Poco después, el general Gilbert Diendéré, líder del fallido golpe y aliado del ex presidente Blaise Compaoré, llamó a los soldados del Regimiento de Seguridad Presidencial (RSP) a deponer las armas, informó la emisora local Radio Omega, citada por la agencia de noticias EFE.
"Pido a todos los miembros de la antigua RSP que entreguen las armas", dijo Diendéré en declaraciones a la radio de Burkina Faso, un pequeño y pobre país del noroeste de África.
Pese a que la guardia presidencial fue disuelta el viernes pasado, algunos militares siguen atrincherados en sus cuarteles de Naaba Koom, que se encuentran próximos al palacio presidencial en la capital de Burkina Faso.
El gobierno de Burkina Faso ya había denunciado la negativa a rendirse de la guardia presidencial, que hace dos semanas protagonizó un golpe de Estado, a su desarme, uno de los puntos capitales para el fin de las hostilidades.
Hoy, el Ejército leal al gobierno de transición inició una operación militar en la que rodeó el cuartel donde se encuentran los "fanáticos" que se niegan a desarmarse y que mantienen como rehenes a aquellos que quieren entregarse, según fuentes militares.
Ante la negativa de los golpistas a entregar las armas, el Ejército atacó con artillería pesada el cuartel, agregaron las fuentes, que no explicaron si hubo víctimas o daños.
Según las últimas cifras proporcionadas por el Ejército burkinés, hasta el momento se entregaron un total de 300 miembros de la RSP, un cuerpo de élite formado por 1.300 hombres y creado en 1996 por Compaoré para su protección.
Durante la operación militar, la radio nacional, que estaba bajo control de los golpistas, fue recuperada por el Ejército, que recomendó a los ciudadanos evitar la zona y permanecer en sus casas.
El 16 de septiembre pasado, el Consejo de Ministros fue interrumpido por un grupo de miembros de la RSP que, tras llevarse detenidos al presidente y al primer ministro, declararon el fin del gobierno de transición y nombraron a Diendéré nuevo líder del proceso de normalización institucional.
Tras unos días de confusión, el Ejército decidió apoyar al régimen democrático y trasladó todas sus tropas a Uagadugú con el objetivo de desarmar a los golpistas.
La presión del Ejército burkinés y las intensas negociaciones de países como Senegal y Benin, respaldados por Estados Unidos y Francia, consiguieron que los golpistas renunciaran a su intención de retener el poder hasta las elecciones y accedieran a restaurar el gobierno civil.
Precisamente, los comicios previstos para el próximo 11 de octubre debían ser el punto final al proceso de transición abierto en octubre de 2014, tras la marcha de Compaoré.
Entonces, su abandono forzado después de 27 años al mando del país, desembocó en el pacífico gobierno de transición que tuvo que hacer frente a la asonada militar.
Fuente: Télam