Con fama de mujer de temperamento, militante política y conocida por la juventud del PT como "Corazón Valiente", Dilma edificó en este primer mandato un perfil que se sustenta en su capacidad para manejar los datos y números de su gestión, y para dar respuesta a las críticas a su gobierno.
Rousseff fue hace cuatro años una fuerte apuesta política de su mentor, el ex presidente Luis Lula da Silva, cuando todo el PT le pedía que forzara una reforma constitucional que le permitiera quedarse por otro período en el Planalto.
Apostó por quien fue su ministra de Minas y Energía y de la Presidencia durante sus dos gobiernos consecutivos.
Para esta elección, siempre con el respaldo del líder partidario, Dilma Vana Rousseff Linhares se ganó por peso propio el derecho a buscar un segundo mandato.
Hija de un inmigrante búlgaro y de una docente brasileña, Rousseff se convirtió, después de 35 hombres que la precedieron en el cargo, en la primera mujer en gobernar el mayor país latinoamericano.
Llamada también "Dama de Hierro" por su fuerte carácter, Rousseff pudo convivir con el peso político dejado por su antecesor, el líder más carismático de la historia reciente del país.
Su asunción a la Presidencia agradó a los mercados por sus antecedentes como ministra y su perfil profesional de orientación económica, pero como jefa de Estado Rousseff también demostró habilidad para conducir los intereses políticos dentro del gobierno, particularmente a través de alianzas partidarias.
"Tocerdora" del club Atlético Mineiro de Belo Horizonte -su ciudad natal- y del Internacional de Porto Alegre -su cuna política-, la mandataria superó exitosamente retos económicos como la desaceleración del crecimiento, que pasó del 7,5 % en 2010, el año anterior al inicio de su mandato, a una tasa inferior al 1 % proyectada para 2014 y logró también bajas en los índices de pobreza, indigencia y trabajo infantil.
Para mantener el control inflacionario dentro del límite máximo fijado por el gobierno, Rousseff tuvo que invertir la trayectoria de descenso de los intereses en su primer año de gobierno, que llegaron con diez reducciones consecutivas al histórico mínimo del 7,25 % anual, y elevarlos al actual 11 %.
Otro de sus desafíos fue afrontar denuncias de corrupción que salpicaron a miembros del gobierno y en su discurso fue dura en defender las investigaciones y drástica en las decisiones, porque pidió la dimisión de siete de sus ministros.
Ante las protestas multitudinarias que se desataron en junio de 2013, motivadas por el alza de los pasajes de colectivos en San Pablo y luego multiplicadas por otras reivindicaciones, Rousseff hizo frente y dio la cara ante la situación, con propuestas para una serie de pactos como la reforma política.
Durante la apertura del Mundial de fútbol, cuya organización defendió contra viento y marea, soportó estoicamente una cantidad de insultos y silbidos durante el partido inaugural entre Brasil y Croacia.
Un día después, respondió que "no serán los insultos los que me van a intimidar" y recordó que en su vida enfrentó "situaciones que llegaron al límite físico", como sus tres años en prisión, con 22 días consecutivos de torturas.
Detrás de esa gobernante "dura" hay también una mujer que se recuperó de un cáncer en el sistema linfático, y una abuela como tantas cuando juega con su único nieto, Gabriel, de cuatro años, en los jardines del Palacio de la Alvorada o en Porto Alegre, donde vive su hija.
Pero también es una mujer que se "libera" de las presiones a bordo de la emblemática moto Harley-Davidson como indica la prensa local, con la que sale a veces a escondidas para pasear por la noche de Brasilia.
Fuente: Télam