El presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, trató de usar el viaje a la conferencia de la Organización de Solidaridad Islámica, que este año se reunió en El Cairo, para reflejar el deshielo en las relaciones entre ambos países desde el acceso de Mohamed Mursi, un líder islamista, en junio pasado.
Por eso instó a que su país y Egipto adopten una postura unida por el interés del mundo y la región, en la primera visita de un jefe de Estado iraní a Egipto desde la ruptura de relaciones en 1979.
Pero, en un lenguaje teológico, la dirigencia dominante en Egipto develó también fuertes discrepancias geopolíticas y de dependencia financiera entre ambos países.
Las esperanzas de Ahmadinejad se expresaron claramente cuando le planteó a Mursi que esperaba que su viaje a El Cairo fuera "el comienzo de un intercambio de visitas mutuas", y que la cooperación entre ambos países conformaría una nueva potencia en la región que podría encontrar una salida no bélica a la crisis siria y otra a la cuestión palestina.
Mursi no se opuso frontalmente, pero el sitio Al Ahram Online, que expresa informalmente la posición del gobierno egipcio, hizo notar que Ahmadinejad recibió "besos y retos" en Egipto: "radiante" cuando, en una recepción "con carpeta roja y honores militares", el presidente Mursi lo saludó con un beso, la jerarquía islámica lo maltrató.
Ahmadinejad representa un país que coloca la interpretación shiíta del Islam en el centro de su arquitectura constitucional, pero -justamente en sentido conciliador- visitó hoy la mezquita y universidad de Al Azhar, un centro de difusión del sunnismo, que adversa al shiísmo, de mil años de antigüedad.
Allí, según declaró en una conferencia de prensa posterior a la visita -que los medios estatales difundieron en vivo- "mantuve discusiones ricas y fructíferas... nuestros puntos de vista fueron muy cercanos", y durante la visita sonrió y realizó reiteradamente la señal de la victoria para las cámaras.
Pero Ahmed Al Tayeb, el presidente de la mezquita y universidad religiosa, emitió un comunicado tras el encuentro en el que le advirtió a Irán que no propagase el shiísmo, y lo instó a no interferir en los asuntos internos de las monarquías sunnitas del Golfo Pérsico.
Es más: dijo que Bahrein, donde una monarquía sunnita reprime el descontento masivo de la población abrumadoramente shiíta apoyada por Teherán, es "una nación árabe y hermana". Al Tayeb también le advirtió a Ahmadinejad que no intentase propagar el shiísmo.
En cámara y junto a Ahmadinejad, quien según Al Ahram no pudo ocultar su incomodidad, una alta autoridad clerical del seminario egipcio, Hasán al Shafai, declaró que el encuentro había terminado en un intercambio de diferencias teológicas y que "no sirvió al propósito que se esperaba".
Más clara aún fue la postura de los grupos salafistas de Daawa Salafiya (Llamado Salafista), que dependen directamente de Arabia Saudita: rechazaron la posible visita de Ahmadinejad a la plaza Tahrir, emblemática después de la revuelta de hace dos años contra el derrocado Hosni Mubarak.
La declaración se produjo apenas el ministro egipcio de relaciones exteriores, Mohamed Kemal Amr, afirmó que la presencia de Ahmadinejad en El Cairo no implicaba que las relaciones exteriores de su país cambiarían a expensas de la seguridad de otros.
Detrás de tanto celo religioso hay crudezas financieras: cuando Amr, en declaraciones a la agencia oficial MENA, afirma que "la seguridad de los estados del Golfo es la seguridad de Egipto", también piensa en la sustancial ayuda financiera que el Golfo envía a un Egipto en graves problemas.
Y en los 1300 millones de dólares anuales que reciben los militares egipcios del aliado fundamental de los petromonarcas del Golfo, los Estados Unidos, que por otro lado tienen en Manama, capital de Bahrein, su principal base naval en esa cuenca petrolera.
Ahmadinejad recién se recuperó del baldazo de agua fría cuando visitó, esta noche, el mausoleo de Zaida Zeinab, hija del imán Alí Ibn Abi Taleb, la figura central del islam shiíta, desde donde están partiendo muchas de las manifestaciones contra la Hermandad Musulmana de estos días.
Diplomacia, política, religión y finanzas se interpenetraron así para iluminar el sentido estratégico de una relación compleja.
Fuente: Télam