península, por lo que la tensión siempre domina el límite que las separa y cada tanto esa tensión da pie a una escalada militar que amenaza con desencadenar un nuevo conflicto armado.
La última escalada se desató el jueves pasado cuando Corea del Norte lanzó una ronda de artillería contra una unidad militar del otro lado y Corea del Sur respondió con decenas de ataques de artillería, que no dejaron ningún herido.
Según explicó Pyongyang, sus fuerzas atacaron en represalia por la decisión de Seúl de reinstalar después de 11 años los altoparlantes que difunden propaganda política a lo largo de la frontera.
Por su parte, el gobierno surcoreano recordó que la tensión en la frontera comenzó a principio de mes cuando dos de sus soldados pisaron minas anti personales en la Zona Desmilitarizada, presuntamente colocadas por Corea del Norte. Uno de los militares perdió sus dos piernas.
Tras la escalada militar del jueves, Pyongyang declaró el estado de guerra para sus tropas en la frontera y dio un ultimátum de 48 horas a Seúl para quitar los altoparlantes.
Poco antes de cumplirse las 48 horas, el gobierno comunista del norte propuso una reunión bilateral en la frontera y desde entonces ambas partes dialogan.
Pero, al mismo tiempo, las dos coreas continúan preparando sus Fuerzas Armadas para un posible conflicto bélico.
Según denunció el Ejército surcoreano, el vecino del norte desplegó 50 de sus 70 submarinos y ya duplicó su presencia militar en la frontera.
Seúl, por su parte, anunció que sus tropas ya están listas para un eventual conflicto.
Este país asiático cuenta además con el apoyo crucial de los 28.500 soldados estadounidenses establecidos en el país hace décadas, junto con un armamento mucho más sofisticado que el que posee el Estado norcoreano.
Además, Seúl ordenó hoy el regreso, una semana antes de lo previsto, de seis de sus aviones de combate F-16 que se encontraban desplegados en Alaska para participar en un ejercicio de formación, lo que demuestra el clima de tensión que se vive en la península.
Las reuniones en la frontera están dirigidas por el director de la Oficina de Seguridad Nacional, Kim Kwan-jin, y el ministro de Unificación, Hong Yong-pyo, por parte de Corea del Sur y el vicemariscal del Ejército Popular Hwang Pyong-so y el director del Departamento del Frente Unido del Partido de los Trabajadores, Kim Yang-gon, en representación de Corea del Norte.
El influyente Kim Kwan-jin, conocido por su postura de línea dura hacia Corea del Norte, impuso en 2010 duras sanciones al país comunista -entonces como ministro de Defensa de Seúl- y reforzó sustancialmente la capacidad de combate del Ejército surcoreano.
Del lado de Corea del Norte se destaca Hwang Pyong-so, el director del bureau político del Ejército Popular, que fue consejero del líder Kim Jong-un y es considerado el número dos en la jerarquía de Pyongyang.
Fuente: Télam