Correa jurará en la mañana del viernes ante esa Asamblea en la que controla 100 de las 137 bancas, oportunidad en la que desglosará las líneas principales de su gestión futura, y por la tarde tendrá una "posesión popular" ante una multitud en el llamado Parque Bicentenario, en las afueras de Quito.
Entre uno y otro acto habrá un encuentro en el Palacio de Carondelet para los presidentes invitados, y al día siguiente, el sábado 25, habrá otro festejo, esta vez en el Parque Simón Bolívar, de Guayaquil, la segunda ciudad del país aunque primera en peso económico, con la actuación del argentino Alberto Cortez.
Economista, al frente del Estado ecuatoriano desde enero de 2007, Correa impulsó la reforma de la Constitución en 2008, renovó su autoridad en los comicios de abril de 2009 y el 17 de febrero último logró una amplia victoria en primera vuelta para quedarse en la Presidencia hasta 2017.
Cuando complete este nuevo período, sumará 10 años al frente del país, el lapso más largo para un mandatario en la historia de Ecuador, que entre 1997 y 2007 registró una asombrosa inestabilidad, que hizo que siete presidentes -entre ellos, tres derrocados: Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez- pasaran por el Palacio de Carondelet.
El triunfo de febrero le dio también a Correa una avasalladora mayoría a la oficialista Alianza País en la Asamblea, donde el control de 100 escaños y una oposición dispersa garantiza de alguna manera el paso sin sobresaltos de las iniciativas del Ejecutivo.
El cuatrienio arranca con otro hecho inédito en la historia local: Correa promovió a tres mujeres para que integren la mesa directiva del nuevo parlamento y, con apenas 29 años, Gabriela Rivadeneira fue electa titular del cuerpo, escoltada por Rosana Alvarado y Marcela Aguiñaga como vices primera y segunda, respectivamente.
Por sus discursos de campaña y lo ratificado una vez que ganó, se espera que Correa mantenga a la transformación social como pilar de su gestión, pero incluya también entre sus priopridades el cambio de la matriz productiva y la generación de empleo.
En esa idea parece apoyarse la elección de Glas como vicepresidente, con formación más técnica que política y con la tarea de impulsar cambios mediante proyectos sobre hidrocarburos, energía, agua, electricidad y tecnologías de la información y las telecomunicaciones.
Con el petróleo como principal generador de divisas, la nueva gestión buscará valor agregado para los productos nacionales y el fortalecimiento de la economía popular, por un lado, y el aumento de la por ahora escasa inversión privada, por el otro.
El petróleo seguirá siendo pilar de financiación para inversiones en programas sociales, que el año pasado representaron 15,3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y que para este año están proyectados en 16,6 por ciento.
Parte de lo que anunciará Correa ante los asambleístas puede intuirse de algunos conceptos que repite desde su triunfo de febrero: "Lo fundamental será convertir en irreversible el cambio en las relaciones de poder en función del ser humano y de las grandes mayorías", con la aplicación de "buenas políticas económicas, priorizando la deuda social, pero también con eficiencia".
Para el analista Hernán Ramos, una de las claves de la popularidad del presidente estará en la economía. "Hubo un crecimiento sostenido del PIB, reforzado por los buenos precios del petróleo, una creciente recaudación tributaria y un alto nivel de consumo interno, pero el proyecto se vería afectado si no hay estabilidad económica", evaluó.
En declaraciones a Télam, Ramos destacó también para el período que se inicia el viernes dos datos salientes: la "madurez" de Correa tras seis años de gestión y la "fortaleza" que logró Alianza País como estructura.
Y habrá que ver en estos 48 meses, también, el papel que le tocará a Ecuador en el Mercosur, si se formaliza su ingreso al bloque, paso que Quito ya pidió oficialmente.
Le corresponderá al mandatario en estos cuatro años, además, preparar el camino para su sucesión, una cuestión clave ante un liderazgo con estas características, porque ni la Constitución habilita otra reelección ni él mismo parece quererla.
"De acuerdo a la Constitución, esta fue la última reelección, y así no lo dijera la Constitución, yo igual después de cuatro años me voy a mi casa; prefiero, para dejar florecer a los demás, retirarme a la vida privada; no sólo dejaría la Presidencia, dejaría la vida pública", aseguró hace algunas semanas.
Pero para eso faltan cuatro años, los que empezarán a correr el viernes, cuando pronuncie ante la Asamblea Nacional el clásico "sí, juro", el primero que exigirá una mujer como titular del parlamento.
Fuente: Télam