De los heridos, al menos cinco fueron integrantes de la Guardia Republicana.
Portando banderas egipcias e imágenes de los muertos en recientes disturbios, los manifestantes salieron a las calles de El Cairo, Alejandría, Port Said y varias ciudades del delta del Nilo donde la popularidad de la Hermandad Musulmana, movimiento político-clerical que se expresa políticamente a través del partido del presidente, Mohamed Mursi, sufre fuerte erosión.
Los organizadores convocaron también a las calles para resaltar "el sacrificio de la justicia social que se ha cometido en función del préstamo del FMI" recién firmado, que muchos esperan que perjudique todavía más la debilitada economía nacional, informó Europa Press.
Las protestas se produjeron en desafío a los clérigos musulmanes de línea dura que emitieron esta semana edictos religiosos (fatwas) pidiendo el asesinato de los líderes de la oposición y bajo la impresión del reciente crimen fatal, en Túnez, contra un líder político laico enfrentado a los islamistas del gobierno.
Los organizadores de la protesta colocaron un gran cartel en el escenario principal de Tahrir en el que se leía "El pueblo de Egipto y Túnez", en solidaridad con los tunecinos tras el asesinato el miércoles del político opositor Chukri Bel Aid, en ese país.
En la capital los opositores fueron llegando a lo largo de la jornada a la emblemática plaza de Tahrir, al grito de "Que se vaya", y acamparon allí en señal de rechazo contra la Hermandad Musulmana, informó la agencia EFE.
Los choques entre manifestantes y policías se reanudaron hoy frente al palacio presidencial de Itihadiya, en El Cairo, y en varias localidades del norte del país, informó la agencia estatal de noticias egipcia, Mena.
En Itihadiya, varios encapuchados retiraron alambradas y prendieron fuego a una de las puertas del palacio, mientras que la Guardia Republicana, que permanece dentro del complejo, se abstuvo de intervenir.
Fuerzas antidisturbios lanzaron gases lacrimógenos y se enfrentaron a los manifestantes después de que algunos de ellos intentaran escalar los muros del palacio y lanzasen piedras, cócteles molotov y bengalas hacia el interior, prendiendo fuego un árbol.
Mientras tanto, grupos de manifestantes pacíficos que habían marchado hacia el palacio en protesta contra el presidente egipcio, Mohamed Mursi, formaron un cordón humano para impedir los choques entre ambas partes.
En la portuaria Alejandría, la multitud derribó un emblema de la Hermandad Musulmana y quemó el frente de su oficina local, y las fuerzas de seguridad utilizaron gas lacrimógeno para dispersar a los manifestantes frente a la oficina del gobernador.
Otros manifestantes atacaron con piedras y cócteles molotov varias comisarías y edificios gubernamentales
En Kafr el Zayat, unos 180 kilómetros al norte de El Cairo, la policía lanzó gases lacrimógenos a los manifestantes reunidos delante de la oficina del gobernador, Saad el Husseini, quien es miembro de la Hermandad Musulmana.
En la cercana Tanta las fuerzas de seguridad dispararon gases lacrimógenos en enfrentamientos con manifestantes que lanzaron piedras.
En la localidad industrial de Mahala, en la gobernación de Garbiya, la policía disparó gases lacrimógenos contra los manifestantes, que contestaron con piedras y cócteles molotov al tiempo que intentaron irrumpir en la sede de la gobernación.
En las inmediaciones del palacio presidencial cairota se sucedieron el pasado fin de semana choques entre jóvenes y las fuerzas del orden en los que murieron al menos dos personas y cientos resultaron heridas, dentro de una ola de violencia que días antes se había cobrado la vida de más de cincuenta personas.
La oposición no islamista se resiste a iniciar un diálogo con las autoridades si éstas no acceden a sus reivindicaciones, entre ellas la reforma de la polémica Constitución islamizante aprobada en diciembre pasado, y si no asumen su responsabilidad por los últimos choques, muertes y torturas.
Mursi y sus aliados sindican a los opositores por usar la violencia en las calles para tomar el poder después de fracasar en las urnas.
Muchos egipcios creen que la Hermandad Musulmana es incapaz de solucionar la crisis económica que atraviesa el país, por lo que Mursi debería abandonar el poder para dejarlo en manos de alguien "que sepa gobernar".
Fuente: Télam